Guerrero caído

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Hay lazos que ni el tiempo puede romper.
Fargan le dio una poción y le entablilló la mano lo mejor que pudo.
Rubius se seguía sintiendo como si alguien le hubiera arrollado con un camión.
Ahora Fargan le estaba arreglando la herida de su brazo.
Hacía frío. Rubius se había quitado su sudadera para que Fargan le examinase la herida. Ahora su sudadera favorita tenía un tajo en una de sus mangas, estupidos jinetes.
La herida le ardía mientras Fargan la limpiaba.
Rubius no se había dado cuenta pero Fargan había llevado una mochila con toda clase de cosas para curar, desde pociones hasta comida.
Luzu estaba comiendo patatas azadas mientras hablaba con Fargan. Rubius se dio cuenta de algo.
—Luzu.
El chico levantó la mirada de su patata y posó sus ojos en Rubius..
—¿Como cojones llegaron a este techo?
Luzu sonrió.
—Antes de que Vegetta y Willy llegarán a salvarte el culo fueron con nosotros.
Fargan río mientras enjuagaba la herida de Rubius. El segundo se mordió el labio inferior para evitar gritar de dolor.
—De haber sido por Vegetta, hubiéramos ido directo a salvarte Rubius, sin embargo, Alex se veía en peores condiciones.
—Prioridades Doblas.—Dijo Luzu con la boca llena.
Fargan hizo un ademán con la mano. Dejo por un momento de curar el brazo de Rubius y se acomodó el cabello que le caía en la frente.
—Subimos a Alex y a Luzu al techo. Todo parecía bajo control hasta que Vegetta escuchó como tu escudo se rompía. Joder, nunca lo había visto moverse tan rápido. Nos gritó a Willy y a mi que nos aseguráramos que Alex estuviera bien, que el iba a ayudarte...
—Salvar su culo.
—Si bueno. Willy lo siguió segundos después.
Fargan suspiró y siguió trabajando en el brazo de Rubius.
—Luego yo los seguí por los árboles. El resto...es un cuento que ya conoces Rubius.
Rubius asintió mientras observaba como Luzu tomaba otra patata y se la metía en la boca. El estómago de Rubén rugió como un león.
Luzu río y le lanzó una manzana a Rubius, este le agradeció con un gesto de su cabeza.
Esta vez Luzu empezó las preguntas.
—¿Y como se dieron cuenta que necesitábamos ayuda?
Fargan chasqueó la lengua.
—La verdad no se. Willy y Vegetta llegaron a mi casa vestidos en su armadura y con sus espadas en riste. Por un momento creí que me iban a matar.
Fargan rió entre dientes.
—Después Vegetta comenzó a decir algo sobre un ataque a los compañeros...bla bla...necesitaban toda la ayuda posible...bla bla. Me dieron la mochila llena de curaciones y ¡Ta Da! Ahora estoy curando a Rubius.
Se escuchó como alguien maldecía desde abajo.
—¿Creen que necesiten ayuda?
Luzu parecía preocupado.
Fargan y Rubius cruzaron miradas. Rubius mordió su manzana. No quería pensar en Vegetta con Willy en absoluto. Por suerte, Fargan contestó por el.
—Estoy seguro de que están en perfectas condiciones.
Dos figuras llegaron al techo. Los ojos de Fargan y Rubius se iluminaron. Willy y Vegetta llegaron junto a ellos.
—¡Pero bueno! Justo de vosotros estábamos hablando.
Willy no se veía muy bien, su pechera no estaba y venía recargado en Vegetta con una mano en su pecho. Rubius notó como Fargan se tensaba.
—¿Willy...?
Willy sonrió de medio lado y acto seguido se desplomó en el piso. Fargan dejó a Rubius y corrió hacia su amigo. Vegetta maldijo mientras intentaba mantener de pie a Willy.
—¡Vegetta! ¿Que coño paso allá abajo?
Fargan llegó con Vegetta. Ambos depositaron a Willy con cuidado en el suelo. Una mancha roja había comenzado a formarse en su playera blanca, la playera tenía un tajo fino.
—Su pechera se rompió a mitad de la pelea...una flecha le rozó...n-no pensé que fuera tan profunda...parecía en perfectas condiciones.
Fargan tomó de la mochila más cosas de primeros auxilios para curar a Willy.
Vegetta saco una navaja y cortó la playera de Willy para descubrir la herida. A Rubius le dieron ganas de vomitar cuando la herida de Willy salió a la luz.
Vegetta se alejó lentamente de Willy. Los ojos morados solo reflejaban terror.
Era apenas una línea delgada en el pecho de Willy, sin embargo...no era una herida normal. De la herida parecían salir venas negras, parecían raíces que se iban extendiendo en el pecho de Willy.
—Mierda, mierda, mierda.
Fargan sacó una botella de agua y unas gasas, sus manos le temblaban terriblemente. Vegetta se acercó a Fargan y le quitó su máscara de búho.
— Esto no es normal. Será mejor llevarlo al santuario Fargan.
—¿Como coño piensas que vamos a bajar del techo con Willy así?
Rubius tenía la respuesta.
—Polvo de hada.
Vegetta posó sus ojos morados en Rubius.
—No hay hadas ni su polvo por aquí Rubén.
Rubius le guiño un ojo a Vege y de su inventario sacó una bolsita repleta de polvo de hada.
—El santuario no está muy lejos. Solo necesitan un poco y amortiguaran la bajada del techo.
Rubius escuchó como unas voces hablaban detrás de él. Alex había despertado, se veía débil pero mejor. Luzu se aclaró la garganta.
—Los ayudaría chicos pero Alex necesita mi ayuda. Volveré tan pronto como pueda.
Luzu sacó dos perlas de ender de su inventario, una la tomó Alex y la otra el. Alex y Luzu las lanzaron y antes de que desaparecieran, se despidieron de sus amigos.
Tan pronto como se fueron, Vegetta y Fargan cargaron a Willy. El chico inconsciente susurró palabras en un idioma que nadie entendió. Vegetta palideció.
—Rápido Fargan.
Se acercaron a la orilla del techo. Rubius llegó con ellos, era una noche jodidamente fría, Rubius extrañaba su sudadera que ahora yacía rota unos metros lejos de él. Vegetta miró a Rubius, impaciente.
—Vale, les echaré de los polvos y saltan. No pierdan ni un segundo, no duran demasiado.
—No nos vamos a estampar contra el suelo...¿o si?
Rubius sonrió de medio lado, tomó un poco de polvo del saco y le contestó a Vegetta.
—No se estamparán si saltan al segundo de que los polvos los toquen Vegetita.
Acto seguido, Rubius lanzó los polvos por encima de sus compañeros. Reaccionaron rápido y saltaron del techo. Fargan cerró los ojos, Vegetta tenía la mirada de un lobo.
Llegaron al piso sanos y salvos.
Desde el techo, Rubius logró escuchar la voz de Vegetta.
—¡Nos vemos en el santuario! Necesitamos al cura favorito de los dioses para que curen a Willy...¡Gracias, chiqui!
Rubius le hizo un gesto con su brazo. Tenía que llegar al santuario de los dioses antes de lo que sea que le ocurriera a Willy empeorará. Se roció con polvo de hada y salto del techo, dejando su chamarra rota atrás.

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