Capítulo 14

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Después del décimo octavo intento, Percy perdió total interés. Ya sea por su déficit de atención, o quizás por el simple hecho de que estaba aburrido, pero actualmente se hallaba analizando minuciosamente las orejas de Medea Lily. Realmente no lo pensó en un comienzo, pero tras unos minutos sus ojos verde azulados no podían dejar de ver con curiosidad las élficas puntas que sobresalían del lacio y pálido cabello azul.

Su mano siniestra se estiraba sigilosamente, extendiendo el dedo índice con claras intenciones de rozar la cavidad auditiva, sin saber que dicha acción había sido percatada por la Servant que en lugar de reprocharle algo terminó paralizándose y obteniendo un rubor creciente en sus mejillas. Percy tenía al menos como excusa el haber conocido a alguien con un rostro, estatura, actitud y demás características imaginables de duende, sin contar que también era capaz de prenderse fuego, pero nunca había visto a alguien con tales orejas más allá de las películas de fantasía.

 Percy tenía al menos como excusa el haber conocido a alguien con un rostro, estatura, actitud y demás características imaginables de duende, sin contar que también era capaz de prenderse fuego, pero nunca había visto a alguien con tales orejas má...

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-Ya tócalas de una vez! – un grito sacó su ensimismamiento al semidiós, siendo que la propia bruja de Colchis estaba cansada de tanto suspenso.

Suspenso que nadie se atrevía a romper ya que era mucho más interesante que ver a Gudako tener espuma en la boca mientras era sostenida por Mash y un robusto, dígase mejor gordo, Servant. Todo esto sucediendo al mismo tiempo que un sujeto con sombrero de ala y un ser de gran estatura que portaba una máscara cadavérica fulminaban con la mirada al pobre semidiós que trataba lo mejor posible el controlar su distracción.

-Ehm...puedo? – topándose con la tímida mirada de la joven Medea, el Jackson cuestionó tras percatarse que de seguro ella se sentía incómoda por su culpa.

Carente de respuesta vocal, todos pudieron solo ver que la Caster asintió, para posteriormente juntar con fuerza los labios e impedir un chillido cuando sintió un par de dedos rozando sus puntiagudas orejas. Acto seguido a ello, el semidiós atestiguó el momento en que la misma pelirroja que ignoró minutos atrás jaló con fuerzas del brazo siniestro de la Servant para abrazarla posesivamente mientras volvía a alzar su propia mano derecha e intentaba hacer brillar unas curiosas marcas.

-No vuelvas a acercarte a ella! – exclamó la Fujimaru, con la esperanzas de que esta vez funcionaran sus Sellos de Comando.

-No vuelvas a acercarte a ella! – exclamó la Fujimaru, con la esperanzas de que esta vez funcionaran sus Sellos de Comando

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Qué hiciste esta vez, Percy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora