Tercera Parte

6.6K 148 3
                                    

Amy contiene la respiración cuando se da cuenta del juego que estoy jugando, y el polígrafo suena otra vez.

—No sé lo que quieres decir —dice, ganando confianza, mientras que yo soy incapaz de reprimir una sonrisa.

— ¿Alguna vez has pretendido no entender lo que digo, para evitar responder a una pregunta?

Ella me lanza una mirada burlona, sin molestarse en responder, y yo me inclino hacia delante, acercándome.

—Podría continuar con esto todo el día, Amy. Podría hacerte una pregunta tras otra, y descubrir todo con lo que has fantaseado, todo lo que quieres de mí...

Su pulso salta de nuevo, su detector de mentiras la traiciona. Cierra los ojos, dándome un permiso silencioso para continuar.

— ¿Alguna vez has deseado que te tome en mis brazos y te bese?

—Sí —murmura, con una sonrisa seductora extendiéndose por sus rasgos.

— ¿Alguna vez me imaginaste haciéndote cosas completamente inapropiadas, aquí mismo, en el trabajo?

— Zayn... —susurra, sus ojos me suplican que ponga fin a esto, que la bese, que tire de los cables sobre su cuerpo y los reemplace con mis manos. Y, ¡Dios!, pienso hacerlo, pero no hasta que haya prolongado esto un poco más.

— ¿Alguna vez has pensado en mí mientras te tocas?

El polígrafo ahora emite pitidos intermitentes, su precisión está completamente alterada por la excitación de Amy. No importa, no necesito una máquina. Ella asiente con la cabeza en respuesta a mi pregunta, acariciando mi mano cuando yo la extiendo para acunar su mejilla. La situación también me está afectando, estoy cada vez más duro, y el suspenso es una tortura para ambos ahora.

— ¿Alguna vez te has imaginado sentada en esta silla, con mi lengua entre tus piernas?

Amy jadea ante las inesperadas palabras, su creativa imaginación trabajando intensamente.

— ¡ Zayn! ¿Besas a tú técnico de polígrafo con esa boca?

Sus palabras, exageradamente escandalizadas, son el último empujón que necesito, y me inclino a hacer exactamente eso, deteniéndome por un momento y retirándome antes de que ella pueda responder. El polígrafo está emitiendo agudos pitidos, casi constantes, y ella pulsa un botón para silenciarlo, terminando el programa en el proceso.

— ¿Estás húmeda en este momento, Amy? —Retiro el monitor de pulso de su dedo, y luego los otros sensores, uno por uno—. ¿Me deseas profundamente dentro de ti?

—Sí —suspira contra mis labios, seduciéndome a su vez—. Sí, sí, sí, sí…

Mi polla salta ante el consentimiento, y la interrumpo con un beso rudo e insistente.

Ella entrelaza los dedos en mi cabello, devolviéndome el beso con un hambre que me quita el aliento. Su aroma a fresa y vainilla hace girar mi cabeza, y hago que se ponga de pie, para aplastarla contra mí. Ella se presiona contra mi cuerpo con un suspiro de satisfacción, dirigiendo hacia mí su considerable talento para la tentación.

Sin embargo, estamos en el trabajo, y si alguien llega a visitar a Amy, vamos a tener problemas para explicarnos. Debería sugerirle posponer esto hasta que estemos fuera de la oficina, pero, ¡Dios!, la deseo tanto...

—Espera —le murmuro, y me dirijo a desplazar el cartel de “ocupado” en la puerta de la sala de conferencias. Como precaución extra, coloco una silla bajo la manija de la puerta, y luego vuelvo a Amy.

Sus hábiles dedos se ponen a trabajar en mi cinturón, tan pronto como estoy a su alcance, y me río en voz baja contra su garganta, cuando mueve sus dedos a lo largo de mi polla.

—Es mi turno para hacer las preguntas —susurra—. No puedo pensar en un detector de mentiras mejor que este...

Quitándole la camisa, y dejando besos en los bordes de la tela de su sostén rojo, saboreando la piel con mi lengua, espero; mi pulso se acelera con anticipación.

— ¿Alguna vez has fantaseado con esto, Detective? ¿Cuando estás solo en la noche, sólo tú… y tu imaginación?

—Sí... —Desabrocho su sostén, y mi polla salta en su mano ante la vista de sus pezones perforados. Ahora, eso es algo que nunca hubiera imaginado, aunque tal vez la historia del concierto de rock tendría que haberme puesto sobre aviso. Ella emite una risita cuando muevo mi lengua sobre ellos, y aprieta un poco su agarre sobre mi duro eje. Acaricia de arriba hacia abajo mi longitud, no lo suficiente para llevarme muy lejos, pero, aún así, de manera deliciosamente enloquecedora.

—Y, ¿alguna vez has querido introducir la mano debajo de mi falda, y ver si estoy usando ropa interior?

No puedo resistirme a comprobarlo, al instante en que pone la idea en mi cabeza, encontrando la delgada tela entre sus piernas, caliente y húmeda por su excitación.

—Mmmm, mmm...

Ella emite un pequeño grito cuando me deslizo dentro de su ropa interior, cubriendo mis dedos con los calientes y resbaladizos jugos de su coño, y luego acariciando su clítoris con mi pulgar. Ella inclina sus caderas hacia mi tacto, y me devuelve la caricia de igual manera, haciéndome gemir apreciativamente.

El polígrafo (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora