3ro. La puerta abierta

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Esta semana, Kongpob estaba en casa de sus padres. Seguía siendo de mañana, pero su madre ya estaba ocupada en el jardín, charlando con el jardinero que regaba el césped y las otras plantas. Kongpob apareció en la puerta, acercándose a su madre, abrazándola y dándole un beso en la mejilla.

—Hueles bien —comentó su madre. —Seguro acabas de tomar un baño.

—Uhm —asintió Kongpob. —¿Qué hará luego de esto?

—Cocinaré —respondió ella. —Pero primero debo ir al supermercado.

—¿Y papá?

—¿Papá? —Su madre se sentía curiosa. —¿Qué hay con tu padre?

—¿A qué hora llegará a casa?

—A las 7 —respondió su madre. —¿De verdad olvidaste su hora de salida?

—Bueno, sólo...

Kongpob estaba nervioso. El día de hoy era tan importante, pero lo acababa de hacer hizo que su madre sospechara.

—Ow, ¿es ahora cuando mi hijo se distancia de su hogar? ¡OH, cierto! Te graduarás en menos de seis meses. ¿Quién te dijo que crecieras tan rápido? —La mujer, quien había vivido por más de medio siglo, se rio de su hijo.

—Mamá —Kongpob se colgó de su madre. —No me distanciaré de usted.

Su madre rio.

—Vamos, debes dejarme ir. Debo irme.

Cuando Kongpob liberó al fin a su madre, ella miró con profundidad a los ojos de Kongpob. Eso hizo que Kongpob se sintiera incómodo y que no pudiera regresarle la mirada a su mamá.

—Tienes algo que decirle a tu padre, ¿no es cierto? —Intentó adivinar la madre de Kongpob. La expresión que hizo Kongpob le aseguró a su madre que había adivinado bien. —Oh cielos, desearía que eso hubiera pasado hace 5 años, cuando aún cursabas el bachillerato.

Kongpob se sorprendió por su reacción. ¿Estaría todo bien? Se preguntó a sí mismo.

—Debiste hablar con nosotros antes —ella dio palmaditas a la cabeza de Kongpob— y más seguido.

Kongpob seguía estupefacto en su lugar. Sus ojos siguieron los movimientos de su madre.

—Me pregunto por qué prefieres tus hermanas a tus padres —su madre se alejó y entró a la casa.

Kongpob al fin pudo recuperarse antes de recordar llamarle a su novio.

—Hola, P'Arthit. Perdona que no te llamé anoche. Me quedé dormido apenas llegué a casa.

—Hmm, lo sé —hubo una respuesta corta por parte del mayor. —¿Ya hablaste con ellos?

—No aún. Estoy esperando a que mi padre vuelva a casa del trabajo —respondió Kongpob. —¿Ya estás de camino a casa?

—Estoy por irme —de nuevo otra respuesta corta. —Hablemos más tarde.

Kongpob sabía claramente lo intranquilo que su novio se sentía en ese momento.

—De acuerdo, mensajéame más tarde.

—Espera, Kongpob —Arthit llamó apresurado la voz del menor antes de que este colgara la llamada. —Gracias... por llamarme hoy.

En ese momento, Arthit no podía ver ni la más pequeña sonrisa en el rostro de Kongpob. Este no era psíquico, pero por suerte, pareció que Kongpob llamó en el momento perfecto.

—Ve a casa con cuidado, P'Arthit.

Kongpob pasó el resto del día en la cocina con su madre y luego vieron la televisión juntos. Después, tomó una siesta por una hora hasta que un mensaje llegó a su teléfono, haciéndolo sonar.

2. InseparablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora