Extra uno

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Recostado en la cabecera de la cama, Lan Zhan leía un libro. En el suelo, Wei Ying revisaba su reciente adquisición de frascos con ingredientes raros de conseguir.

—Lan Zhan, ven a ver.

Tirado sobre la alfombra, el pelinegro tomó un frasco de aspecto extraño. El contenido era negro y baboso.

—Lan Zhan, estoy aburrido.

Destapó el frasco y un olor nauseabundo provocó en él una tos seca. Lo volvió a tapar y siguió inspeccionando.

La familia Lan y la familia Jiang habían decidido pasar las vacaciones de invierno juntos, pero Lan Zhan y Wei Ying habían declinado, así que llevaban una semana en casa sin hacer gran cosa.

Ignorado nuevamente, Wei Ying al fin se molestó por la poca atención recibida. Dejó tirados los frascos y gateó hasta la cama donde yacía Lan Zhan, quien seguía imperturbable en su lectura mañanera.

Sin mucha dificultad, se arrastró sobre la cama, pero Lan Zhan seguía leyendo. Sonriendo maliciosamente, se montó a horcajadas sobre la pelvis del joven, apretando su agarre con la fuerza de ambas piernas. Finalmente obtuvo la atención deseada.

—Wei Ying.—Lo llamó, detrás de la portada de su libro.

Fingiendo no haber escuchado, sin prisa y como si se tratara de algo casual, comenzó a desabotonar la camisa de Lan Zhan, dejando al descubierto un pálido pecho masculino, que conforme iba soltando los botones subía y bajaba con más prisa.

Alentado por esa reacción, Wei Ying se inclinó y metió a su boca un botón rosa, delineando la rugosa piel con la lengua, obteniendo como respuesta un siseo. Usando un poco más de fuerza, chupó y mordisqueó con los dientes, deteniéndose solo para golpear con su lengua el ahora rojo botón, creando suaves vibraciones que provocaron Lan Zhan se removerá bajó su cuerpo.

—No sabía que eras tan sensible.—Dijo Wei Ying al apartarse, envolviendo con sus dedos el botón maltratado.

En su intención de continuar con el otro botón, su cabello fue jalado, viéndose apartado. Los labios de Lan Zhan estaban sobre los suyos y Wei Ying de inmediato abrió su boca, dejando que una lengua habilidosa explorara cada rincón. El sabor y el olor, embriagaban a Wei Ying, quien se molió encima de Lan Zhan, intentado conseguir un poco de fricción para si mismo.

—Wei Ying, deja de jugar.—Habló Lan Zhan con un tono de voz visiblemente afectado, rompiendo con el beso.

—No.—Se negó Wei Ying. Los besos no bastaban, tampoco las caricias, necesitaba más para llenar.

Cautivado por el sonrojo que subía por el cuello de Lan Zhan, gimió, retorciéndose y ocasionando su trasero sintiera algo dudo y grande rozarle.

Juntó su boca a la de Lan Zhan una vez más, pero esta vez fue un beso lento, de esos que sólo te avisan algo se aproxima.

Empujándose hacia abajo, Wei Ying quedó de frente a un bulto bastante llamativo.

—Wei Ying, espera, no tienes que hacerlo.—Susurró Lan Zhan, pero sus ojos dorados decían otra cosa.

—Hanguang Jun, deja que te muestre el talento de un Gryffindor.

Usando ambas manos, deslizó el pantalón de Lan Zhan y un pálido pene salto, estrellándose contra su cara. No estaba usando ropa interior.

Juntó un poco de saliva y la escupió sobre el miembro de Lan Zhan. De ese modo, cuando rodeó el pene con la mano, tuvo un deslizar exitoso.

El pena era largo y grueso. Al contraer completamente el prepucio, un rojizo glande sobresalió. El pelinegro lo probó con la punta de la lengua, no encontrando desagradable la gota de líquido. Y de una, introdujo el pesado pedazo de carne en su boca. Usando los labios para esconder los dientes, tomó lo que pudo, yendo de arriba abajo.

El águila que enamoró al león [Wangxian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora