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El pelinegro, desde sus cosechas de buen agricultor, lograba observar la guarida de Luzu, la cuál le brotaba lava, algo que le daba cierto miedo, no quería que ocurriese nada malo.

-Jode' macho, ¿Qué te habrá pasado tío?...- Se preguntó así mismo, con el ceño ligeramente fruncido, entre confusión y nostalgia.  -¿Habrá sigo mi cul...?-

Un estruendo lo interrumpió, un meteorito había caído en su terreno, aplastando parte de él, lo cual provocó que los cristales que impedía que sus animales escaparan se rompieran, haciendo que sean libres.

–¡Dioses! - Atinó de decir con un hilo de voz, corrió apresuradamente hacia el lugar, todas sus cosas estaban ahí, incluyendo a su esposa, Mónica y a Adan, los cuales se habían convertido en una parte importante en su vida.

-¡Pero tío!, ¿Qué a pasa'o?- Preguntó el psicólogo con notoria preocupación, pasando sus manos por su cabello, mostrando desespero -¡Esto no puede ser!- Exclamó con molestia y agitación, no podía creer lo que había pasado.

¿Un meteorito?, ¿Le cayó a el?, Esas cosas sorprendentemente, le suelen suceder más a Vegetta.

Rebuscó por dónde había ocurrido el impacto, no había destruido casi nada, puesto que su propiedad era demasiado protegida, con abundantes materiales reforzados, soltó un suspiro de alivio, al fin calmandose.

El alcalde de Karmaland no tardó en aparecer, en casa de su mano derecha, Raúl sabía que era el, puesto que lo observó desde lejos, así que desactivó rápidamente las torretas y recibió a su gran amigo.

-¿Todo bien Auron?, Estoy seguro de que justo en tu propirdad calló un meteorito...- Dijo, algo preocupado, pues se trataba de su psicólogo, mano derecha y amigo.

-¡Por favor! Sabes que mi búnker es inexpugnable, jamás le pasará nada.- dijo el contrario con una pequeña sonrisa, para que así su amigo no se preocupase. –Pero hombre, ¡Que rápido llegaste!– Soltó con alegría, y con un ligero tono interrogativo.

–¡Claro, soy el alcalde!– El ojiverde, se unió a las risas de su amigo, se hablaban con mucha familiaridad.

Mientras tanto el castaño miraba desde las montañas. -¡Gracias dioses!- dijo con alegría, (pero no podía negar que estaba un poco celoso).

Al ver como el hogar de su antiguo amigo había sido destruido sonrío, bueno, al menos una pequeña parte de este, pero lo suficiente para que se distraeran en ello.

Volteó a ver a su expareja y roomie, Lana, quién lo observaba con desaprobación. -I can not believe it Luzu ... -[No puedo creerle Luzu...] dijo cruzada de brazos y con el ceño fruncido, haciendo un ligero puchero.

El mayor pasó un brazo por el hombro de la contraria. Éstos se miraron, el mayor con una pequeña sonrisa, mientras que Lanita se separaba un poco de éste, con una mueca.

-Does this make you feel better ...? [¿Acaso esto te hará sentir mejor?] - Preguntó, activando su modo psicólogo.

El anterior esquivó la mirada de su compañera, volteando a otra parte, no quería contestar aquella pregunta, pero para Lana no era necesario que lo hiciera.

Comprendiendo la situación, la contraria colocó una mano en el hombro del castaño, en forma de consolación.

-Yo... Gra-gracias... –Dijo, para después recibir un abrazo de Lanita, uno lleno de sinceridad. Él correspondió éste de inmediato.

Los dos se habían recostado en el césped, tal y como lo hacían cuando estaban enamorados, el de ojos rubí escuchaba a la menor, la cuál lanzaba flores a la compañera de su vecino. En algunas situaciones, el castaño reía con dulzura, claro, Lana lo acompañaba en sus risas.

Esa era una de las pocas veces que Luzu sonreía, y eso a su expareja le llenaba de vida, aunque lo suyo haya sido pasajero, lo quería demasiado.

Ambos se retiraron, el de negro no había olvidado su misión, había oscurecido, era perfecto para hacer lo que estaba por hacer.

El oscuro cielo lo acompañaba, siendo la Luna la única fuente (que por cierto era por el Sol) de luz en ese momento, cargaba con dinamita, y mucha dinamita, listo para explotar el ayuntamiento de Karmaland, además tenía su traje en su mochila. Se colocó su máscara de calavera carmesí para caminar hacia aquel lugar.

Una vez llegó, entró sin llamar mucho la atención, no había absolutamente nadie, sería fácil, en primer lugar no habían cámaras, ¿Qué clase de alcalde no pone cámaras en el ayuntamiento de la ciudad?, Sin duda el hubiera sido un mucho mejor alcalde, bueno, al menos hubiese colocado cámaras de seguridad, y muchos más guardias.

Colocó la TNT dentro y por todos lados del ayuntamiento, empezando por la oficina de su queridísimo amigo. Una vez terminó de colocar toda la dinamita, salió con cautela, se escondió en un arbusto, y con su arco tiró un flechazo, el cual dió a parar a una de ellas, provocando una explosión, seguida de otra y otra, provocando una muy grande.

El ayuntamiento era historia.

-¡¿PERO QUE COJONES?!- Preguntó el pelinaranja con rabia y confusión, yacía en el suelo, a causa de la fuerza de la catástrofe.

Miraba como ese lugar estaba hecho escombros, todo, no quedaba nada. Ya ni siquiera los impuestos, los cuales estaban en un cofre con contraseña, el cual, antes de la explosión, había sido abierto por el castaño, el cual había conseguido la contraseña.

Se levantó rápidamente, volteó a todas partes buscando al culpable.

Mientras el de largos cabellos volteaba hacia otro lado, el de máscara roja salió de su escondite, empezando a correr, claro, sin hacer mucho ruido. Justo el ojiverde miró hacia atrás, logrando observar entre la oscuridad una persona de negro, la primera que le vino a la mente fue el excandidato a la alcaldía.

Rápidamente fue donde la comisaría, dónde aún se encontraba el de casco en sus horas de servicio, bebiendo un café y tratando de no quedarse dormido.

-¡Pero bueno!, Alcalde, ¿Qué hace aquí?- Lo cuestionó levantándose de su asiento. -¿Qué pasó?, ¿Está bien?- Agregó, notándose preocupado.

Alex se retiró el casco y lo dejó sobre la mesa, acercándose al alterado. El menor trató de relajarlo.

-¡Oficial, el ayuntamiento...!- Exclamó Lolo aún desesperado, –...¡E-explotaron el ayuntamiento! – Pronunció al fin.

El contrario lo miró incrédulo.

Eso no era lo único que Luzu haría.

Esa no era su venganza.

Ese solo era el comienzo de algo muy grande.

Psychopath - LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora