En pies descalzos

47 11 163
                                    

La niña corrió precipitadamente tras su gato Sam. Por milésima vez se le escabullía y no importaba que tanto ella acelerara sus pasos tras el fugitivo, simplemente no lograba darle caza.

Cuando Sam se escabulló por una ventana colándose al exterior de la casa, un sentimiento de preocupación se instaló en el acelerado pecho de su perseguidora.

Aceleró aún más los pasos tras el travieso gato comenzando a atravesar la calle y ya estaba a punto de alcanzarlo, cuando una brillante luz la sorprendió encandilándola por completo y el sonido del claxon rugió en el ambiente una fracción de segundos previo al impacto.

Su pequeño cuerpo recibió de golpe el impacto, lanzándola disparada en una trayectoria que la desplazó una considerable distancia.

Una joven mujer miraba horrorizada y en shock la escena desde el umbral de la casa y su corazón se fracturó en mil pedazos.

Segundos antes había estado dentro de la casa afanada en sus quehaceres y no se había dado cuenta de que la pequeña se había escabullido de la casa. De pronto sintió una opresión en su pecho y una mala corazonada la estremeció sin explicación. Con una inexplicable angustia anidada en su garganta, se dirigió con pasos nerviosos a la entrada, abriendo la puerta de par en par.

Todo el peso del mundo cayó sobre ella al ver la más horrible escena de su vida al momento que un claxon cortaba el aire, robándole de paso, su aire. Una potente inmovilidad se apoderó de ella, sentía sus pies anclados al suelo como si fueran parte del mismo cemento. Finalmente el vínculo materno logró recomponerse y superar el potente estado de shock y por fin sintió como la paralización y el impacto menguaban de efecto, logrando por fin que sus piernas le respondieran, lanzándose a la carrera más desesperada de su vida.

La angustia calcinaba su garganta como el más voraz de los fuegos.

—¡ALICIA!—finalmente estalló el aire con el grito que desgarraba su pecho.

Se lanzó contra la niña llorando con desesperación, gritando por ayuda luego de acercar su oído al corazón y constatar los signos vitales.

—Mi pequeña...—Estrujó con fiereza descontrolada el menudo cuerpo de su hija—¡Qué alguien nos ayude por favor! ¡Necesitamos una ambulancia!

Un círculo de impactados vecinos las rodeaban y Alicia era sacudida sin tregua por los desesperados brazos de su madre, quien en su angustia, estaba fuera de control.

El responsable de la colisión, caminaba como león enjaulado sin poder sostener el peso de su cabeza. Su rostro, desfigurado y lleno de lágrimas, estaba con una palidez abismal.

—Señora lo siento yo... yo no la vi... se me cruzó de repente y no pude frenar lo suficiente—estalló en llanto mientras sus manos temblaban sin control.

La madre lo observó sin ver.

Estalló una vez más en lágrimas desarmándose con su niña hasta que a los segundos, unas manos se aferraron a sus hombros.

—Señora permítame revisar a la niña.

Confundida, elevó la mirada viendo con alivio como una ambulancia estaba tras de un grupo de personas de blanco. Ni se había percatado del arribo de la ambulancia pero le aliviaba inmensamente que ya estuvieran allí. Suspiró con alivio.

Manos expertas le arrebataron a la niña para colocarla con sumo cuidado en la camilla, donde fue revisada de inmediato por los expertos.

Inquebrantables. Antología de Historias Inclusivas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora