No. 6 || Wishing you could see me Standing There

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Habían pasado dos días. Dos días completos.

La puerta de la mansión se abrió y por ella entró el gran hombre, dueño de industrias Wayne, propietario aun de una especie de ocupación mucho más intrigante, y el sueño húmedo de demasiadas chicas.

Sin embargo.

Bruce recorrió airado el vestíbulo de su hogar y comenzó a remover papeles, sus manos no se detenían en las esquinas pegadas, Dick dudaba que estuviera leyendo algo de todo ese desastre siquiera. Su corbata estaba desanudada, su cabello un poco menos que perfecto, sus zapatos en una sombra de negro que no era la que él prefería.

−Traes la bragueta desabrochada −Dick comentó detrás de él, poniendo la cereza en el pastel con casual elegancia, mientras observaba como su padre ni siquiera daba un respingo. Bruce no le miró, él siguió removiendo papeles, mientras murmuraba cosas inteligibles−, pero, veo que eso es lo último que te importa.

Richard tenía entre quince y dieciséis años en ese entonces, más o menos la edad en la que se había comenzado a parecer más John que a Mary. Los pantalones deportivos que llevaba le quedaban holgados en la cintura y se ajustaba en sus piernas, había estado practicando.

− ¿Quieres por favor pasarme el portafolio con los sellos que dejé en la sala? −Bruce inquirió, mientras sacaba de entre el bonche de documentos lo que parecía ser la hoja que estaba buscando.

Dick se acercó, con la carpeta que había tenido entre los brazos desde que escuchó a su padre llegar.

−Esa hoja no es −dijo no sonando poco amable, su mirada lucía tierna en los bordes, segura y cálida a un tiempo en el centro−. Es esta, ya la he sellado y está en un sobre lista para enviar.

−¿Le has puesto−

Dick asintió.

-Las direcciones de las diferentes sedes, tu correo de la oficina y un cordial saludo que me pareció apropiado luego de la tardanza en las negociaciones. El cartero pasará por el envío mañana a las siete, también he preparado algo de lasaña y Jason está arriba haciendo su tarea −porque, si la amabilidad caminara, probablemente lo haría con los pies de Richard, y sonreiría con su sonrisa también. Con la misma sonrisa que él le estaba dirigiendo a su padre justo ahora.

Bruce tragó, mirando a su hijo por una vez solo para apartar la mirada. Dick se acercó un poco más a él.

−Tienes la bragueta desabrochada −Dick repitió, más cerca, sus manos encargándose del cierre de una manera juguetona, antes de apartarse un poco solo para verlo.

−Gracias −fue lo único que Bruce pudo decir, escueto.

−Es enserio lo de la lasaña, está en la cocina, tal vez podrías comer un poco −Dick repitió, el cabello negro caía por su frente exactamente como lo había hecho el de su padre John antaño, sus ojos centellando en una preocupación que le venía tan natural, justo como los de su madre.

Bruce tragó.

−No tengo mucho apetito justo ahora...

− ¿Qué ocurre? −y las manos de su hijo se posaron en sus antebrazos, las yemas rozando la piel por encima del traje apenas. El mayor de los Wayne se aferró al borde de la mesa del vestíbulo para no caer. Estaba tan cansado−. Bruce...

−No tiene importancia −porque, comparado con el dolor que sentiría el gran hombre solo unos años más tarde, lo que sentía en ese momento, era cosa de nada. Sin embargo, no había manera que él aquella tarde pudiera saberlo−. No es nada.

Dick lo observó, en aquel entonces él era más bajo que su padre casi por media cabeza, el estirón que lo pondría a la altura del playboy sería en julio, un verano más tarde que esa escena.

BatFamily One Shots || Los 29 Días Más DolorososWhere stories live. Discover now