Your Touch

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Ayudarte es mi pasatiempo favorito.

Rubius llegó resbalándose a la entrada de la muralla de Vegetta. Intentó abrir la puerta...mierda, tenía el scanner facial.
Rubius observó el elevador detrás de él, después las escaleras. Ni rastro de Vegetta.
Todo iba bien. Iban caminando tranquilamente en la noche. Bromeando y charlando. Hasta que la estupida tormenta llegó, y con ella aparecieron los monstruos.
Vegetta no había querido luchar. Solo le dijo a Rubius que corriera. Y eso hizo el chico. Pero no se había dado cuenta que había dejado a Vegetta atrás.
Comenzó a preocuparse.
—¡Vegetta!
Espero una respuesta, que no llegó.
—¡VEGETTA!
Se estaba desesperando, odiaba la noche por los monstruos y secretos que albergaba. Intentó concentrarse para ver si oía algunos pasos apresurados de su compañero, nada. Lo único que se escuchaba era su corazón desbocado y la tormenta.
Se acercó a la escalera por la que había subido, en busca del oji-morado...nada, ni rastro de Vegetta.
Rubius estuvo a punto de volver a gritar su nombre, una voz le interrumpió.
—¿Desesperado, eh?
Rubius gritó y brincó en su lugar. Ahí estaba la chica del santuario. ¿Nieves era su nombre?
—Coño.
—Esa boca...
La chica estaba envuelta en un impermeable azul claro y unas botas de agua del mismo color. Podría pasar por una chica normal, de no ser por el hecho de que irradiaba una luz tenue dorada.
—Nieves, ¿no es así?.
La chica asintió y comenzó a juguetear con una de sus trenzas pelirrojas.
—Ese es mi apodo, mi nombre real es Eira. Tu llámame Nieves
—Ok...Nieves, no es por ser mal educado ni nada, pero...¿Que haces aquí?
La chica sonrió.
—Pues...estaba aburrida. Y comencé a seguir a los héroes, a ver a donde se dirigían.
«Fargan y Willy se fueron a sus respectivas casas, aburrido; Luzu y Auron estaban viendo una película de terror, aburrido; Lolito y Mangel estaban besándose en la casa de Lolito, aburridooo; Alex estaba dormido, muy aburrido; Vegetta estaba peleando con unos zombies en la entrada de su casa...
Rubius no lo pensó dos veces y bajó corriendo la escalera, corrió hacia Vegetta.
Mierda, pensó para si. No se veía nada a más de un metro de distancia. Se escuchaban sus pasos apresurados y los de Nieves...o tal vez no eran de ella.
Los pasos eran de alguien que venía hacia el. Rubius se estampó de cara con otra persona.
—¡EH!
Rubius estuvo a punto de caer por el borde de la escalera, pero la persona lo sujetó de los brazos.
—¡Rubius, con cuidado!
Vegetta lo ayudó a recomponerse. Rubius posó sus ojos en Vegetta y se le salió el aire de los pulmones.
Vegetta estaba empapado por la lluvia, como él; pero, Vegetta se veía...diferente, sus ojos parecían brillar, su cabello estaba empapado y despeinado, parecía un lobo. El agua había hecho que su chamarra se pegara a su cuerpo, resaltando sus músculos.
—E-estás bien.
Vegetta le dedicó una sonrisa.
—Obviamente estoy bien chiqui, ¿con quien crees que hablas?
Un trueno resonó en el ambiente. Vegetta comenzó a subir las escaleras y jaló a Rubius.
—Anda Rubius, estas temblando de frío.
El castaño no se había dado cuenta, pero sus dientes castañeaban, joder, extrañaba su sudadera.
Subieron casi corriendo los escalones. Llegaron a la entrada de la casa, el scanner reacciono al instante a la cara de Vegetta y los dejó pasar.
El cuerpo de Rubius comenzó a sentir las consecuencias de las peleas.
Vegetta tomó a Rubius del brazo y corrió hacia su casa, Rubius intentaba seguirle el paso, pero, su cuerpo le dolía horrores. En una de esas estuvo a punto de caer de bruces contra el suelo, Vegetta lo sostuvo como si fuera lo más preciado de su vida.
Las puertas de roble se abrieron ante ellos. Un pasillo con cuadros de...¿Vegetta semidesnudo? Los recibió. A la derecha se abría hacia una sala de estar, había una televisión y todo. A la izquierda, en otra salida, estaba una mesa alargada con 9 sillas, normalmente ahí eran las reuniones de los chicos. Toda la casa estaba alumbrada con velas, las llamas parecían bailar con cada corriente de aire que pasaba por ellas.
Vegetta lo dirigió hacia la sala de estar. Y lo ayudó a sentarse en el sillón.
La poción de Fargan había dejado de hacerle efecto hace ya tiempo, Rubius sentía como su cuerpo se quejaba de dolor al sentarse en el sillón.
El vendaje de su brazo se había caído por el camino a la casa de Vegetta, estaba sangrando. Su mano estaba hinchada y le palpitaba. Su cabeza daba vueltas. Parecía que todo el peso de las heridas de la pelea le estaban cayendo en ese mismo instante.
Vegetta se quitó la chamarra empapada y la arrojó al piso. Solo se quedó con una playera pegada de licra. Rubius, en su delirio de dolor, rió.
—¿Te vas a aprovechar de mi estado Vegettita?
Vegetta pareció palidecer.
—Oh por los dioses Rubén, estas delirando.
Vió como Vegetta salía corriendo de la sala y abría unas mamparas corredizas de una pared. Llevaban a una cocina muy linda. Rubius se quejó de dolor.
Vegetta comenzó a abrir cajones, tomar recipientes, crear mezclas y revolverlas. Se veía muy concentrado y parecía hacerlo con rapidez y eficiencia. Dioses se veía tan bien en esa playera pegada, pensó Rubius. Después negó con la cabeza. Contrólate Doblas, se dijo mientras alejaba todos los pensamientos que tenían que ver con la ropa de Vegetta. Decidió centrar sus ojos en las manos del chico. Se movían tan rápido...
Vegetta sirvió una mezcla extraña y semi-transparente en una pequeña botella. Se acercó a Rubius y le extendió la botella.
Rubius la tomó con su mano buena, le temblaba la mano.
Vegetta se levantó y se dirigió a la cocina.
—Esto te ayudará, el dolor se irá y te ayudar a a sanar más rápido,—Vegetta desvió su atención del chico y Rubius se empinó la botella entera al oír para que servía.—pero no te la tomes toda...
Rubius carraspeó y le enseñó el bote vacío a Vegetta. Vegetta gritó una grosería.
—¡Rubén por los dioses!
Se acercó al chico y le arrebató la botella vacía. Vegetta se tomó el puente de la nariz con dos dedos mientras negaba con la cabeza y volvía a la cocina.
—Vamos Vegettita. No es para tanto...
—Tiene efectos adversos, tonto. Puedes quedarte dormido hasta por 3 días...
Rubius comenzó a sentir el efecto de la poción en el. El dolor se iba yendo...pero, el chico se comenzó a sentir más relajado.
Vegetta volvió junto a él.
—Necesito dejarte solo un par de minutos ¿podrás? ¿O necesitas una niñera, Doblas?
Rubius solo lo miró y sonrió mientras se tumbaba boca arriba en el sillón.
—Vuelvo en un momento.
Rubius observó a Vegetta desaparecer por el pasillo por el que habían llegado los chicos. Se puso a tararear mientras esperaba. El dolor había desaparecido. Pero Rubius sentía como el mundo daba vueltas a su alrededor, también se sentía ligero...muy l i g  e r o .
Comenzó a inventar una canción en su cabeza...pronto la comenzó a cantar.
—Ohhhh...Vegettita, Vegettitaaaa. ¿Dime por qué no me quieres cerquitaaa?
Rubius sonrió ante la letra. Por alguna extraña y estupida razón, la letra le pareció una obra maestra y la siguió cantando.
—OHHHHH, Vegettita, Vegettitaaaa...¿por que yo te quiero tan cerquita...?
En ese momento Rubius escuchó los pasos apresurados de su compañero llegar a la sala. Vegetta llegó con un botiquín.
El recién llegado le indicó a Rubius que se sentará. Le hizo caso y dejó un espacio en el sillón frente a él para que Vegetta se sentara.
Vegetta se sentó frente a un Rubius que parecía haber ingerido demasiado polvo de hada. Tarareaba y sus pupilas estaban muy, MUY dilatadas.
Vegetta tendió las cosas del botiquín en la mesa de la sala y comenzó a sacar lo que utilizaría para curar al otro chico, el cual se encontraba tambaleándose al ritmo de su tarareo.
Vegetta tomó una tablilla pequeña de madera, una venda y un broche de metal minúsculo y los puso frente a él. Se acercó a Rubius, el cual comenzó a reír.
—¡Hombre! No te muevas Rubén.—Se quejó mientras intentaba tomar su mano.—Te voy a entablillar la mano ¿sí? EN-TA-BLI-LLAR.
Rubius asintió y le tendió la mano a Vegetta, soltando pequeñas risitas que hacían desconcentrar al chico de ojos morados.
El cuerpo de Rubius disfrutaba cada vez que las manos de Vegetta lo tocaban.
Vegetta terminó el vendaje y sonrió, satisfecho consigo mismo.
—Ahora toca tu brazo...
Sacó un bote con un líquido transparente, aguja y un hilo del botiquín. Rubius retrocedió, alterado. Casi cae del sillón. Su risa se había esfumado.
Vegetta no logró reprimir una risa.
—¿Te dan miedo las agujas Doblas?
Rubius resopló. Vegetta levantó una ceja en su dirección. El chico se acercó lentamente a él y le tendió su brazo herido. Vegetta se acercó más a Rubius. El calor que emanaba Vegetta hizo que Rubius se sonrojase.
—Cabrón.
—Intenta no pensar en la aguja, Doblas...
Vegetta limpió la herida con el líquido transparente, olía raro. Después, comenzaron las puntadas.
La poción no lo preparo para eso.
Rubius intentaba no retorcerse para no complicarle el trabajo a Vegetta. Intentaba concentrarse en los sonidos de la tormenta, intentaba contar todas las gotas que caían fuera, intentó todo, pero el dolor era insoportable.
De repente ya no hubo dolor, Vegetta se alejó de su brazo, admirando su obra. Comenzó a separar las cosas sucias que había ocupado para curar al chico.
Rubius observó la herida. Estaba perfectamente cosida, curada por las hábiles manos de Vegetta.
Rubius se mareo al darse cuenta de lo grande que era la herida, no lo había notado antes. Por lo menos ya no sentía como su sangre se drenaba por ahí.
Vegetta seguía separando lo usado, había algunas vendas con sangre, una botella con el líquido transparente, una aguja e hilo. Rubius comenzó a ayudarle a limpiar....o por lo menos lo intentó.
Terminaron en cosa de 15 minutos. En parte porque Rubius jugaba con cualquier objeto y Vegetta tenía que regañarle.
La sala ya estaba como nueva.
Rubius volteó hacia Vegetta, el chico tenía una venda en la mano y miraba a Rubius preocupado.
—¿Qué pasa?
Vegetta frunció el ceño.
— Llevas tambaleándote los últimos minutos y tienes cara de drogado Rubius.
El chico se acercó a Vegetta. Rubius pudo notar que Vegetta tenía razón, pudo notar como, a cada paso que daba, sus piernas temblaban. Pero alejó eso de sus pensamientos.
Rubius notó, con sorpresa, que sus pensamientos sólo giraban en torno a Vegetta, había pensado en el toda la noche Estaba tan cerca de él...
—Me gusta más que me digas Rubén.
Su mano sana se acercó a la cara de Vegetta.
El chico de ojos morados no se alejó.
Le tomo cuidadosamente la barbilla y lo acercó a él, tenía sus ojos puestos en los labios del otro.
El mundo al rededor de él daba vueltas, ¿sería por la poción? ¿O por el momento que estaba teniendo con Vegetta? No importaba, no importaba nada más que Vegetta.
—Rubius...—Susurró Vegetta. El otro negó con la cabeza y se inclinó hacia el chico.
Rubius era apenas centímetros más alto que Vegetta, así que el chico tenía que agacharse un poco para quedar al nivel de la cara del otro.
—Rubius.—Insistió , está vez con más urgencia.
El chico miró a los ojos a Vegetta, vio pánico reflejado en ellos.
Todo el mundo de Rubius se tambaleó.
—¡Rubén!—Gritó Vegetta mientras el chico caía dormido en los brazos de su amigo.
Parece que la poción sí podía dejar a alguien inconsciente.

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Hola! Gracias por llegar hasta aquí 😙
No pude actualizar en la semana porque no pude escribir mucho, una disculpa👊🏻😔   
Hoy tenemos Rubegetta un poco corto y las cosas se ponen intensas.

El próximo capítulo va a estar lleno de dolor así que disfruten estas pequeñas escenas...mientras aún puedan 😈.

Hoy no hay dibujo, sino frase, enjoy 😉
Y como no avanza mucho en la trama, no hay canción.
Gracias por leer, sean felices y nos vemos la próxima semana ✌🏻😌

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