Un universo personalizado

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Observó nuevamente los dinosaurios ordenados en fila de manera pulcra y a la perfección.

Si bien estaban todos en línea recta como le gustaba, había uno que le molestaba sobre manera. Ese amarillo particularmente dañaba su vista, le incomodaba, le inquietaba. ¿Porqué el dinosaurio tenía que ser de ese color?

No debía ser de ese color, no aceptaba que fuera de ese color. La sensación de desagrado se acrecentó paulatinamente durante los siguientes segundos y en el punto cúlmine, fue lo suficientemente avasalladora como para incentivarlo a tomar al dinosaurio en cuestión y tras tomar vuelo, lanzarlo lejos en dirección a la cocina.

El proyectil, trazó su trayectoria a gran velocidad hasta impactar con una pared del interior de la cocina. Un sobresalto inmediato por parte de mujer que allí se encontraba enfrascada picando verduras, no se hizo esperar.

Conteniendo el aliento tras el susto, se acercó con curiosidad hasta el animal de juguete que yacía ya en el suelo. Lo escudriñó con atención y comprendió inmediatamente el motivo del aterrizaje forzoso al constatar el color, procediendo a guardarlo al fondo de un bolsillo de su delantal.

Giró sobre su eje, encaminando sus pasos hacia el pequeño que aún mantenía firmemente su entrecejo fruncido.

—Cariño, lo lamento. Pensé que este dinosaurio ya estaba guardado en el cajón con los otros juguetes que no usamos.

Se inclinó hasta apoyar sus rodillas en el suelo y quedar a la altura del niño.

—Lamento que pasarás este disgusto Julián, ven aquí, ven con mami.

Extendió sus brazos en dirección al pequeñito, el que no dudó en arrojarse al vuelo acurrucándose entre ellos.

—Lo siento mami, no quería disgustarme pero ese color me...

—Lo sé mi pequeñito, no debes decir nada, tranquilo. Todos tenemos cosas que nos sacan de paz o nos inquietan.

Loreto suspiró cobijando entre sus brazos a su compungido hijito. Le sorprendía la madurez que adquirió tempranamente, a sus escasos seis años, Julián ya era capaz de identificar a la perfección la variedad de emociones que matizaban su día a día.

Ya entrada la noche y saliendo de la habitación de Julián tras desearles las buenas noches y leerle la misma historia de nada día, Loreto dirigió sus pasos hasta el living, dejándose caer pensativa sobre uno de los mullidos sillones

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Ya entrada la noche y saliendo de la habitación de Julián tras desearles las buenas noches y leerle la misma historia de nada día, Loreto dirigió sus pasos hasta el living, dejándose caer pensativa sobre uno de los mullidos sillones. Los recuerdos del ayer llegaban como viento fresco a su mente y no podía evitar sentir el corazón compungido al pensar en los sucesos que habían marcado los escasos años que llevaba de vida su pequeño.

Julián había sido diagnosticado hace ya un par de años atrás, cuando a muy temprana edad había presentado conductas disrruptivas o presentación de cuadros prolongados de angustia, desagrado o alteración ante ciertos estímulos.

Inquebrantables. Antología de Historias Inclusivas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora