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CAPÍTULO TRES

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CAPÍTULO TRES

—Señora Kim, su esposo le envía un obsequio. 

El grupo de amigas detiene su charla cuando una de las asistentes personales de MiYoung ingresa por la puerta del jardín, la mesa redonda llena de dulces y té queda en silencio en lo que observan a la mujer de apariencia fría ingresar con una caja blanca con un moño dorado puesto por encima. El artefacto es puesto en el regazo de la castaña, quien con una media sonrisa posa sus manos en la tapa. 

—Woah, MiYoung. No sabía que TaeHyung era romántico. —bromea JiHeon, la esposa del CEO actual de Chum Churum, la marca más famosa de soju— ¿Qué hay en la caja, eh? 

—Seguro es un collar de perlas. —acotó Yenna, riendo. Era la prometida del hijo del mismísimo presidente e hija del ex CEO de LG.

—Tal vez un anillo de diamante. —siguió Alice, su hermana, mujer de un Legislador. 

—Veamos… —quitó la tapa sutilmente, y vio el interior. Una hoja, no era más que eso.

—¿Un… papel? —los labios de Alice se apretaron para evitar carcajear.

Pero, a diferencia de las consternadas mujeres de lujos grandes, a MiYoung le había encantado el sutil obsequió dado, pues, en el estaba la clave para cada uno de sus futuros logros. Sus dedos trazaron la firma de su esposo, se preguntó la razón de haber tardado tan poco, no fueron más de dos días en lo que se demoró para aceptar la propuesta. Claro, sin saber las verdaderas intenciones de su amada mujer, TaeHyung es un hombre estúpido que suele dejar a sus emociones tomar el control de cada una de las acciones que realiza, por lo mismo, es su padre quien no estaba seguro de dejarlo al mando de una empresa tan importante como Kia, y pues, no se equivocó al dudar.

Las acciones bajan con cada día, y la producción parece ser cada vez más decadente por la desviación de fondos a la tarjeta personal de Kim. Ha estado usando cada won para financiar los lujosos viajes de sus amantes, las joyas, los apartamentos, entre todas esas mierdas que las prostitutas piden. MiYoung no las odia, no se siente capaz de odiarlas, sabe de la posición en que están, y siendo ellas, también se aprovecharía de él. Pero está en otra posición, una más poderosa. 

No existe persona en el mundo que la pueda convencer de dejar atrás su sed de poder. Desde joven su padre siempre ha preferido a su hermano por el simple hecho de ser hombre, es él quien iría a heredar la empresa familiar, dándole a ella una parte de las acciones, a MiYoung no se le hace suficiente, ni justo. Ha tomado muchas lecciones durante el período de escuela, fue la mejor de su clase, e incluso de todo el distrito, aún así, su padre no le quiso dar la oportunidad de convertirse en su heredera. Al poco tiempo de terminar la secundaria se comprometió con TaeHyung, el hermano mayor de la familia Kim. Lo conocía de vista por los eventos sociales a los que disfrutaba de ir, amaba conocer a otros en su misma posición, podría hacer contactos a futuro de los cuales necesitaría. 

Y no se equivocó. 

Uno de sus contactos era Jeon JungKook, Subdirector de Kia. Lo conoció a sus diecinueve años, él era bastante mayor en ese entonces, tenía el mismo puesto y conversaba con su padre sobre negocios. Al hablarle, descubrió que lo que más quería él era impedir que TaeHyung tomara el papel de CEO. 

—¿Lo conseguiste? —preguntó por llamada, sentado en su oficina, la verdad es que tenía miles de tareas por hacer, y desde que el inepto Kim asumió el cargo sus tareas se multiplicaron, eran las tareas que el Jefe no hacía. Ayudar a la esposa de su eterno enemigo significaba poder joderlo, y eso le agradaba. 

—Firmó cada una de las condiciones, lo que significa que soy la siguiente en tomar el cargo. Él sigue pensando que TaeYong será quien lo herede. 

No te emociones, MiYoung. No puedes ser la Directora hasta que él se retire, o en todo caso, muera. 

—Tengo fotos suyas, y creo serán suficiente como para extorsionalo.

Lo dejo en sus manos, Señora Kim.

( ... )

TaeHyung no solía hacer acto de presencia durante el día, a veces, ni siquiera en las noches. Sin embargo, no sabe la razón del porqué ha aparecido esa misma tarde, llegó con su asistente personal a su lado, hablando en susurros por la entrada. Su esposa, quien despedía a las mujeres que llamaba amigas, lo vio entrar con una mirada sospechosa, ¿Él queriendo actuar como un marido atento? ¡Já! Era lo más ridículo existente. 

—¿Sucede algo? —cuestionó al sentir la mirada de él, se sentó sobre el sofá, frente a la enorme televisión de la sala. 

—Recibí tu obsequio, quiero que sepas que… es muy importante para mi tu decisión, significa que después de tantos años tú al fin confías en mí. —se sienta a su lado, cada uno de sus movimientos corporales eran ágilmente manejados con seguridad, demostrando una falsa sumisión que al pelinegro le encantaba creer. 

Naturalmente, por su crianza conservadora, tiene la idea de que las mujeres deberían estar siempre dispuestas a complacerlo. Deben ser sumisas, atentas, y buenas para su marido. La mujer con que se casó cumple lo necesario, aunque a veces parece salirse de control, y eso a TaeHyung le da un poco de miedo, pero no lo admitirá nunca frente a otras personas. 

—MiYoung, sé que no he sido el mejor marido, y no soy ni de cerca lo que mereces. Pero aún así te amo, y confío en tí sin importar nada más. —fue honesto al decir. 

¿Por qué de la nada?

Puede que su honestidad, o su inmadurez, sea lo que le resultaba más fácil a MiYoung de manejar. 

—Yo también te amo, cariño.

—Yo también te amo, cariño

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 god is a woman ➵ ʙᴛs;; kth [✔ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora