Prólogo

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"Los pecados tarde o temprano se pagan"

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"Los pecados tarde o temprano se pagan"

Las tinieblas cubrían todo el lugar con su espeso color oscuro, el aire se sentía frio y sentía como su sangre se helaba, no se podía ver nada debido a la oscuridad y las tinieblas que la rodeaban, solo sentía como el ritmo de su corazón comenzaba a latir con lentitud y que cada suspiro que daba parecía eterno. Jamás espero que el camino hacia la muerte fuera tan lento, había escuchado por parte de su padre que morir era rápido y en algunas veces indoloro, pero en ese momento sentía que el tiempo se había congelado. Tal vez ese fuera su castigo por haber sido una perra con todos, tal vez el destino quisiera que sufriera por todos aquellos que había hecho sufrir y esa era su manera de pagarlo, de lo único que se lamentaba era que había tenido que manchar de sangre su vestido favorito de color celeste y que tuviera que morir en un bosque solitario y tenebroso. Al menos se hubiera conformado con morir en su habitación o algún otro lugar bonito que no pareciera ser sacado de libros de terror.

Al menos su padre no mentía en algo y eso era que la muerte no dolía, bueno no para ella, solo sentía un frio extremo que atravesaba cada poro de su piel como pequeñas agujas. Se dio por vencida cuando ya no supo donde estaba, trataba de pedir ayuda, pero a quien rayos le pedía ayuda si todo estaba desierto y la única que estaba era ella misma. Lástima que había tenido que aprender a bordar en vez de primeros auxilios, solo podía esperar su muerte, y no podría hacer nada al respecto. Y eso en vez de causarle algún temor le causaba el efecto contrario: tranquilidad. No sabía en que lugar de Navarra estaba, pero al menos moriría en su tierra natal, había más maneras terribles de morir y la suya no lo era. Ni siquiera tenía idea alguna de como todo llego a este punto, en que parte de su historia todo comenzó a salir tan mal, como una infanta de Navarra pudo llegar a morir en un bosque lodoso.

No debería de estar en aquel sucio y apestoso lugar, debería de estar siendo masajeada por sus doncellas mientras le daban una ducha. El destino si que daba muchas vueltas y jugaba con cualquiera, en ese momento estaba jugando con ella, ahora creía que el karma existía y que se le estaba devolviendo todo lo malo que ella había hecho. Al menos su prima le iba a esperar un futuro mejor que el de ella, se casaría con un ingles y viviría felices por siempre. Algunos corrían mejor suerte que otros.

Tal vez todo empezó a ir mal desde el momento en que se topo con aquella bruja de capucha roja, solo recordar su voz hacia que todo su cuerpo temblara, no había podido apreciar su rostro completamente ya que lo tenía cubierto, pero si que pudo observar aquellos ojos rojos que se iluminaban en la oscuridad. Aun recordaba cómo se había encontrado con aquella mujer, había sido todo por accidente o casualidad del destino y eso no era un gran consuelo para ella.

-Sorpresa

Su vista ya era borrosa no podía apreciar bien la figura que tenía delante de su rostro, pero si que reconocía aquella voz que no había salido de sus pensamientos desde el primer día que la vio.

La Maldición de la Bruja Roja: El Espejo de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora