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No entiendo. Toda la tarde estuvo soleada y de repente se acerca una tormenta. El cielo se está poniendo demasiado oscuro y los truenos aparecieron de la nada. Creo que tendremos que quedarnos aquí, en casa de Johana.

- Parece que si. Pobre chica, es muy rara y no tiene amigas. Supongo que esta tormenta le vino muy bien, es el pretexto perfecto para que convivimos con ella.

- Bueno, hay que avisarle. Debe estar arriba.

Ambas chicas subieron a la azotea. Una vez allí, encontraron a Johana en la orilla con los brazos extendidos y los ojos en blanco. La escena era algo perturbadora.

- Johana.....¿estas bien?

La chica dio un salto y salió de su trance de manera abrupta.

Inexplicablemente la tormenta se detuvo.

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