UN ENCUENTRO INESPERADO (MUY PRONTO PUBLICADA POR SELECTA - PENGIN RANDOM HOUSE)

Capítulo 2 - El Sr. Amor

Darren ingresa a la limosina y se sienta frente a Simone. Recorren el camino desde el hospital hasta la mansión del actor en completo silencio. Al llegar a la que le dijeron era su residencia se siente acosado y sorprendido por la cantidad de personas que lo reciben. Los periodistas lo dejaron casi ciego con el destello de sus cámaras y, el grito histérico de las mujeres que se lanzaban sobre el coche que lo trasladaba a medida que avanzaba por la entrada hace que se siente un impostor, él considera que no pertenece a todo esto.

—Mañana tienes que dar una entrevista —le comunica Simone una vez adentro de su supuesto hogar—. Ted vendrá temprano para guiarte—. Tu publicista cree que esto puede ser una oportunidad...

—¿Tengo un publicista? —indaga Darren interrumpiendo a la mujer que le lanza una mirada de sospecha. El joven desvía la mirada y observa toda la estancia con asombro.

—Y un mánager y un agente —responde ella.

—¡Vaya! —exclama y hace silencio. Parpadea un par de veces y mira a la mujer que tiene enfrente, es hermosísima, pero no consigue conectar con ella—. Yo solo tengo recuerdos vagos, pero nada que ver con esta casa o contigo —murmura—. Lo siento tanto, pero necesito estar solo —añade y mira las escaleras— ¿Puedes mostrarme dónde queda mi dormitorio?

—Claro, Darren —le responde Simone—. Podemos hacer una fiesta, es realmente un motivo de celebración que hayas sobrevivido a ese terrible accidente —comenta la mujer mientras sube las escaleras con pasos gráciles y seguros, mueve las manos mientras habla con ese tono engreído y empalagoso, como imitando algún tipo de acento sofisticado.

—No lo creo, por lo menos no, por ahora. —Darren siente que la cabeza le va a explotar y solo quiere estar solo. Está muy confundido, obviamente le gusta el lugar y como lo tratan todos, con reverencia y respeto, pero no está para nada cómodo.

—No te preocupes, tu publicista cree que es una buena idea, tienes que demostrar que has vuelto y que estás bien. —Simone abre unas grandes puertas de madera lustrada.

—Acabo de salir del hospital y, ni siquiera sé dónde estoy parado, no recuerdo a nadie, ¿de que hablaré con gente que me es totalmente extraña? —Él entra a la habitación. Algo le falta y no sabe el qué, siente un vacío que lo entristece. Una extraña añoranza de lo que no puede recordar, pero le aprieta el pecho, una desesperanza melancólica.

Darren cree que puede hablar de esto con Simone, ya que ella afirma ser su pareja, pero no sabe lo equivocado que está. Ella necesita volver a lo que era antes Darren: a las fiestas, restaurantes lujosos, viajes en primera clase y, sobre todo, a la sobreexposición ante las indiscretas cámaras de los paparazis. Es lo que alimenta su estropeado ego y la hace sentir importante.

—Querido, tú no te preocupes por nada, para eso estoy yo. —Simone acaricia el brazo de Darren y él siente una electricidad que hace a los bellos de su cuerpo enchinarse—. Voy a organizar todo, y estaré contigo todo el tiempo.

—Podemos hablar más tarde de eso, por favor —le dice Darren y se aleja de ella. Camina hasta la cama y se acuesta, cierra los ojos y coloca el antebrazo derecho sobre su rostro—. Cierra la puerta y apaga la luz, por favor —añade.

—Claro, amor, te aviso cuando la cena esté lista —le informa Simone y se va.

Apenas sale al pasillo saca su móvil del bolsillo trasero de sus ajustados pantalones, la verdad que es casi mágico que quepa algo más ahí, considerando el preponderante trasero que posee. Lo desbloquea y teclea con admirable rapidez un mensaje.

—Simone —le hablan y ella levanta la cabeza asustada.

—Mierda, Ted, justo te estaba mensajeando —le informa ella y vuelve a guardar su móvil.