healer

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Joohyung metió las manos en el bolsillo de su campera apenas el frío entró en contacto con su piel. Sus mejillas y nariz comenzaban a tornarse coloradas a medida que daba un nuevo paso camino a su casa. Para su conveniencia el trabajo le quedaba cerca y no le importaba caminar unas cuantas cuadras, incluso a esta hora de la noche y con este frío.

Vivía en un barrio céntrico pero a su vez tranquilo, habían algunos bares y tabernas viejas por la zona pero no eran tan concurridos, por lo tanto no había mucho movimiento de noche.

Un quejido la hizo frenar en seco, normalmente ignoraría a cualquier persona en la calle, pero un presentimiento y un dejo de curiosidad la incitó a que fuera a ver que estaba pasando. Se metió por el callejón oscuro, era un pasillo angosto donde había tachos enormes de basura los cuales las personas que vivían en los edificios tiraban sus desechos.
Al divisar de dónde, o mejor dicho, de quién provenía tal sonido, tragó con fuerza a la vez que sus nervios incrementaban.

—Di-disculpe, ¿se encuentra bien? —preguntó con dificultad pues era la primera vez que se encontraba a alguien en ese estado.

Era un joven, estaba tirado justo al lado de un basurero con la ropa desordenada y visibles rasguños, sangre y cortes. Soltó un quejido de dolor y con dificultad subió la cabeza para mirar a Joohyung.

—S-si —contestó. La chica frunció el ceño, evidentemente no se encontraba bien.

—¿Necesitas que llame a una ambulancia?

—No hace falta, no estoy muy lastimado —dicho esto, largó un escupitajo de saliva y sangre.

Joohyung se puso de cuclillas frente a él y lo observó más de cerca, parecía haber estado en una pelea y obviamente era una que no había ganado.

—Estás muy lastimado, al menos deja que te cure con lo que tengo en casa, vamos... —dijo la chica y se volvió a levantar. Lo miró y éste la observó con cierta desconfianza. —No te preocupes, no voy a hacerte nada. Soy Joohyung, vivo a tres cuadras de aquí.

El pelinegro se lo pensó unos varios segundos. Estaba tan adolorido y lastimado que no pudo evitar aceptar, era eso o que le agarre una infección por no tratar sus heridas. Se levantó soltando otro quejido, le dolía todo el cuerpo. Joohyung se acercó y le ayudó a incorporarse, pasó su brazo por sus hombros y le tomó la cintura para ayudarlo a caminar.

Joohyung sacó las llaves y abrió la puerta de su casa, prendió luces y le indicó al chico que se sentara en una de las sillas del comedor. Se dirigió al baño y buscó su botiquín de primeros auxilios, el que su madre le había dado cuando apenas se mudó sola.

—Esto va a doler —dijo ella y mojó un poco de alcohol en un algodón. Sin previo aviso le pasó dicho algodón por la ceja lastimada del chico y éste hizo una mueca, claramente le ardía.

Una vez que terminó de desinfectar las heridas, colocar crema cicatrizante y posteriormente colocar vendas adhesivas, guardó todo y largo un suspiro.

—Gracias, te debo una. Soy Seokjin, pero la mayoría me llama Jin —se presentó, ya se sentía mejor aunque el dolor corporal todavía no cesaba. Joohyung le dio una pastilla que todavía no le hacía efecto.

—Un gusto, Jin —ella tendió su mano y él la aceptó rápidamente. —No suelo ser entrometida, pero la curiosidad me esta matando, ¿me dices que te pasó para que terminaras así? —preguntó con descaro.

Jin rió ante las palabras de la chica. —Unos hombres me golpearon.

—¿Unos? ¿Cuántos eran? —preguntó ella asustada.

—Unos cuatro o cinco, no recuerdo bien. Se molestaron conmigo luego de que yo les insultara, entonces esperaron afuera a que yo saliera del bar para agarrarme entre todos. —explicó cruzado de brazos.

—¿Estaban ebrios, verdad? —Jin asintió. —¿Y por qué rayos insultaste a unos hombres ebrios? —preguntó ella cruzada de brazos.

—Estaban molestando a la camarera, no podía quedarme sentado sin hacer nada...

—Oh —Joohyung quedó pensativa. —En ese caso, esta bien, hablé muy pronto...

Seokjin volvió a reír pero esta vez sin gracia, era más una risa irónica. Recordar lo sucedido le hacía hervir la sangre. —Creo que ya he molestado bastante, debo volver a casa. —el chico se levantó a cuestas de la silla.

—No has molestado. —respondió ella también incorporándose.

Jin tomó su abrigo del respaldo de la silla y antes de colocárselo se giró hacia la chica. —Por cierto, ¿en que parte de Seúl estoy? —preguntó con confusión, seguido, abrió sus ojos con un poco de temor. —¿Estoy en Seúl?

Joohyung lo observó con una ceja alzada. Se preguntó si tenía algún tipo de daño cerebral por un golpe en la cabeza.

—Jin, ¿recuerdas haberte golpeado la cabeza? O tal vez que te hayan pegado ahí...

—No —Jin rió suavemente. —Es la primera vez que vengo para estos lados de la ciudad, yo vivo en el otro extremo.

—Oh, uhm, vives demasiado lejos como para volver a esta hora —dijo Joohyung. —¿Por qué no pasas la noche aquí y mañana te vuelves de día? ¡Juro que no tengo otras intenciones! —levantó las dos manos.

Jin no pudo evitar reír, Joohyung le resultaba bastante tierna. Le sorprendía la amabilidad de la chica, tal vez si ella no hubiera pasado por esas calles, él seguiría allí tirado. Definitivamente le debía una.
Se lo pensó unos segundos, no le apetecía nada salir a la calle con el tremendo frío que hacía y la casa de la chica le resultaba acogedora como para dormir allí.

—Está bien, acepto —metió las manos en sus bolsillos y palpó sin la suerte de encontrar algo. —Además, no tengo dinero para un taxi o el bus —Joohyung y él rieron.

Joohyung trajo un par de almohadas y mantas para Jin, éste le agradeció a la vez que se sacaba el hoodie para poder dormir cómodamente.
La verdad era que los dos jóvenes tenían pocas ganas de dormir, por más tarde que fuera. Jin quería saber más sobre la heroína que lo había salvado de morir desangrado -exageradamente- y Joohyung quería conocer a la persona que sorprendentemente había invitado a dormir a su hogar, sabiendo que una de las advertencias de su madre apenas se mudó era que no llevara desconocidos a su casa.

—Oye, ¿tienes café? —preguntó el chico. Joohyung asintió y se dirigió rápidamente a la cocina.

Volvió con dos tazas cargadas de café y una bandeja envuelta con una tela la cual Jin se preguntaba que contenía dentro. Los dos se sentaron frente a frente en el piso de la sala de estar.

—Hotteoks hechos por mi madre... —dijo Joohyung mientras que desataba el nudo de la tela que cubría la bandeja.

Jin sonrió cual niño pequeño y tomó una porción para rápidamente meterlo todo en la boca y saborearlo, era su postre favorito. La chica rió y tomó una porción también.

Y así se quedaron hasta altas horas de la madrugada, con café y una bandeja llena de hotteoks de por medio, hablando de la vida de cada uno y conociéndose cada vez un poquito más.

bts seokjin ; historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora