Un día normal

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Un ruido horrible me palpita en los oídos; el despertador suena para avisarme de que otro día aburrido me espera.

Abro los ojos, son las 7 de la mañana. Me restriego los ojos con las manos para despertarme y me consigo levantar de la cama.

Cojo una toalla y camino por el pasillo todavía un poco dormida.

Me meto en el baño y me quito el pijama. A duras penas y con legañas en los ojos, corro las cortinas de la bañera para ducharme.

Una vez desperezada, cojo una camiseta y unos vaqueros y bajo a desayunar. Abajo, mis padres están haciendo tortitas.

-Buenos días cariño, ¿has dormido bien?-me pregunta mi madre con una sonrisa.

-Sí, bueno, al menos lo he intentado.-respondo bostezando.

Estamos casi a finales de junio, y el fin de curso está por llegar. He terminado ya todos los exámenes y se supone que debería estar feliz por graduarme y pasar a Bachillerato; pero no tengo muchos motivos, la verdad.

-Oye Lex, un colega me ha pasado la nueva canción de David Guetta, ¿quieres oírla?- dice mi hermano de 14 años intentando animarme.

-No gracias, sólo quiero comerme esas deliciosas tortitas de chocolate que han preparado papá y mamá.- contesto relamiéndome al ver una torre de tortitas encima de la mesa.

Desayuno a toda prisa y subo para peinarme un poco. Agarro rápidamente la mochila y me subo al coche dónde me espera mi padre.

Una vez que estoy en ese sitio tan horrible, al que todos llaman instituto; me dirijo a mi clase de matemáticas.

Por suerte, el profesor todavía no ha llegado y tengo tiempo para relajarme un poco antes de empezar a hablar de ecuaciones y logaritmos.

Mis compañeros ya están sentados en las sillas de delante, así que me toca estar atrás. Todavía no entiendo por qué tenemos que seguir dando clase si ya hemos terminado todos los exámenes y las notas ya están puestas. Como decía, el instituto es un lugar muy extraño.

Todos en clase estamos hablando y gritando porque no sabemos dónde se ha metido nuestro profesor, pero la verdad es que agradezco un poco de sociabilidad por la mañana.

De repente, noto que algo se mueve al otro lado de las ventanas (que están abiertas). Intento enfocar la vista para ver qué es. Un hombre vestido completamente de negro y con un pasamontañas sobre la cabeza, hace un salto rozando las persianas y se mete de improviso en nuestra clase.

Mis compañeros empiezan a aplaudir, pero a mí no me parece que sea una actuación de final de curso y me asusto. Tanto, que me meto debajo de la mesa sin que el hombre se dé cuenta y me pongo a buscar en mi mochila el móvil para llamar a la policía.

El misterioso hombre de negro, saca de su bolsillo una especie de cámara de fotos que comienza a emitir una luz tan brillante que me tengo que esconder detrás de la silla de mi compañero de delante para ver algo.

Suenan varios golpes; cómo si se empezaran a caer las cosas al suelo y también se oyen pasos saliendo de la clase.

Cuando esa luz tan cegadora, se apaga; me obligo a salir de debajo de la mesa.

Todos mis amigos están inconscientes en el suelo. Y el hombre vestido de negro, ha desaparecido.

Empiezo a llamar a mis compañeros y a chillarles para que despierten. No lo hacen. Les muevo y les agito con los brazos. No abren los ojos.

Quiero llorar, pero me obligo a dejar las lágrimas para cuando despierten.

Salgo de la clase buscando a alguien que me pueda ayudar. Miro en todas las clases, en todos los baños, en secretaría, en el gimnasio... todo el instituto está inconsciente.

Llamo a la policía. Pero no se creen la historia de una adolescente que grita diciendo que un hombre ha entrado por la ventana, y ha dejado a todo un instituto dormido excepto a mí.

Ya no es un día tan normal.

Al Abrir Los OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora