El abrazo de Débora casi me asfixia. Ella siempre tan coqueta, con su melena negra suelta, un vestido marrón que conjutaba con las botas y esos ojos saltones, negros azabaches, que resaltaba mirara a dónde mirara.
Su cara expresaba preocupación, y al preguntarme como estaba, rompí a llorar como un bebé desesperado. Parecía mentira, pero ella era el único apoyo que tenía de verdad.
Me acariciaba mientras yo intentaba explicar cómo me sentía, entre sollozos y nervios.
- Odio verte así. - Me decía con un rostro de pena ajena mientras tendía su mano en mi mejilla secándome las lágrimas.
- Débora, no sé que hacer, a cada minuto intento huir de su recuerdo, pero parece que se clava como un cuchillo en mi pecho y me perfora por dentro. - Le dije sin poder aguantar más.
Ella se apartó de mi y se puso muy seria, tan seria, que me dio miedo.
- Ayer le vi, Alicia - Intuí que algo malo me iba a contar, y ya pude sentir mi estómago nervioso. Definitivamente, nada podía ser peor.
Me contó que le vió acompañado de Caroline. Caroline es una chica preciosa. Pelo dorado, piel lisa y sin desperfectos, un cuerpo envidiable y unos ojos verdes que encantan a cualquiera. El deseo de todo chaval joven de la zona: llamativa, egocéntrica y algo facilona.
Añadió que estaba ebrio y que casi se pelea con un chaval que ni conocía.
Ahora no solo tenía que soportar el adiós, si no también soportar que no era el mismo.
Ella se empeñó en ir a tomar café a nuestra cafetería favorita: "La Ciel" Una cafería moderna que la gente de mi instituto había elegido como punto de encuentro cada fin de semana, pero la verdad es que a mi no me agradaba la idea de ver a gente conocida ese día.
Total, que como no es raro en ella, acabó convenciéndome.
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¿Enamorandome otra vez?
Novela JuvenilLlovía. Mucho. La ventana estaba llena de gotitas deslizantes; casi tanto como mi cara. Me sentía vacía, desesperada, impotente, fuera de lugar. Solo queria despertarme de ese fatídico sueño, pero crudamente era la realidad. "Por favor, Sergio, escú...