Parte 28

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Diana.

-¡TE GANE! -y en momentos como estos es cuando adoro las apuestas.

-Por uno -no puedo parar de reír.

-uno a cero, para mi esta bien, hubiera apostado dinero -me quejo de no haber confiado más en mi.

-que bueno que no fue así, ¿ahora que hacemos? ya es tarde.

-no se ya no tengo nada planeado. -respondo mientras me encojo de hombros.

-¿que te parece ir a un campo de tiro?

-me parece genial -subimos en su carro y maneja por las calles con total confianza, como si conociera el lugar a la perfección.

Después de un rato llegamos a un lugar retirado que parece mas que nada un bosque o algún tipo de reserva natural, hay muchos arboles grandes y se puede escuchar agua correr.

-esto no es un campo de tiro -digo observando bien el lugar.

-no, es una reserva natural a las afueras de Pachuca, es un lugar al que me gustaba venir antes, siempre esta solo y nadie escucha nada -eso ultimo lo dice con picardía.

-¿como conoces este lugar? -pregunto un poco perdida.

-creí que era obvio, Mi niña soy de Pachuca, ¿crees que si fuera de CDMX me gustara el equipo de Pachuca? -y es cuando todo tiene sentido.

-pues realmente yo soy de CDMX y no me gusta el America, así que no tienen tanta obviedad... -

-¿que dices si nos adentramos, creo que este lugar te gustara -asiento y tomo su mano.

Caminamos de forma lenta por el lugar por precaución, alrededor no hay mas que arboles y sonidos de animales, pero a lo lejos se ve la luz de la luna, o mas bien cerca ya que no estaba tan lejos, una cascada nos recibe con la luna en su reflejo, al tan solo acércanos nuestros rostros se ven por lo clara del agua, pero también sale un pequeño humo.

-no es una cascada común -Óscar comienza a hablar desde atrás mío- es agua de volcán, por lo tanto el agua es caliente. Y como podrás notar no te traje aquí para practicar tu perfecta puntería -me abraza y con todo y ropa nos empuja a ambos haciendo que caigamos al agua que se encuentra tibia.

Comenzamos a reír y sin decir nada nos besamos de la manera más pasional posible y nuestra ropa comenzó a estorbar, cada uno comenzó a deshacerse de sus propias prendas entre besos hasta que terminamos desnudos en agua de volcán.

Con ayuda del agua logramos movernos en un movimiento rítmico satisfaciéndonos a ambos, los gemidos no fueron controlados ni mis uñas que se encajaban en la espalda de él en cada penetración.

Llegamos juntos al estasis y bajo el agua nos besamos para sellar el encuentro.

Locos EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora