2. Fuego

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No tardaron en divisar al enemigo, toda la confianza de Aiden se fue por la borda. En el oscuro cielo se podían ver cinco dragones, cada uno de distinto color, tenían armaduras negras.

Al chico le habría parecido unos animales maravillosos, si no trajeran la batalla con sigo.

Los gritos de guerra de los soldados y las órdenes de los generales se oían lejanos a los oídos del chico. Lo que oía a todo volumen eran los latidos de su corazón. Se sobresaltó cuando noto que Sheila le cogía de la mano, en otro momento se habría sonrojado y se habría sentido incapaz de mirarla pero en ese momento le agradeció en el alma el gesto, la miro y ella le dio ánimos con la mirada.

Los dragones se habían ocultado en las nubes, en cualquier momento reaparecieron sobre sus cabezas para matarlos.

Durante unos interminables minutos no pasó nada, tampoco se oía nada, ni siquiera el viento, noto como la mano de Sheila temblaba, la apretó con más fuerza y ella hizo lo mismo.

El silencio absoluto que reinaba se rompió por el rugido de los dragones. Los animales descendieron de los cielos lanzando fuego. Tal como había dicho Jon, el infierno había empezado.

Cuatro de los dragones se dirigieron directos hacia el ejército que se había reunido por la ciudad. El último, el más grande, se dirigió directo al castillo.

En unos minutos la ciudad ardía y Aiden agradeció que antes del ataque el rey ordenara evacuar la ciudad. Las casas de madera ardían con una facilidad abrumadora y no tardaron en ceder. El insoportable calor y el humo dificulta a los soldados luchar contra los dragones.

- ¡No vienen solos! - gritó un soldado

- ¿A que se refiere? - preguntó extrañado Kevin

- A eso...- gimió Sheila, señalando a uno de los dragones

Aiden entrecerró los ojos para ver mejor, y descubrió con horror, que en las grupas de los dragones había personas, que usando unas cuerdas habían empezado a bajar al campo de batalla con las armas listas. Era el clan del Dragón, sus enemigos.

- ¡¡Cuidado!! - grito alguien de repente.

Aiden levantó la vista al cielo dos segundos antes de que uno de los dragones aterrizara de repente en una catapulta cercana. El aparato cedió ante el peso de la criatura, esta empezó a lanzar fuego a los soldados. Los aprendices se refugiaron detrás de otra de las catapultas justo a tiempo, ya que si se hubieran movido un micro segundo más tarde habrían muerto calcinados.

Una nueva llamarada pasó casi rozándolos, Aiden sintió como su flequillo echaba humo.

- ¡Vamos moveros! - les apremio Henry

Todos corrieron de nuevo, el dragón seguía destrozando catapultas y calcinando soldados.

- ¡Si destroza las catapultas no tendremos nada que hacer!

- ¡Tenemos que enfrentarnos a la lagartija gigante! - les gritó Aiden, corriendo hacia el dragón.

- ¡Estas loco! - le gritaron sus compañeros pero corrieron junto a él.

La criatura centro su atención en ellos y les lanzo fuego, pero Sheila y Kevin reaccionaron rápido y crearon un escudo ignífugo que, con esfuerzo pero evito que todos se quemaran. Henry, usando la magia, levantó una piedras de una catapulta destruida y la lanzó contra el dragón pero este la esquivo con insultante facilidad, pero de repente un rayo impactó contra él y a pesar de no matarlo lo dejo considerablemente herido de una de las alas. Todos se giraron sorprendidos y vieron a Jon, casi al borde de la muralla, con una mano extendida hacia el monstruo y con una sonrisa de victoria en la cara, todos lo vitorearon.

Pero el dragón se lanzó por sorpresa contra el, loco de rabia, y antes de que nadie pudiera hacer nada aplastó al hechicero con sus garras, matándolo en el acto. Pero ahí no acabó la cosa, antes de morir y seguramente en un intento desesperado para defenderse, Jon había lanzado un hechizo de terremoto, que hizo que la muralla se empezará a desplomar, el dragón al tener el ala herida cayó junto con la muralla.

- ¡¡Corred!! - gritó alguien

Y lo hicieron, todos corrieron desesperados hacia las escaleras, cuando Aiden estaba a punto de llegar oyó un grito a sus espaldas, se giró y pudo ver, con horror, como una grieta se abría a los pies de Sheila y como ella caía al vacío, pero el chico fue más rápido y la pudo coger justo a tiempo.

El terremoto había parado pero la muralla seguía siendo insegura y Aiden estaba al borde sujetando a su amiga que colgaba de la nada.

- Aiden... no me sueltes por favor...- le suplicó ella al borde de las lágrimas

- No lo voy a hacer - le prometió, pero no estaba tan seguro de que pudiera cumplirlo, ya que ella pesaba mucho y cada vez se deslizaban más.

Pero de repente se le ocurrió una idea, se concentró y pronunció un hechizo de levitación que podría salvarlos. Por suerte funcionó, Sheila se elevó lo suficiente como para que sus pies tocaran tierra firme. En cuanto estaba a salvo abrazo al chico con todas sus fuerzas.

- Ya estás a salvo...- le dijo este con torpeza y totalmente colorado.

- ¡Chicos! - les gritaron de repente

Ambos se separaron en el acto y se giraron hacia la voz. Henry y Kevin los miraban encantados de verlos con vida.

- Esto puede caerse de un momento a otro ¡bajemos! - les apremiaron

Cuando los cuatro bajaron pudieron ver el caos que reinaba en la ciudad: dos de los dragones habían sido derribados pero los otros tres seguían vivos y calcinando a cualquiera que fuera lo suficientemente estúpido como para atacarlos.

- Vamos a perder...- se lamentó Kevin.

Esta vez Henry no le reprocho nada, estaba pálido y temblando de miedo, Sheila no parecía encontrarse mejor.

Pero a diferencia de ellos Aiden se sentía muy vivo y tenía claro que no iba a dejar que el miedo lo dominara.

- ¡Tenemos que seguir luchando! - les dijo - ¡No podemos rendirnos ahora! ¡Yo me niego! -

Sus amigos lo miraron esperanzados y con respeto.

- Te seguimos - le dijeron a la vez 

La Gema de FuegoWhere stories live. Discover now