Capítulo II: Declaración.

6 2 0
                                    

Pasaron dos semanas y Johan y yo nos hacíamos cada vez más cercanos. Nos veíamos cada que podíamos y hablábamos a diario por teléfono.
El día 9 de julio lo note muy distante, como distraído. No supe que hacer o decir, pensé que ya lo había arruinado todo y que ya estaba cansado de mí.

Eran las nueve de la noche y yo estaba preparando mi uniforme para ir a la secundaria al día siguiente. Cuando escuché una llamada entrante y vi que se trataba de Johan, dudé por un momento si debía contestar, pero al final lo hice con un nudo en la garganta por el miedo a lo que pudiera decir.

—Hola —me saludó con pocos ánimos y mi autoestima decayó más, si eso era posible.

—Hola... —pasaron unos segundos que se sinteron eternos, pero él no respondió —¿Estás bien? Te noto un poco raro...

—¿Eh? Sí, sí, todo bien.

—No parece, la verdad...

—La verdad es que tengo algo que decirte... —se quedó esperando una respuesta, pero mi voz no salía —Bueno, la cosa es que creo que me gustas...

En ese momento sentí como si me dieran una bofetada, resulto ser todo lo contrario a lo que yo temía, en realidad era lo que esperaba oír desde hace varios días.

—¿Erika, estás ahí?

—S-si... —"¿Estoy tartamudeando? ¿En serio?" pensé —lo siento, es solo que no esperaba que dijeras eso, me tomaste por sorpresa... Pero, creo que también me gustas...

Nos sumergimos en un silencio incomodo, en el fondo ninguno de los dos esperaba ser correspondido y no sabíamos como reaccionar.
Pasaron un par de minutos y yo aún no sabía que decir.

—Entonces... Hablamos mañana, a-amor... —en cuanto escuché su voz diciéndome eso sentí como mis mejillas se sonrojaban, estaba más emocionada que un niño en navidad.

—¿Puedes decirlo de nuevo? —susurre antes de darme cuenta.

—Hasta mañana, amor —lo dijo con más confianza, porque sabía que me había gustado oírlo.

—Ha-hasta mañana... amor —sentí mucha vergüenza al decirle así, pero sentí su sonrisa a través del teléfono y supe que todo estaba bien.

Colgué la llamada y me tiré a la cama sintiendo mariposas en mi estomago, revoloteando como si nunca me hubieran llamado así.
Después de unos minutos de ensoñación en el paraíso, caí de vuelta a la realidad ¿Cómo iba a hacer que mi papá no supiera lo que teníamos Johan y yo?, ya que él era mayor de edad y yo tan solo tenía 13 años. Cerré mis ojos y no pude evitar quedarme dormida.

Abrí los ojos de golpe al escuchar un golpe, vi a Johan de pie junto a mi cama, su puño apretado contra la pared de mi habitación, me miró de una manera que no pude descifrar, pero noté enojo en su mirada.

—¿Johan, qué haces aquí? —lo observé más detenidamente y sentí escalofríos, algo no estaba bien —¿Cu-cuándo llegaste?

Se acercó lentamente a mí y sin decir una sola palabra, con una de sus manos tomó las mías y las puso sobre mi cabeza, y con la otra tapó mi boca, descansando todo su peso sobre mí dejándome inmóvil por completo. Acercó su boca a mi oreja y susurró algo que me dejó aterrorizada.

Me desperté asustada por la alarma, todo fue un puto sueño, pero no entendía porque soñé algo así. Vi la hora en mi celular y ya eran las 4:45 am, ya tenía que prepararme si no quería perder el autobús.

Me levanté arrastrando los pies y encendí la luz, tomé la toalla y mi ropa interior, y fui al baño. Me quité la ropa y sin pensarlo dos veces entré a la ducha, cerré los ojos para que el contacto del agua caliente con mi piel me relajara. Entonces lo recuerdo, aquellas palabras que me dijo Johan en ese sueño, que me helaron la sangre...
"—Yo sólo quiero una cosa de usted, y lo voy a tomar aunque tenga que hacerlo a la fuerza— luego de eso sentí su rodilla presionando con mucha fuerza en mi entrepierna, hasta el punto de lastimarme, y supe exactamente a que se refería."

Sacudí la cabeza para volver al presente, o si no iba a llegar tarde. Podía pensar en eso después, o podía no hacerlo, pero en ese momento no importaba. Terminé de ducharme y fui a ponerme la ropa con movimientos automáticos, no quería pensar demasiado. Mi uniforme era una camisa blanca, falda azul oscuro, un suéter azul oscuro con franjas verdes oscuras y medias blancas sobre la rodilla, junto con unos zapatos colegiales también azules.

Después de desayunar junto a mi hermano salimos a tomar el autobús, y llegamos a clases a las 6:25.
El resto del día transcurrió muy aburrido, a excepción de una casi pelea con Devora, mi némesis, porque aún no ha podido superar que aunque me quitó a Alex al que era mi novio hace unos meses, él me siga prefiriendo a mí, e incluso se puede decir que está un poco muy obsesionado conmigo (pero eso es material para otro libro).

Llegué a mi casa en la tarde y vi que tenía varios mensajes de Johan, y recordé que por el sueño de esa mañana no le envié ningún mensaje antes de ir a clases. Pero aunque sólo fuera un sueño tuve un mal presentimiento y no pude encontrar una manera de responderle sin sonar cortante, así que pensé en llamarlo después de almorzar.

Lo llamé varias veces pero no respondió, supuse que estaba ocupado y fui a hacer mis tareas, pensando que en cuanto viera que lo llamé, él me llamaría. Pasó toda la tarde y no tuve noticias de él, así que a las 18:30 lo llamé de nuevo y por fin respondió.

—Hola —dijo en un tono seco, como si estuviera enojado.

—Hola, amor ¿Cómo estás? —le respondí con mi tono de siempre.

—Qué bueno que ahora sí soy su amor y ya tiene tiempo para mí —en esas palabras pude sentir un poco de desprecio combinado con decepción —¿Ahora que somos novios ya no soy tan importante, o qué?

No supe que decir, porque pude escuchar como se estaba conteniendo para no gritarme, algo no estaba bien, pero en ese momento no pude verlo.

¡Tú! CambiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora