|~MY ANGEL~| [SEHO/HUNHO]

Capítulo 10

Narra SeHun

Después de la fiesta, nos fuimos a casa de JunMyeon, porque la mía no era opción.

—Mamá, SeHun se quedará a dormir.— habló en cuanto vio a su madre.

—Señora, buenas noches.

—Claro, mis niños, pasen.— nos dijo cerrando la puerta.— Aún es temprano, ¿quieren algo de comer?.— ofreció amable.

—No, mamá gracias. No tenemos hambre, pero si sueño.

—Mucho sueño.— agregué.

—Dale, no los retengo más entonces, vayan a dormir.— dijo sonriendo y empezamos a subir las escaleras.— A dormir.— recalcó.

—Mamá!.— se quejó.

—¿Qué?.— preguntó divertida.— Sueñen bonito.

—Igualmente, señora.— respondí.

—Mi mamá a veces se pasa.— dijo avergonzado.

—Me agrada. Ojalá la mía fuera así.

—Ahora que lo pienso, no me has hablado de tu madre, ni tu padre.— habló abriendo la puerta de su habitación.

—Tampoco quiero hacerlo. No tengo una buena relación con ellos. Los tres nos mantenemos alejados de los asuntos del otro. Así tratamos de llevar bien la farsa de ser una familia feliz y perfecta como mi madre quiere, ya sabes, la sociedad y todo ese rollo.— entré, cerré la puerta con seguro y me senté en la cama.

—¿Prefieres que te presté una pijama o dormirás con la ropa que traes?

—Ni una, ni otra, estoy acostumbrado a dormir desnudo.— admiti sonriendo pícaro y provocando que JunMyeon se sonrojara.

—Entonces, iré a ponerme la pijama, ya vuelvo.— habló dirigiéndose al baño.

—Igual te la vas a quitar.— pensé.

Aproveché para quitarme la ropa y acomodarme en la cama. No me quité toda la ropa, claro, solo los pantalones y las zapatillas.

Su característico y embriagador olor estaba impregnado en su almohada, cerré los ojos e inhale. Vaya es de los aromas más deliciosas que olí en mi vida.

—¿Qué haces enfermo?.— preguntó dándome un golpe en la cabeza. Por estar tan concentrado, no me había percatado que ya había salido del baño.

—Nada. Solo quería sentirte un poco más. Tu aroma está por todo el lugar.

—Pues claro, es mi habitación.— respondió burlón.

—Deja de burlarte y ven a la cama.— hablé golpeando el lado vacío de la cama.

—Antes dime si te gusto.

—Ya te lo he dicho. No me gustas, me vuelves loco. Eso es mayor que un simple gusto.— sonrió y se echó a la cama.

Pase uno de mis brazos para que acomodé su cabeza y lo acerqué a mí. Le di un tierno beso y lo miré.