Carlo.
-Queremos saber ¿Quién lo ha golpeado de tal manera?-. Preguntó el oficial mientras me veía a los ojos.
Mi padre ejerció más presión sobre mi hombro, era una advertencia silenciosa. Esta era mi oportunidad para acabar con todo esto, pero si lo hacía mi padre usaría su poder y contactos para salir libre de todo y bueno yo pagaría todo mis errores con sangre, así que por más que quiera delatar a mi padre, tengo qué esperar un poco más. Solté un pesado suspiro mi cabeza empezaba a doler.
-Salí de mi casa a las siente treinta de la noche, me dirigía a casa de mi mejor amigo, tomé un desvío, es algo que suelo hacer seguido. Pasaba por el bosque Verane cuando vi a unos hombres fumando, no le tomé importancia y seguí mi camino, a los pocos minutos escuché pasos acercándose a mi, apresure mi caminar y seguí, me alcanzaron, uno me todo por el cuello mientras los otros tres me rodeaban, intenté defenderme y golpearlos- Mi respiración empezaba a ser cada vez más fuerte debido a la rabia que sentía hacia mi, por no tener el coraje de decir la verdad-. Eran cuatro contra uno, por más que sepa como defenderme, ellos me ganaron en número, me quitaron un reloj, mi billetera y bueno me golpearon por oponerme creó, se fueron y no recuerdo nada más, solo que desperté aquí en el hospital-. Les dije todo eso tratando de que sonara lo más creíble posible, los policías estaban callados.
-¿Podrías describir a los hombres?-. Preguntó el oficial.
-Estaba oscuro, realmente no podría reconocerlos-, lamenté lo sucedido.
-Sin muchos detalles nos costará encontrar a los culpables, pero haremos lo necesario.
Ambos oficiales me desearon el bien y mi rápido recuperación, salieron de la sala sin decir nada más, él doctor Franco y padre hablaron por unos minutos afuera de la habitación, mi mirada estaba fija en la puerta, no quería ver a Dante a la cara, me sentía un puto cobarde, él tomó mi mano, yo levanté mis piernas para tapar la vista y que no pudieran ver nuestras manos entrelazadas.
-Carlo, mírame por favor -. Su voz era tan dulce, tan suave, tan tierna que hacía que mi piel se erizara.
-No he podido hacerlo, no he tenido los cojones para decir la verdad, soy un ¡Cobarde!-. Mi mandíbula estaba apretada, mi voz sonaba ronca y llena de coraje.
-No eres un cobarde Carlo, no es así-Se quedo un momento en silencio.
-Olvídalo Dante, estoy condenado a esta vida, ahora solo olvídalo-. Solté su mano y volví a cerrar los ojos, necesitaba pensar en todo esto, lo que más dolía, lo que dolía hasta la mierda era que mi madre no viniera a ver si estaba con vida, no le intereso ¡Lo sé! Y aún así sigo esperando algo de ella.
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.Carlo fue dado de alta una semana después de su ingreso al hospital, Franco quería retenerlo todo lo que fuera necesario para que su recuperación fuera la adecuada, su instinto de padre sobreprotector se estaba haciendo presente, a Carlo le causaba cierta emoción y dolor ver a los Morettis preocupándose más que su propia familia, su padre no había vuelto a ir, su madre ni siquiera se acercó al hospital y su hermano Valentino se había ido a la milicia al cumplir los 18 años, llevaba un año fuera de casa y todo había sido tan difícil desde entonces. Su padre solo firmó la hoja de alta y desapareció así sin más, el chico trató de excusarse por su padre, diciendo que tenía algo muy importante que hacer. Por eso no lo había esperado ni llevado a casa, Franco llevo al chico a casa y se despidió de él con una suave caricia sobre los rizos del muchacho.
Carlo se adentró a casa, su madre estaba en la sala junto a las señoras de la "Iglesia" rezando, recorrió toda el área de abajo y su padre no se encontraba, llegó a su habitación, le puso seguro y se tumbó a la cama cayendo en un profundo sueño.
La mañana llegó más rápido de lo que hubiera deseado, su cuerpo aún dolía cuando hacía un movimiento brusco, su abdomen estaba morado, su ojo apenas y se notaba un color verdoso y la hinchazón había disminuido bastante, tomó una ducha con agua caliente para aliviar el dolor, se cambió, tomo todas sus cosas del colegio y bajo a desayunar, su madre estaba en la cocina tomando un café y leyendo la Biblia.
-Buenos días Pia-. Saludo por cortesía, hace tiempo que dejo de llamarla mamá.
-Buenos días Carlo-. Respondió la mujer sin despegar sus ojos del libro que tenía entre sus manos, realmente jamás le importó si sus hijos la llamaban madre o no.
Carlo tomó un poco de café, estuvo observando a su madre, ella no preguntó cómo estaba, no le importaba y eso destrozaba a al chico de cabello azabache, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del auto de Alonso quien sonaba el claxon para que Carlo saliera. Tomo lo necesario y sin despedirse de la mujer frente a él salió de su casa y se adentró al auto donde saludó a los dos miembros que se hallaban en él. El camino fue tranquilo y silencioso, Carlo iba tan sumido en sus propios pensamientos que no escuchó ni una sola palabra de lo que le decía su mejor amigo.
-Carlo hemos llegado-. Hablo el pequeño Dante. Carlo reaccionó y ambos salieron del vehículo despidiéndose de Alonso.
-¿Estas bien?.
-Si, pequeño estoy bien.
Ambos entraron al salón de clases, la vista de todos iba dirigido a Carlo, se había ausentado toda una semana, su ojo hinchado y su labio partido dejaban mucho por hablar, el chico no le tomó importancia y siguió su camino hasta su haciento. Las horas pasaron de forma lenta, Carlo estaba un poco impaciente su abdomen dolía y su cabeza también, la hora del almuerzo por fin llegó, Carlo y Dante subieron a la azotea del colegio donde solían comer todos los días.
Ambos estaban sentados juntos comían a gusto mientras hablaban de temas triviales, Dante trataba de animarle un poco y Carlo reconocía los esfuerzos de su amigo. El chico trató de olvidar todo lo malo y concentrarse en lo único bueno que poseía y ese era Dante su mejor amigo, sin duda no se arrepentía ni por un instante haberlo golpeado aquella vez con el balón de fútbol, cuando tenían tan solo ocho años, conocer a dante es y siempre será lo mejor para carlo, el cariño y aprecio que le tenía a su pequeño era algo que le costaba entender. Su corazón se aceleraba siempre que lo tenía cerca, amaba abrazarlo y sentir aquel aroma a jazmín que caracterizaba a Dante.
El día transcurrió con tranquilidad, por fin era hora de salir de esa cárcel llamada escuela, ambos chicos decidieron ir caminando hacia su casa, tomaron un desvío y se adentraron al bosque, ambos habían encontrado un pequeño lugar alegado de todo, había que cruzar un matorral y algunos árboles para llegar pero la vista era hermosa, el lugar era silencioso y tranquilo nadie más conocía esa pequeña parte del bosque, ambos solían ir a jugar, comer y demás cosas. Ambos se sentaron en el pasto verde viendo el gran cielo azul, no decían nada pero no era necesario, no era un silencio incómodo, era todo lo contrario era algo tranquilo y relajante.
Dante tenía su mano sobre el pasto y Carlo con algo de timidez y vergüenza puso su mano sobre la de su amigo, quien con el acto se sobresaltó pero no digo nada, ni movió un solo músculo, se quedaron ahí observando el bello cielo y tomados de la mano, disfrutando de cada momento juntos.
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El capítulo es un asco ¡lo sé!. No tengo mucha inspiración pero trato de llevar con ritmo la historia.
Les agradecería sus opiniones, realmente necesito saber ¿Que les parece?.
Sin más, me despido. Noé ♡
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Amor a Escondidas.
Teen FictionBilogía Amor prohibido: Libro I. Deseo amarte. Pero no en silencio. No quiero ocultar este amor tan grande que nos tenemos. Deseo amarte por sobre todas las cosas. Deseo amarte sin miedos, sin inseguridades, sin escondernos. Deseo que me ames con...