No. 1 || Nobody Told You How To Unfold Your Love

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Jason lanzó al tipo contra el basurero y comenzó a caminar fuera del callejón. Luego, se detuvo, recordó lo que el bastardo había tratado de hacer y, regresó para romperle el otro brazo. Al menos ahora el infeliz tendría un lindo recordatorio para cuidar en donde pone las manos. Bueno, la mano.

El hombre gimoteó. Jason escupió algo de sangre hacia un lado y limpió los residuos de saliva de su mentón.

–Me parece que esto te pertenece –dijo, al tiempo que se inclinaba a una distancia prudente de la joven que temblaba con los ojos bien abiertos contra la pared.

Su tono había cambiado para con ella, mientras le extendía el broche, con una expresión llena de empatía en su mirada clara. Era de día, así que no llevaba puesta su capucha. La chaqueta de aviador iba desabrochada sobre cualquier camisa que había tomado de su armario al salir a hacer algunas compras para la cena.

–Fue increíble la manera en que te defendiste –Jason aduló, bajo, delicado. No voy a hacerte daño, era el mensaje oculto en su voz. Yo no voy a hacerte daño, porque, de verdad, él no lo haría. Jamás–. No creo que ese sujeto vaya a volver a ver con ese ojo, tu gancho derecho es impresionante –dijo y trató de sonreír.

Ella no pareció reaccionar, fuera de las respiraciones raquíticas y temblorosas que bajaban y levantaban su pecho.

La joven frente a él no debía tener más de veinte años. Su cabello era corto, negro hasta el hombro. Sus ojos eran grandes, de pestañas pequeñas y embarradas por las lágrimas de terror que había derramado. Jason pensó en que ella era muy bonita para tener que sentirse así, luego, pensó en que, realmente, ninguna mujer debería tener que sentirse así para empezar. Asustada. Vulnerable.

Confundida.

–Hey, todo está bien ahora –Jason lo intentó de nuevo– ¿Quieres que golpee al bastardo un poco más? Igual, tengo el firme presentimiento de que un tal Red Hood va a matarlo esta noche... Ese bastardo no va a hacerte daño de nuevo, pequeña. Ni a ti, ni a nadie más.

La chica sollozó. Algo como un jadeo húmedo dejó sus labios, al tiempo que trataba de coger aire y negaba con la cabeza.

Él no sabía realmente a qué era lo que la joven estaba negando, pero, tenía la certeza de que ella tampoco debía estar muy segura. Con cuidado, haciendo su cuerpo lo más pequeño que podía, se acercó de cuclillas hacia donde la muchacha se hallaba. El broche entre sus manos tenía aun la sangre que no había podido salir cuando trató de limpiarlo con su playera.

Jason observó a la niña una vez más. Y es que, eso era ella.

Una niña.

–Oye, sé que este no es un buen momento, pero necesito que sepas algo ¿Bien? Y es que eres la mocosa más asquerosamente valiente que he conocido jamás. Y no estoy exagerando en lo más mínimo –le aseguró, sus ojos azules posados fijamente en los de ella–. Lo que ese bastardo hizo... lo que el maldito trató de hacerte... no fue culpa tuya. No lo fue en lo absoluto. Él es un imbécil, un malparido, que te juro irá al hoyo más profundo de las fosas comunes de Gotham como le ponga las manos encima, pero, tú... Tú eres una heroína ¿Lo entiendes? –le preguntó, su mirada casi suplicando que lo entendiera– ¿Puedes creerme cuando te digo que eso es lo que eres? Una mujer fuerte y endemoniadamente valiente ¿Puedes creerlo?

Ella lo observó, mientras hablaba. Sus ojos negros estaban hinchados, sus mejillas rojas, una de ellas inflamándose por la paliza que el malnacido había comenzado a darle para que se quedara quieta.

Jason hizo una nota mental en su cabeza para castrarlo antes de volarle los sesos y cortar su cabeza en dos.

La joven hizo un mohín, cogiendo un poco de aire para suplicar.

BatFamily One Shots || Los 29 Días Más DolorososWhere stories live. Discover now