¿Enamorandome otra vez?

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 Capitulo 1 : Tengo que salir de esta.

1 Semana despuéus.

La luz del día me despierta y aunque tengo algo de sueño decido levantarme. Mi habitación parece una pocilga, ropa por el suelo, la televisión encendida desde la noche anterior, paquetes de cleenex (Ver Titanic siempre me afecta) y la tableta de chocolate vacía encima de la mesa de noche. Llevaba siete días sin salir de mi casa, en realidad, sin salir de mi habitación. Si mi madre no me traía la comida, ni me enteraba de que el hambre existía.   Mi cuarto era una cárcel, lleno de recuerdos, momentos, fotos, y ahora, soledad; Pero no tenía fuerzas para eliminar todo aquello de mi vida así tan de repente. Me senté en el borde de la cama y me dije a mi misma: Tienes que salir de esta. De repente sonó mi teléfono móvil, dada a la melodía que escuché, deduje que era mi mejor amiga, Débora. "Joder tía, anche te prdist un fiestón... y tng k contart max cosas ¿vale? Esta tarde a las 5 dnd smpre ok? tq"

Mi mejor amiga y su modo de ahorrar espacio. Mi mejor amiga y sus miles de defectos, pero, es única. La conozco desde los 5 años, desde el colegio y jamás me ha fallado. Somos tan diferentes y a la vez tan parecidas... Ella siempre ha sido medio alocada, propicia a las cosas arriesgadas, sin miedo a nada. No he conocido a alguien más orgullosa que ella en mis diecisiete años de vida. Nunca sufre, parece que tiene un corazón de hierro, y la envidio por ello.     En todo el día no hice más que ver la tele y conectarme al ordenador, ni siquiera recogí mi cuarto, ¿Cómo iba a ordenar tanto desorden, si ni siquiera mi cabeza estaba bien amueblada en ese momento? Abrí el armario para decidir que ponerme , pero que va, demasiada ropa y pocas ganas de pensar. Así que me puse un vaquero normal y una camiseta de manga larga, un abrigo y mis botas favoritas. Me faltaba algo, sí, mi pulsera de siempre; pero no, ese día no. Esa pulsera ya vivía conmigo. . Había sido el primer regalo que Sergio me regaló al haber echo un mes. Me la ponía cada día desde entonces. La cogí, la miré, y era como si reviviera el pasado, haciendo pasar miles de cosas por mi cabeza, así que la solté. La miré con desprecio y caminé decidida hasta la puerta.

Caminaba por las calles frías de la ciudad que era tan grande, que me hacía sentir diminuta. Puse las manos dentro de los bolsillos del abrigo y agaché la cabeza para pensar.

En realidad me arrepentí de querer pensar, no quería ponerme a llorar otra vez, parecía que eso se hacía costumbre en mi vida.

Observé mi alrededor, tiendas repletas de gente que parece que su único oficio era gastar dinero por gastar, cafeterías con hombres de corbata, portátiles y parecía ser, un estrés supremo, niños que corrían felices y ... me paré en seco. La gente seguía pasando, pero yo no pude continuar. Lo que estaba viendo, me hizo empezar a tener una rabia interior que ni yo misma me creía capaz de tener, pero amaba lo que veía:

Una pareja de ancianos, dónde el hombre le daba la mano a su mujer y le ayudaba a pasar la página del libro que ambos leían juntos. Se miraban, y en su mirada se podía ver dos almas jóvenes, que se seguían amando como el primer día.

Esa estampa me recordó a los sueños que yo tenía con Sergio, ¿Por qué yo no podía pasar por eso con la persona de la que estaba enamorada? No creo que encuentre a alguien como él nunca.

Sin darme cuenta, seguía parada entre tanta gente que pasaba, mirando como una niña su muñeca con adoración. No pude evitarlo. Eché un suspiro que si llego a ser mas alta, hubiese resonado en todas partes, y pude notar que una lágrima se deslizaba sobre mi mejilla derecha.

Definitivamente, mi vida había cambiado por completo, pero mi mejor amiga no tenía culpa de mi desgracia y no quería hacerla esperar.

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