Capitulo III: Primeras señales.

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Me quedé congelada sin saber que responder, Johan nunca me había tratado así, no sabía como reaccionar.

-¿Ni siquiera piensa responderme o qué?- dijo subiendo más el tono de su voz, sacándome de mi estado anterior.

-¿Por qué me estás hablando así?- mi voz se quebró a la mitad de la pregunta y pude escuchar como soltó una risa incrédula al otro lado de la línea- ¿Yo qué hice?

-No se quiera hacer la víctima conmigo, Erika, usted sabe muy bien lo que hizo y no venga a llorarme porque eso no funciona conmigo. Respóndame de una puta vez o ya dejamos esta mierda hasta aquí.

-Amor, no sé de que me hablas, no entiendo qué te está pasando.

-¡Ya me cansé de que se haga la desentendida!- gritó-¡Dígame de una maldita vez que putas estuvo haciendo todo el día que ni siquiera fue capas de enviarme un hijueputa mensaje, ¿ah?!

-¿Cómo que qué estuve haciendo? Pues estaba en el colegio, sabes que llegó a mi casa a las tres y media, que tengo que quitarme el uniforme y luego ir a almorzar. Por eso solo te pude llamar hasta las cuatro.

-¿Usted cree que yo me voy a creer esa excusa tan marica?- me dijo seguido de una risa sarcástica- ¿Sabe qué? Ya ni siquiera quiero hablar con usted, adiós.- colgó la llamada sin dejarme decir nada más.

Me quedé atónita viendo el celular en mi mano sin saber realmente que hacer en esa situación. Luego de unos segundos que se sintieron horas decido escribirle varios mensajes pidiéndole perdón por lo que sea que lo haya molestado, intenté distraerme un poco haciendo mis deberes de ciencias naturales pero no pude evitar revisar mi celular varias veces.

Pasados veinte minutos sin una respuesta decidí enviarle varios mensajes más, los cuales vio pero no respondió, al ver eso decidí llamarlo pero sonaba el tono un par de veces antes de enviarme al buzón de mensajes, seguí así durante media hora sin ninguna respuesta.

Desesperada, le escribí a Shirley, la cual empecé a considerar una amiga cercana en algún momento, para pedirle ayuda porque yo no entendía que estaba pasando con su primo. Su respuesta no tardó en llegar, como ya era costumbre, preguntándome todos los detalles y yo le dije todo lo que sabía, que no era mucho.

Un par de minutos después de enviarle el mensaje sonó mi teléfono indicando que tenía una llamada entrante, lo tomé lo más rápido que pude y cuando vi el nombre que indicaba la pantalla sentí un sentimiento de decepción creciendo en mi pecho, pensé que era él. Contesté la llamada y sin esperar a que yo dijera algo empezó a hablar.

-De pronto se molestó tanto porque no le escribiste antes o algo.- dijo Shirley intentando hallar una explicación lógica al comportamiento de su primo.

-Pero es que yo...- no pude terminar la frase sin que un sollozo escapara de mis labios- yo le dije que estaba muy ocupada y él no me quiso creer- dije con las lágrimas bajando por mis mejillas-, ayúdame, no sé que hacer para que él me crea.

-Yo creo que debes darle espacio para que piense las cosas y se calme, si sigues insistiendo vas a hacer que se canse de ti.- hizo una pausa y al notar que no respondía siguió hablando-. Si quieres el viernes después de que acaben tus clases te vienes a mi casa y pasamos juntas el fin de semana, te parece?

Lo pienso un segundo antes de responder pero al recordar que existe la posibilidad de que vea a Johan acepto sin más. Nos despedimos y yo me voy a la cama esperando poder dormir.

El viernes llegó con una lentitud abrumadora y al llegar a casa ya eran la tres y cuarenta por lo que cambié mi uniforme, almorcé y luego tomé una mochila y puse lo necesario en ella, ropa para dos días, un pijama, mi cepillo de dientes y el cargador de mi celular. Mi hermano ya estaba en la entrada esperando para llevarme a la parada del autobús que me llevaría al pueblo.

Una hora después estaba bajándome del autobús y Shirley ya estaba esperándome junto a su cachorro Motas. Se acercó a mí para darme un abrazo y yo la sujeté muy fuerte en mis brazos porque hacía mucho que no la veía.

-Vamos, tienes que estar cansada- tomó mi mano y nos dirigimos a su casa en donde se encontraba su mamá.

-Buenas tardes señora, cómo está?- dije mientras extendía mi mano esperando que la señora Dolores.

Bajó la mirada a mi mano y me relajé un poco cuando la estrechó, pero seguido de eso tiró de mi y me dio un fuerte abrazo- ¿Cuál señora? Llámame Dolores, con confianza- dijo con una sonrisa en su rostro. Le sonreí de vuelta y me senté en el sillón que se encontraba en la sala de estar. Estuvimos un rato hablando de como estaban yendo las clases y cuando nos dimos cuenta ya estaba anocheciendo.

-Vamos a comprar pan para la merienda- dijo Shirley tomándome de la mano y arrastrando fuera de su casa. Vi que pasábamos todas las panaderías grandes y eso me pareció un poco extraño, pero solo me dejé guiar.Llegamos a una pequeña panadería y salió una de las empleadas a recibirnos. Shirley la saludó con una sonrisa y luego, al ver como me miraba la chica, se giró hacia mí para presentarme.

- Ella es mi prima Laura, Laura ella es Erika, la novia de Johan- no pude evitar sonrojarme al escucharla decir eso frente a alguien de su familia.

-Mucho gusto- dije al volver a la realidad, extendiendo mi mano hacia ella.

-Igualmente- dijo estrechando mi mano y viéndome de pies a cabeza y luego se giró hacia Shirley y le indicó con un movimiento de cabeza que nos sentáramos en la mesa más cercana a la cocina y así lo hicimos.- ¿Lo de siempre? ¿O quieren tomar algo?

-Lo de siempre y dos cafés con leche- dijo Shirley viéndome en busca de aprobación a lo que yo solo asentí con la cabeza, nunca rechazaría una taza de café.

Laura se alejó de nosotras para ir a preparar el café y lo siguiente que vi es a un chico salir de la cocina pero no llevaba el uniforme de la panadería, tenía un gran parecido a Johan pero era un poco más musculoso. En cuanto vio a Shirley se acercó con una sonrisa a saludarla, dándole un beso en la mejilla. Cuando se separó de ella volteó a verme y me regaló una sonrisa.

-Hola corazón, mucho gusto, me llamo Mateo- dijo extendiendo su mano en mi dirección y yo la tomé dudosa.

-Igualmente, soy Erika- acto seguido vi como se llevaba mi mano a su boca y dejó un suave beso en mis nudillos lo que hizo que me sonrojara.

Al ver mi cara sonrojada no pudo evitar reírse y luego tomó asiento a mi lado, pasando su brazo por detrás de mis hombros acariciando casualmente mi brazo.

Unos segundos después Mateo y Shirley empezaron a hablar de algo de lo que no tenía ni idea por lo que me sentí fuera de lugar, entonces tomé mi celular y respondí unos cuantos mensajes.

-¿Y de dónde eres?- me preguntó Mateo al notar que me sentía muy incómoda, sin dejar de pasar su mano por mi brazo.

-De Bogotá- respondí guardando mi celular.

-Qué bien corazón, y vienes por aquí seguido?

-No mucho, solo vine a pasar el fin de semana con Shirley.- dije regalándole una mirada a Shirley a lo que ella solo asintió.

-Entonces nos estaremos viendo estos días, excelente.- me regaló una sonrisa aún más brillante y no pude evitar sonrojarme de nuevo.

Sonreí sin saber que más decir y lo siguiente que escuché me tomó por sorpresa.

-¡¿Qué putas cree que está haciendo con mi hermano?!- volteé a ver lo más rápido que pude al reconocer esa voz y lo que encontré fue a un Johan muy enojado fulminándome con la mirada.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2022 ⏰

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