Capítulo dos "El altercado"

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Después de otro día de mierda en la escuela camine a casa. Stanley hoy salía temprano así que el ya debía estar allá.

Llegue a casa, Stanley veía televisión. Me dirigí a él:

—Hola, hermanito—. Stanley no me miro.
—Prefiero que me llames Stanley a qué me digas así—.
—Bueno, ya. ¿Comiste?—.
—Sí, mamá dejo comida en el micro—.
—Bien, Stanley haz tu tarea—.
—Ya la hice. Ahora iré con los chicos a la cantera—. Dijo levantándose. Yo lo abracé.
—Te quiero Stanley. Ten cuidado—. El asintió y se separó de mi.

Yo subí a mi habitación, me recosté en mi cama y pensé en la pandilla de Bowers. Siempre estaban en el Puente de los besos o cazando víctimas. Después de unos momentos me animé de valor y me levante dispuesta a ir al Puente de los besos. Camine a mi armario y busque entre mi ropa algo para cambiarme. Después de cambiarme. Salí de casa y camine hacia al puente de los besos cómo suponía ahí estaba la pandilla de Bowers fumando porros. Me acerqué a ellos y le quité el suyo a Huggins. Le decían Belch, por sus monstruosos eructos aunque en realidad se llamaba Reginald. Les sonreí a los chicos.

—¿Que hacen aquí solos maricas?—. Le devolví el porro a Belch.
—Te esperábamos, pequeña Heaven—. Hablo Hockstetter agudizando la voz. Eso me molesto.
—Vete al carajo Hockstetter—.
—Chúpame el pito—. Lo mire enfurecida
—¿Cuál es tu problema conmigo?—.
—No me gustan las mujeres. Solo son hoyos prácticamente—. Tenía ganas de golpearlo, pero me contuve.
—Tus amigos no se han quejado de mi—. Me acerqué a él.
—Entiéndelo no nos interesa estar con una mujer—.

Esta vez el se acercó a mi, entonces tuve una idea. Probablemente pésima, pero después de todo en ese momento no estaba pensando con claridad. Me acerqué a Criss con paso decidido y uni nuestros labios en un rápido movimiento. El beso no duró más de treinta segundos. Me aleje de él. Criss abrió los ojos como platos. Todos vieron sorprendidos la escena, pero pude notar que Hockstetter estaba molesto. Había logrado mi cometido.

—Vete a la mierda—. Musitó Hockstetter.

Les guiñe un ojo a los chicos y camine en dirección a algún otro lugar. Me topé con un parque. Camine hacia una banca y me senté ahí. Llegó Criss y se sentó a mi lado, Criss era un chico de cabello platinado, delgado y bastante guapo. Además de alto. Era un año mayor que yo al igual que toda la pandilla de Bowers, aparentemente me había seguido. Dudo unos segundos antes de hablar.

—¿Por qué ha sido eso?—. Me encogí de hombros.
—Eres lindo—.
—Yo...—.
—Descuida, no tienes que decir nada. Disculpa si te incomodo—.
—Todo lo contrario—.
—Oh, Dios. Criss está expresando sentimientos, es algo de no creerse—.
—No te acostumbres—. Reí.
—Puedo vivir contigo siendo un apático—.
—Por cierto preferiría que me llamaras Victor—.
—Está bien...—Criss me miro expectante—...Victor—.
—Yo quería preguntarte algo—. Se puso nervioso.
—Suéltalo—. Dije relajada.
—¿Quieres tener una cita conmigo?—. Me miro expectante.
—Claro—. Sonreí.
—Genial—. Sonrió Victor. Vi un estanque a lo lejos y decidí que quería alimentar a los patos. Me levante. Victor me miro dudoso.
—Voy al kiosko. Quiero alimentar a los patos—. Víctor se puso de pie.
—Te acompaño—. Lo mire incrédula.
—Gracias—.

Caminamos al kiosko y compramos la comida para patos y después caminamos al estanque. Comencé a lanzar la comida y los patos se acercaron a comerla. Víctor me observaba un poco distante. Me dirigí a él:

—¿Quieres alimentarlos?—. El asintió con una sonrisa casi imperceptible.

Se acercó a mi y tomó un poco de comida. La lanzó y los patos graznaron de regocijo. Víctor los vio como un niño pequeño y comenzó a lanzar mucha comida, mala idea. Los patos se alteraron y salieron del agua para perseguirnos. Nosotros corrimos riendo y llegamos a la banca en la que habíamos estado en un principio. Nos calmamos y controlamos nuestra respiración para explotar en carcajadas nuevamente. Después de que ya todo estuvo en silencio hable:

—Tengo que irme a casa—.
—Te acompañó—. Habló rápidamente.
—Gracias—.

Comencé a caminar con Victor a mi lado. Hablábamos de cosas sin sentido. Era bastante divertido. Víctor era una persona que generaba mucha confianza sentía que le podía contar cualquier cosa y no habría problema. Después de unos minutos llegamos a mi casa.

—Está es mi casa—. El asintió observándola.
—Es linda—.
—Gracias—.
—Entonces...¿Sigue en pie lo de la cita?—. Preguntó sin mirarme.
—Por supuesto—.
—Genial—. Sonrió. Lo abracé.
—Gracias por acompañarme—.
—No es nada, debería irme ya es algo tarde—. Asentí y entré a mi casa.Me recargue en la puerta y me permití pensar en Victor. Era extrañamente genial.

Víctor Criss era mi primer amigo.

Just a stupid guyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora