Capítulo I: El Día.

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Eran las vacaciones de Junio del año 2015, como era costumbre en la familia, fuimos a la finca de mis abuelos a las afueras de la ciudad.

Mi hermano quería ir a un pueblo que queda cerca y yo pedí ir con él, ignorando el hecho de que él no quería que lo hiciera.

- ¿Por qué vamos al pueblo?- le pregunté mientras caminábamos.

- Me voy a encontrar con alguien- respondió secamente, yo preferí no preguntar más para que no se enojará conmigo por ser tan curiosa.

Cuando llegamos al pueblo nos dirigimos hacia el parque que queda frente a la iglesia y nos sentamos en una de las bancas.

Al cabo de unos minutos de habernos sentado ví a una chica de cabello negro, como de mi estatura, con lentes, que se estaba acercando hacia donde estabamos sentados. Oí que mi hermano la llamó Shirley. Cabe recalcar que jamás la había visto en mi vida y ahí supe que ella vivía allí.

Un momento después me enteré de que era la novia de mi hermano y les empecé a tomar fotos.

Después de ese día, ella y yo empezamos a hablar, y con el tiempo nos hicimos más y más cercanas, hasta el punto en el que llegamos a ser mejores amigas.

Me presentó a un primo suyo, Johan, y yo empecé a hablar con él casi a diario. Él me gustaba, tenía un pensamiento crítico y un raciocinio poco común, en ese entonces yo tenía trece años y él dieciocho.

Ella solía quedarse a dormir en mi casa, y un día tenía que volver al pueblo por un cuaderno que había dejado, entonces yo fui con ella y pasamos allá la noche porque ya era muy tarde para volver a la ciudad.

A la mañana siguiente ya había desayunado y tenía todo listo para volver a casa, pero Shirley tenía otros planes. Había invitado a Johan a desayunar para que nos conociéramos, pero en cuanto llegó supe, por la expresión en su rostro, que él no sabía que yo iba a estar ahí.

Estuvimos sentados en un incómodo silencio por unos minutos hasta que él intento romper el hielo.

- Qué bonitos audífonos- dijo- ¿Dónde los compraste?

- En Bogotá- respondí sin saber que más decir.

Revisé mi celular y tenía varios mensajes de Camilo, llevábamos un tiempo intentando algo pero no éramos nada serio, y decidí responderle luego.

En ese momento Shirley entra en la habitación y empieza a hablar con su primo. Al parecer su tía María quería verlos y ella había aceptado.

- Vamos un rato a donde mi tía y luego nos vamos para Bogotá- me dijo como si no fuera gran cosa.

Salimos de la casa de Shirley e íbamos caminando cuando de repente Johan se acercó a mí y me tomó de la mano. Estuvimos así todo el trayecto hasta que llegamos a la casa de su tía, que queda en el campo.

Jugamos mucho y él estuvo a mi lado todo el tiempo, hasta el punto en el que su tía creyó que eramos novios. Cuando llegó el momento de irnos, él se acerco a mi y nuevamente me tomó de la mano y empezamos a caminar así hacia el pueblo.

Cuando llegamos a la autopista, senti los labios resecos asi que los humedecí pasandome la lengua sobre ellos y él se quedó mirando fijamente mi boca.

- Me gustaría probar esa lengua- dijo de repente dejándome sorprendida.

Después de estar unos segundos en silencio por fin me arme de valor y le contesté.

- ¿Por qué no lo haces?- dije.

En ese momento se acercó a mí y me besó. No fue el beso más romántico del mundo ni nada por el estilo, ni siquiera fue el mejor beso que me habían dado hasta ese momento, en realidad fue un beso torpe.

Seguimos caminando como si nada hubiera pasado y llegamos otra vez a casa de Shirley para recoger nuestras cosas e irnos.

Llegamos al paradero de autobuses y Shirley se fue directamente a la parte de atrás del autobús, yo me subí y luego giré para quedar frente a Johan.

Hubo un silencio incómodo, pero luego de unos segundos me acerqué y lo besé, y luego salí corriendo a la parte trasera del autobús.

Me senté y miré a Johan, tenía una expresión indescifrable, se veía feliz pero a la vez confundido. Lo cuál me hizo dudar un poco de lo que había hecho.

Una vez que partió el bus de la parada me empezaron a llegar mensajes y llamadas de Camilo, preguntándome si seguía en pie la ida a cine al día siguiente como ya habíamos acordado. A lo que le conteste que lo lamentaba pero lo que teníamos ya no podía seguir, porque conocí a alguien más y luego, sin darle tiempo a responder, le colgué.

Cuando llegamos a Bogotá, nos dirigimos a mi casa y yo seguía conversando con Johan. Sentía que cada minuto me gustaba aún más, pero seguía teniendo dudas, porque quería a Camilo, pero me resultaba más tentadora la idea de intentar algo con Johan.

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