Afrodita

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Afrodita

Afrodita es la diosa del amor, sin embargo ella no está enamorada, guarda un profundo rencor contra Poseidón, aquel sujeto que se hace llamar Neptuno y que tiene encerrado su corazón en las profundidades del mar.

Ha usado el amor en los seres humanos para destruir a los hombres. El amor, es el verdadero suplicio.







La persona que estaba frente a él parecía un ser humano, pero estaba seguro que no lo era

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La persona que estaba frente a él parecía un ser humano, pero estaba seguro que no lo era. Sus cabellos largos y castaños estaban enredados entre sí como plastas. Rastas.

Sus ojos afilados y una expresión cancina eran los rasgos más dominantes y llamativos de ese ser. Judal había despertado en la costa, pero su cuerpo parecía no moverse en lo absoluto, solo tenía un poco de conciencia. —Te recomiendo que no te muevas, estas a punto de entrar al reino de Neptuno.

Judal cerró los ojos y trató de tomar un largo suspiro, sin embargo, en ese momento ya no pudo respirar más, parecía como si se ahogara y sus piernas ya no eran las mismas. Viscoso, mojado, incómodo. Una pesadilla que le hacía retorcerse en la arena mientras la espuma del mar le mojaba los cabellos.

La otra persona, estaba de pie mirando de soslayo fumando tabaco sin ningún reparo completamente indiferente a su sufrimiento. —No hagas tanto ruido, en un momento más ya no podrás sentir ese simpático dolor mundano.

Y fue verdad, pero el dolor se hizo intenso por un tiempo, pero curiosamente parece ir más lento cuando existe cierto dolor de por medio.

Sus ojos se abrieron repentinamente cuando notó que aquel hombre le había cargado y le estaba arrojando al mar. Una vez allí comenzó a hundirse sin poder detenerse.

—Soy Kassim, al igual que tú, Neptuno me ofreció otra oportunidad. —el oráculo apenas comenzó a entender lo que estaba pasando en ese momento. Estaba bajo el mar y no estaba seguro de cómo hablar pero aquella persona parecía comunicarse con él sin ningún problema.

Ese tipo que parecía un humano, ahora estaba lejos de serlo. Él tampoco era un ser humano en ese momento.

—¿Qué paso? ¿Dónde estoy? —no sentía frio, hambre ni dolor pero si estaba bajo el mar no tenía mucho sentido que pudiera hablar con otro.

—Eres sólo conciencia por ahora… un día entenderás. Tu cuerpo está en algún lugar, yo mismo me encargué de resguardarlo, pero por ahora, tu conciencia esta bajó el mar. Neptuno te quiere, y te concederá un deseo. —Judal casi pudo escuchar el tono de burla con el cuál aquélla persona le hablaba. Se suponía que debía estar muerto. O sencillamente eso era la muerte. Debería de estar un poco más asustado, pero hasta ese momento sólo se estaba dejando llevar por las circunstancias, a pesar de no tener ningún tipo sensación, la venganza y el odio aún se sentían frescas.

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