3. Nueva misión

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Aiden andaba por una de las calles de la ciudad. La batalla había terminado tres horas atrás, los dragones se había retirado justo cuando empezaba a amanecer.

Durante casi dos horas, después de que la muralla se derruyera, los aprendices, liderados por él, habían recorrido todo la ciudad; curando heridos, apagando incendios y luchando contra los dragones y contra el clan del dragón, que contaban con unos cuantos hechiceros entre sus filas.

Ahora, después de la batalla, Aiden y sus amigos habían recorrido la ciudad, por orden de su maestro, en busca de soldados heridos o enterrados bajo los escombros. Pero ahora por fin habían terminado su trabajo, y habían quedado en la plaza central para ir todos juntos al castillo y así poder lavarse, comer y dormir.

Cuando llegó, sus amigos lo estaban esperando, todos presentaban un aspecto horrible; cubiertos de hollín y  polvo, pálidos y ojerosos. Los cuatro juntos emprendieron la marcha hacía el castillo. Por el camino encontraron soldados recogiendo los cuerpos de los caídos y limpiando las calles.

En la puerta del castillo los esperaba su maestro:

- ¿Habéis terminado vuestro trabajo? - les pregunto

Los cuatro asintieron sin una palabra.

- Bien pues ir a lavaros - les ordeno.

Justo cuando iban a irse, el hechicero rebuto a Aiden

- Tú ven conmigo, tenemos que hablar con el rey -

El joven titubeó un segundo antes de despedirse de sus amigos y seguir a su maestro. Esta vez el rey los esperaba en la sala del trono. También estaban los generales, Aiden reparo en que faltaba dos, que seguramente habían muerto anoche. En un rincón de la sala había un mujer vestida con una armadura.

- Siento haberos llamado a pesar de que esteis todos cansados y heridos, pero creemos haber encontrado la manera de inclinar la balanza a nuestro favor y ganar la guerra - les informó con voz solemne el rey.

Todos los presentes le miraron con curiosidad.

- Como todos sabréis - tomo la palabra Rakesh - El clan del dragón tiene un oráculo, un ser milenario y de gran sabiduría, su palabra es ley y por eso es un instrumento vital en su cultura - les contó.

- Si el oráculo muere, el clan del dragón colapsara, aunque solo sea unos días. Tiempo que nosotros aprovecharemos para atacar y acabar con ellos.

- ¿Y como morirá? Es inmortal - se estraño un general

- Nosotros lo asesinaremos - sentencio Rakesh

Un escalofrió recorrió la espalda de Aiden, el resto parecía incomodo de repente.

- Para eso tendríamos que ir hasta el corazón de su territorio 

- Es un suicidio...- murmuro alguien por lo bajo

- Irá un grupo pequeño, dos personas para ser exactos, así no llamaran la atención, esas dos personas ya an sido elegidas - ordeno el rey

El corazón de Aiden empezó a latir con fuerza, empezaba a entender la razón de su presencia allí.

- Uno de ellos será la guerrera Darya -  prosiguió el rey señalando a la mujer del rincón. 

Esta se aceró y Aiden pudo reparar en ella. Tendría unos ventidos años, alta y musculosa, de pelo corto y rubio, casi blanco.   

Cuando llegó ante el rey hizo una pequeña reverencia y dijo:

- Acepto esta importante misión con honor - declaró

- El otro elegido sera el aprendiz de hechicero Aiden -

Todos los presentes se giraron hacia el chico, y este considero muy seriamente ejecutar un hechizo que le hiciera invisible.

- Con todo el respecto, mi señor - dijo con voz ronca un general - Acaba de decir que esta misión podría decidirlo todo, y usted va a enviar a dos niños al centro del territorio enemigo, dejando en manos nuestra victoria - le reprocho al monarca

El rey lo miró indignado y cuando se preparaba para replicar, Rakesh hablo:

- La razón de esta elección...- explicó con tono glaciar - Es que no podemos enviar a ningún general a cumplir esta misión ya que os necesitamos para preparar la invasión, y Darya a pesar de su juventud ya a demostrado su valor en la batalla, además tiene un sigilo y precisión vitales para la misión -  

- ¿Y el niño?

- Aiden ha demostrado su valor en la reciente batalla, el lidero a sus compañeros cuando callo el hechicero que estaba a su cargo, gracias a el y a sus amigos se salvaron muchas vidas -

Los presentes no dijeron nada pero era evidente que seguían cuestionando la misión.

- Además necesitamos un mago para la misión, y creemos que el enemigo sabe cuantos hechiceros tenemos entre muestras filas, por eso debe ir un aprendiz -

Finalmente todos asintieron. Rakesh ordeno a Aiden que se preparaba para el viaje, el chico llego a su habitación blanco como un fantasma, se lavo y se cambio de ropa.

Preparo una pequeña mochila con lo que necesitaría y se dispuso a bajar a los establos cuando oyó que aporreaban su puerta, corrió a abrirla y sus tres amigos entraron atropelladamente en la habitación.

- ¿¡Que te an dicho!? - le pregunto Henry sacudiéndolo para sacarle respuestas

- ¿Te an felicitado por liderarnos en la batalla? ¿O te an dicho que habría sido mejor escondernos? - le apremio Sheila

- ¿Rakesh se a enfadado contigo? ¿Te a fulminado? ¿¡O peor te a matado!? - siguió en coro Kevin

- ¿Como va a matarlo si estamos hablando con el? ¡Idiota! - le grito Henry

- ¡Podría ser un fantasma! -

A Aiden le costo casi diez minutos convezerlos de que se calmaran y de que no era un fantasma, al final sus amigos se sentaron en su cama dispuestos a escucharlo. No fue fácil explicar lo que había pasado en la reuninon, especialmente su nueva misión. Cuando termino la historia, todos lo miraron con la boca abierta

- Entonces... ¿Vas a ir al  territorio enemigo con solo una guerrera? - 

- Sip

- ¿Al rey se le ido la olla? - soltó Kevin 

- Calla ¡imbecil! - le dijo asustado Henry

- Chicos tengo prisa, y tendría que estar ya en los establos - les dijo Aiden cogiendo su mochila y dirigiéndose a la puerta.

- ¡Espera! - le dijo Sheila dándole un abrazo tan fuerte que le podría haber rota las costillas

- Ooooo que bonito - dijeron a coro Kevin y Henry

Ambos se separaron rojos como tomates, Sheila empezó a darle puñetazos a los chicos, y Aiden aprovecho para escabullirse, cuando estaba bajando las escaleras pudo oír la discusión de sus amigos y no pudo evitar sonreír. 

En los establos lo esperaba Darya sujetando las riendas de dos caballos, la guerrera llevaba una espada en la espalda y se había quitado la armadura.                                                                            

Ambos se montaron en sus caballos y se alejaron del castillo y de la ciudad.


La Gema de FuegoWhere stories live. Discover now