2. Inseparables

6to. La efeverscencia

—P'Arthit...

Otro susurro más de Kongpob y Arthit perdió. Dejó que el más joven subiera su camiseta y expusiera su pecho. Se dio por vencido así como así.

—Mmmhh...

Los besos en los pezones de Arthit lo hicieron estremecerse. Podía que Kongpob se haya reído por el sonido que acababa de dejar salir. Arthit golpeó la cabeza de Kongpob cuatro veces hasta que el chico dejó de besar su estómago.

—¿Hmm? —El rostro de Kongpob mostraba una expresión inocente.

—¿Acabas de reírte de mí?

Kongpob sonrió.

—Bueno, sólo me alegra que reacciones tanto a mi toque.

Arthit se quedó sin palabras. Sí, tenía razón. Reaccionaba mucho por él. Así era como había sido siempre.

—Entonces no lo volveré a hacer.

Arthit volteó la cara, pero eso sólo hizo que Kongpob riera. Abrió las piernas de Arthit y empezó a atender el miembro de su novio. Arthit, quien pretendía no importarle su novio, no pudo contener sus gemidos mientras su respiración se hacía más pesada.

Kongpob se inclinó para besar al hombre que estaba recostado, excitado debajo de él. La mueca en su rostro le aseguró que Kongpob era el ganador esta vez.

Arthit no pudo atreverse a rechazar los labios de Kongpob cuando estos tocaron los suyos. Admitió la derrota.

—Mmmhh...

Arthit inhaló por la nariz ya que Kongpob tomó sus labios. Mientras sus lenguas jugaban entre sí, Arthit pudo sentir que la mano de Kongpob dejaba de acariciarlo.

Kongpob se puso de rodillas y le sacó a Arthit toda la ropa que aún traía puesta, de pies a cabeza. Una de sus manos bajó a la entrada de Arthit.

Y allí estaba otra risita de Kongpob.

—Te preparaste en el baño —dijo. —¿No puedes dormir bien si no lo hacemos? —Siguió hablando Kongpob. Su dedo se introdujo.

—¡A-Anngghhh!

—¿No puedes, P'Arthit? —Kongpob no dejó de preguntar.

—¿D-De qué mmhh h-hablas? —Arthit intentó terminar la pregunta entre sonidos de placer.

—¿No puedes dormir sin hacerlo luego de prepararte en el baño? —Kongpob repitió la pregunta sin detener los movimientos de su mano allí abajo. Incluso introdujo otro dedo.

Arthit negó con la cabeza. Su cuerpo se estremeció por la intensa estimulación.

—Nggghh... no... Kongpob... mmmhh ¿hacer qué?

Kongpob sonrió.

—El amor.

Arthit se sorprendió por la franqueza pero no tenía mucha energía como para reaccionar a ella.

—P'Arthit...

—Mmmhh... —el susurro justo sobre su oreja hizo que Arthit se estremeciera.

—Respóndeme...

Arthit negó con la cabeza, esta vez con prisa.

—Nggghh no... mmmhh no puedo... Kongpob nggghh suficiente...

—No podrás dormir bien, ¿cierto?

Arthit asintió inmediatamente después de escuchar la pregunta de Kongpob. Arthit no tenía opción.