CAPÍTULO 2

25 2 0
                                    

Camino por las calles de Francia dirección a mi apartamento para volver a hacer la maleta. Quien me iba a decir que volvería al país donde quise huir una vez y no volver nunca. Subo las escaleras del edificio, desciendo mi mano derecha hacia el bolsillo de mi chaqueta para sacar las llaves y así poder abrir la puerta.

El piso era bastante pequeño, donde tenía un comedor con un sofá de tres plazas negro y una tele de tan solo cuarenta pulgadas, miro a mi izquierda donde se encontraba la cocina abierta. Me dirijo con paso ligero hacia mi habitación para hacer la maleta. Abro el armario y cojo la maleta que estaba guardada en la parte inferior, la dejo encima de la cama y empiezo a colocar la poca ropa que tenía.

Al finalizar llevo la maleta hasta el comedor, dejándola al lado de la puerta y acto seguido me dirijo hacia el mini despacho que tenía el apartamento. Ahí se encontraba una pizarra trasparente donde muchos papeles estaban pegados. Me quedo enfrente observando nuevamente todo.

— Estoy cerca... — suspiro mientras observo la parte superior de la pizarra donde ponía en grande "jefe" y un interrogante. — Te encontraré. – apreto mi puño derecho. – Y esta vez no desistiré.

Empiezo a coger las imágenes que estaban pegadas para guardármelas en una mini maleta aparte, hasta que mi teléfono empezó a sonar, era Walker.

— Dime. — me coloco el móvil en el hombro mientras guardaba las últimas imágenes en la maleta.

— Estoy abajo. – dejo de cerrar la maleta bruscamente.

— ¿Cómo que abajo? – camino hasta la ventana que tenía el despacho para mirar hacia la calle, había un coche negro mate aparcado enfrente de mi edificio y una persona apoyada en el. Nuestras miradas se cruzaron. Él levantó la mano izquierda para saludarme mientras que con la otra apoyaba el móvil en su oreja.

— Bajas o que.

— Voy. – cuelgo el teléfono.

Le observo unos segundos más para después dirigirme hacia la mini maleta, cogerla y caminar hacia la puerta. Hecho un último vistazo a la casa, cada esquina y cada rincón, hasta que al final cierro la puerta.

Cojo el ascensor lo más rápido que pude, pero a veces el ascensor tarda más de lo normal por lo viejo que es. Pero al fin, llego con mi compañero.

— Sí que has tardado. – sus brazos estaban apoyados en el techo del coche mientras me miraba. – Otra vez el ascensor ¿Verdad?

— Sí... - llevo mis maletas hasta el maletero. – Va siempre lento.

— No hace falta que te justifiques. Te recuerdo que he ido más de una vez a tu apartamento por los casos y se cómo es ese ascensor.

— Es verdad. – coloco con cautela las maletas cerrando el maletero tras ello. – Echaré de menos todo esto. – camino hasta la puerta del copiloto mientras observo el edificio.

— No es una despedida, es un hasta luego. Encontraremos otros apartamentos en los Ángeles. – se sienta en el asiento y yo hago lo mismo – Aunque a ti no te resultara difícil encontrar uno. – arranca el coche – Eres de allí. ¿No?

— Si... - miro hacía el frente mientras apoyo la parte trasera de mi cabeza en el asiento.

— Cambiando de tema, respecto al caso que investigas por tu cuenta, ¿Cómo lo llevas?

— ¿Aun te sigues acordando? – le observo unos segundos mientras aparecía una breve sonrisa en mi rostro.

— Crees que se me olvidaría. – lo dijo de forma irónica. – Ese caso es muy potente para que solo una persona lo lleve.

LOS CUERVOS ROJOS 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora