Capítulo 2

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Poco después de salir de los túneles de raíz busqué el rastro de los demás, no tardé mucho en encontrarlos ya que armaban tal escandalo que podía escucharlos a kilómetros de distancia; mi mente se negó a procesar lo que veía, como si de una broma cruel se tratara todos comenzaron a reír, abrazar y cantar como si nada hubiera pasado, simplemente lo borraran de su memoria, ¿Yo era el único con sentido común a caso? Simplemente no pude ser parte de esa burla a la memoria de los caídos; de haber podido me habría marchado de esa villa de locos pero era aun muy pequeño para poder cuidarme solo, me alejé lo suficiente como para no verlos, y lo suficientemente cerca como para no estar completamente solo he indefenso. Como era obligación de todos los niños asistíamos a la escuela para aprender a ser un buen troll, intenté escapar en muchas ocasiones pero fui atrapado por los adultos de aquel entonces, apenas vi el capullo sentí la desesperación crecer en mi interior, respiré profundo y traté de calmarme, una vez dentro de aquel capullo el rey Peppy se hizo presente con Poppy en sus brazos, apenas logró divisarme me dedicó una gran sonrisa, sus manitas se abrían y cerraban en un claro deseo de ser abrazada por mi como aquella vez que tuvimos una tarde de juegos; seré honesto, también quise ir hacia ella y volver a jugar, una parte de mi aún la consideraba mi amiga especial —Ella quier jugar contigo, Ramón— dijo el rey dándome carta blanca para jugar, tal como hubiera querido antes, me acerqué a ella como lo que era, un niño con deseos de jugar, —Ramón— dijo Poppy con voz infantil, el rey la liberó y ella comenzó a dar pasos torpes y lentos hasta caer, continuo el resto del camino a gatas, cuando la tomé en mis brazos toda idea de juegos se fue de mi mente, en serio no quise odiarla, hice todo lo posible para quitar aquellos pensamientos pero eran tan fuertes que se apoderaron de mi, yo canté por ella, de no haber cantado mi abuela seguiría conmigo; lancé a Poppy al suelo con brusquedad mientras perdía los estribos, —¡AHÍ VIENEN LOS BERTENOS!— Grité tratando de escapar de los recuerdos, no podía soportar un segundo más en la altura, no quería, no podía seguir ahí; una vez estuve a salvo en el suelo escuché el llanto de Poppy, esa fue la primera vez que le hice daño pero nunca fue mi intención, tan solo era prisionero de mis propios demonios; como pude intenté escribirle una carta de disculpa que jamás le entregué, para todos yo era una simple molestia, el niño loco que gritaba sobre los bertenos y arruinaba la fiesta a todos, ¿Porqué nadie me comprendía? ¿Nadie podía ver que solo trataba de protegerlos? ¿Nadie podía ver que tenia miedo?

Para cuando yo cumplí 10 años había abandonado la idea de vivir en un capullo, permanecía oculto en una improvisada vivienda entre los matorrales y arbustos, siempre alerta, esperando, acechando, escuchando; para ese entonces la princesa había cumplido ya 5 años y era amada por toda la villa, su cumpleaños numero 5 se celebraba esa noche y todos habían sido invitados, yo recogía leña para mantenerme caliente por las noches mientras Poppy me interceptó con un abrazo por la espalda, mi primera reacción fue dar un salto seguido de un grito mientras agarraba una rama filosa para atacar, me relajé cuando vi que era ella trayendo una tarjeta en su mano —Ramón, ven a mi fiesta—dijo con una amplia sonrisa, la rechacé de inmediato y sin chistar, pero ella tan testaruda y persistente como es no se rindió con ese simple no, saltó y bailó a mi alrededor diciendo tonterías a cerca de que la fiesta no estaría completa sin todos sus amigos, —No—dije de nuevo mientras recogía toda mi leña y me disponía a marcharme, la muy terca me agarró con su cabello y se negó a soltarme hasta que yo aceptara, debo ser importante para ella si quiere que vaya, pensé para mis adentros, mi naturaleza troll me traicionaba y los deseos de asistir me invadieron, quise ir, quise divertirme y pasarla bien, pero estaba roto, estaba dañado y no podía dar amor si no me amaba ni a mi mismo, —¡YA TE DIJE QUE NO, TU ERES UNA NIÑA ESTÚPIDA Y RUIDOSA QUE HARÁ QUE ALGÚN DÍA NOS MATEN A TODOS!—Fue lo último que dije antes de apartarla con brusquedad, sus hermosos ojos rosas se posaron en los míos, la parte de mi roto corazón que aún albergaba el amor que tuve para todos aquellos que una vez quise dolió al verlos cristalizarse, ni las miradas consternadas de mis congéneres ni la cara de disgusto del rey me dolió tanto como esos ojos tristes, la culpa se apoderó de mi mente así que hice lo que siempre, huí, lo siento tanto, no quise lastimarte Poppy, eres y siempre fuiste el amor de mi vida. Corrí para escapar de sus ojos y de su llanto, corrí sin rumbo hasta llegar hacia un sitio con grandes rocas, sin fijarme en ellas yo caí por un agujero profundo, quizá algún topo había vivido aquí hace mucho, pensé que aquel sitio bajo tierra sería otra tortura pero para mi sorpresa no fue así, la tranquilidad de ese inmaculado lugar me produjo tal sensación de seguridad y sosiego que sonreí por primera vez mucho tiempo, este era el escondite perfecto, los cantos, los festejos y las risas del mundo exterior no eran bienvenidas en este sagrado lugar; una loca idea cruzó por mi mente, un bunker de supervivencia, bajo tierra nadie me encontraría, ni bertenos, ni alimañas del bosque ni fiestas ni abrazos, estaría a salvo, este era el inicio de mi nueva vida.

Definición de felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora