Capítulo 3

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A la mañana siguiente, mi celular suena estrepitosamente y yo, del susto, me caigo de mi cama. Acabo de recordar que no quité la alarma para levantarme en épocas de clase. Lo reviso, apago mi alarma y tomo una pequeña siesta, mintiéndome que me levantaré de nuevo.

No sé qué tanto tiempo pasa, pero despierto una vez más, solo que esta vez no vuelvo a acostar, más bien, termino de acomodarme completamente en la habitación, desvío mi vista hacia la ventana y diviso el paisaje, se ve fantástico, no hay mucho sol y tampoco se siente demasiado frío, – es perfecto para salir a dar una vuelta –, pienso para mí y fijo mi rumbo hacia la salida. Me doy una pequeña ducha sin lavar mi cabello, subo de nuevo a mi cuarto, me cambio y, antes de ir a mi aventura, tomo mi celular, mi guitarra y algo de dinero, bajo las escaleras hacia la planta baja y veo a mi hermano en la habitación contigua a la sala que podría bien ser un "cuarto de juegos", es un poco más pequeño que el garaje, pero bonita, tiene una mesa de billar, junto a otra de futbolín, también hay una computadora de escritorio y un sofá grande al frente de una consola conectada a una pantalla plana relativamente pequeña, frente a este hay un pequeño puff del cual él acaba de apoderarse, justo al lado del sofá hay un refrigerador pequeño, «ya saben, para promover la procastinidad»; mientras uno está embebido en algún juego multijugador en la consola, la otra está frente al plasma más grande que hay en la sala, en su intensa busca de algo bueno para ver y matar el tiempo. Cruzo la cocina, salgo por la pueta trasera y... Tengo que comer, regreso por donde salí y al fijarme detenidamente, mi madre está acomodando algunos platos y otras cosas para servir el ¿¡almuerzo!?, ella me mira, sonríe y, antes de hablar, pone las cucharas y los cubiertos en la mesa. – Hasta que despertaste, me asusté porque parecías un oso hibernando, – intenta bromear y yo río por la expresividad que siempre sazona sus explicaciones, me mira de nuevo, – ¿Vas a salir? –, pregunta, – porque espero no se te haga tarde para venir a merendar, ya sabes que yo no me haré responsable si tu papá o tu hermano terminan desapareciendo tu parte de la comida–, que atenta ella.

Ya dejando los platos en la mesa, nos sentamos y comemos todos juntos, no sucede nada nuevo, hablan de las actividades familiares de mañana, primero Aria convenció a mi papá de poder ir al parque acuático, luego escalaremos con mi papá uno de los volcanes que rodean la ciudad y en la noche supongo terminaremos con alguna noche de películas, si es que logramos decidirnos rápido, también mencionan otras actividades, pero yo tenía mi mente perdida en la laguna, espero no haya muchos turistas.

Termino de comer primero, subo a cepillarme los dientes y, por las mismas, vuelvo a bajar, tomo mis cosas, salgo por la puerta principal y veo que mi papá ya bajó nuestras bicicletas, así que tomo la mía y fijo mi rumbo hacia la laguna, el cual está cruzando el sendero que pasa por el pequeño y frondoso boscaje de más nogales, luego de unos 25 minutos a ritmo lento, viendo el bosque y algún otro animal que se asomaba, sigo mi camino por una zona con tinte pantanoso, está más despejado lo cual significa que ya estoy más cerca de la laguna de San Pablo, al cabo de unos 15 minutos más termino llegando a las orillas de la misma, me siento tentando a lanzarme a nadar un rato pero con el bonito clima que hay no creo que sea buena idea, el jodido frío me terminaría convirtiendo en una paleta helada, así que mejor busco un buen lugar para recostarme.

A pesar de ser otro concurrido destino turístico se encuentra bastante despejado, bueno... Tomando en cuenta que soy el único lunático que viene a estas horas de la mañana estando en uno de los climas más fríos del país. El lado bueno, evito conglomeración y ruido.

Diviso el césped a lo lejos, corro hacia él y me acomodo perfectamente, de mi mochila saco una libreta donde tengo escritas varias canciones que me he estado aprendiendo, todo lo que me han recomendado está ahí. Antes de sacar mi púa, veo a un lunático clavarse como si nada al agua, «no jodas hermano, estás loco», ¿en serio lo hizo?, ¿acaso aprecia su vida?, soy masoquista, pero existen niveles – maldito lunático –, susurro y comienzo a entonar la primera canción que escuché:

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2020 ⏰

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Amor de TomatitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora