El anillo

0 0 0
                                    

No sabías todo lo que podía darte aquel anillo y tampoco sabías todo lo que te podía quitar. Claro que lloraste cuando te lo dió, te hizo la promesa de paz dentro de su universo y como siempre, le creíste, por que tu ingenuidad, tu inocencia y tus ganas de ese cuento de hadas obviamente es más grande que tu razón. Por supuesto él tampoco es tonto, siempre has sido la presa fácil, el ciervo que cae, sabía que si el momento era el indicado, que si te sonreía, te hacía sentir segura entre sus brazos y te miraba con amor, su plan saldría perfecto, sin detalles ni fallas, tu te rendirias a sus pies y una vez más él habría ganado. Ganó.
—No seas tonta— te dices a ti misma— él solo hace eso cuando aquel líquido entra dentro de su cuerpo y toma posesión de su alma y de su mente, pero en el fondo sabes que las cicatrices no te engañan, que el dolor mental sigue ahí, que los recuerdos duelen y las heridas se abren.
Has aguantado tanto, quieres huir, sabes que te espera el futuro perfecto si te vas sola, la bocas que te rodean te dicen todo el tiempo que eres fuerte, inteligente y hermosa, que no hay nada que pueda detenerte y que puedes cuidarte sola, no necesitas la seguridad que él te brinda y por un momento te sientes empoderada, sales a la calle con tu coleta alta y tu expresión de fiera imposible de dominar cuando de repente el brinca de entre la maleza y aunque es imponente y poderoso, se comporta como un cachorrito, te da calor, ternura, amor... Y en tu perdición romántica y tonta, le crees, siempre le crees y entonces recuerdas que aunque odias admitirlo, lo necesitas. Ganó de nuevo.

El loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora