Extras tres [fin]

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Lan Wang Ji se fijó en su reloj carente de manecillas. Movió su mano y el reloj se ocultó bajo la manga de su capa.

Sostuvo El Profeta en sus manos y pasó las primeras hojas, desechando la sección de sociales. Las hojas carecían de color, pero las páginas destacadas eran sobrecargadas de personas en movimiento. Las escenas tenían continuidad, pero los títulos eran amarillistas y la información vertida, de dudosa procedencia.

Para su disgusto, la editora en jefe de El Profeta mantenía cierta obsesión con él, lo que permitía que en cada número semanal, noticias en relación a su trabajo como Jefe de Aurores, amistades y matrimonio, se filtraran.

Lan Wang Ji leyó un pie de página. Suspiró y cerró el diario. En la portada, una foto suya ocupaba el espacio principal. La foto había sido retocada mediante magia, plasmándole una sonrisa falsa en su boca. El título anunciaba: "Jefe de Aurores desmantela grupo de mortifagos" y en letras menos llamativas: "Con un rostro sonriente, anuncia a la comunidad mágica que el peligro ha terminado."

Asqueado, Lan Wang Ji dejó el diario en la silla continua.

Debido a su profesión, permanecía atento a los movimientos de su alrededor, así que al percatarse de un par de llamativos zapatos de aguja acercarse a él, levantó el rostro.

Una mujer con labios carmesí, le ofrecía su mano.—Soy la Sanadora Momo. Un placer.—Anunció la recién llegada.

Lan Wang Ji analizó la situación brevemente. No se sentía cómodo interactuando con personas desconocidas, desconfiaba de todos. Pero era el lugar de trabajo de su esposo y no quería causar una impresión inadecuada.

Obligándose, estrechó la pequeña mano.—Mhn.

Inconforme, la sanadora ensanchó su sonrisa y apartó el diario para sentarse junto a él.—¿Puedo saber cuál es tu nombre? No muerdo... Si no quieres.—Dijo, riendo de su broma.

Sin corresponder al humor de la desconocida mujer, dudó. Hizo a un lado su recelo y respondió.—Lan Wang Ji.

—Es tan raro ver personas tan atractivas en este departamento.—Comentó la sanadora.—Soy la sanadora en jefe, quizás yo pueda atenderle.—Sugirió, batiendo las pestañas unidas con pegamento.

Lan Wang Ji sonrió sinceramente: Wei Ying era el sanador en jefe.

La sanadora abrió su boca, pero Lan Wang Ji ya se había levantado.

Avanzando hacia él, Wei Ying caminaba con su capa verde esmeralda ondeando. Los turnos de Wei Ying eran inexactos. Duraban más de lo usual y él, como Jefe del departamento de Enfermedades Mágicas, cargaba con más trabajo.

Un vistazo y Lan Wang Ji notó las pesados bolsas debajo de los ojos de Wei Ying. Su cabello no estaba ordenado y su aspecto era de un hombre derrotado, pero a pesar de eso, Lan Wang Ji no pudo evitar que su corazón se estremeciera: Sin importar los años, Wei Ying seguía siendo para él, el hombre más atractivo del mundo.

Al notar su distracción, la sanadora carraspeó y siguió la dirección de su mirada. Ambos esperaron, pero antes de que Wei Ying llegara junto a ellos, éste fue interceptado por un joven que vestía un uniforme similar.

—¡Sanador Wei Ying, sanador Wen Ning!—Llamó la sanadora, agitando su mano.

La sonrisa de Lan Wang Ji se congeló.

Ajenos a la repentina tensión, la sanadora Momo y el sanador Wen Ning rodearon a Wei Ying.

El sanador al cual llamaban Wen Ning, entregó tímidamente a Wei Ying un par de bandejas de comida. Las dos bandejas se apilaban y un moño bastante llamativo las unía.

Apretando sus puños, Lan Wang Ji controló sus ganas de blandir su varita y reducir a polvo al sanador llamado Wen Ning. Dio media vuelta y sin decir nada, salió de la recepción.

Para su sorpresa, nadie lo siguió o lo llamó para que regresara, lo que provocó que su irritación rozara niveles desconocidos.

Con su orgullo herido, Lan Wang Ji regresó solo a casa. No esperó a Wei Ying, se bañó y llamó a su asistente para hacer unos ajustes en su agenda. Y esa misma noche, partió en una misión.

Durante la siguiente semana no se comunicó con Wei Ying. Su misión era de alto impactó y debía mantener un perfil bajo, lo que le permitió aclarar su mente y tratar de asimilar la popularidad de Wei Ying.

Su esposo era un joven atractivo y carismático, lo contraria a él, que aunque las personas aseguraban que su belleza superaba a la de Wei Ying, su personalidad reservada la opacada.

Él confiaba en Wei Ying, pero no confiaba en el resto de las personas.

Lan Wang Ji retrasó su regresó y cuando no logró prolongarlo más, evitó ir a casa y en su lugar se quedó en su oficina.

No sabía nada de Wei Ying, pero tampoco estaba seguro de querer saberlo.

Finalmente, cuando su necesidad por ducharse y dormir en su cama, dominaron a su insensatez, volvió a casa.

Las luces estaban apagadas, pero al entrar un extraño olor inundó sus fosas nasales. Tropezó, agitó su varita y las luces se encendieron.

En medio de un montón de comida rápido, Wei Ying lo miraba.

Alarmado por el estado de su esposo, Lan Wang Ji se lanzó a él, pero fue recibido por los puños de Wei Ying, que lo empujaban.

—¡Quiero el divorcio, Lan Wang Ji!—Gritó Wei Ying, llorando desconsoladamente.

Presa del pánico, Lan Wang Ji se apartó.—¿El divorcio?

—¡No quiero volver a saber nada de ti!—Balbuceó entre gemidos, Wei Ying.

Lan Wang Ji negó, arrodillándose.—No, no me dejes.

Wei Ying lloró un poco más fuerte, arrojándole basura a Lan Wang Ji.—¡Te fuiste y ni siquiera me dijiste a dónde ibas!

—¿Y para qué? Si tú preferiste quedarte con ese sanador. Regresé a casa solo y aunque te esperé, no llegaste.—Soltó Lan Wang Ji.

—¡Tuvimos una emergencia en ese momento! Todos fuimos requeridos.—Se justificó Wei Ying, moqueando.

Lan Wang Ji se dejó caer en el suelo, sin saber cómo responder.—Si no quieres seguir conmigo, lo entenderé.

Wei Ying gritó, molesto.—¿Por qué eres tan despistado? ¡Al sanador Wen Ning no le gusto yo! La comida que me dio ese día, era para ti. Le gustas y siempre me pide que te de regalos que él te compra, pero todos los tiro.—Dijo Wei Ying. Su respiración era cada vez más agitada.

—Todos saben que estamos casados.—Murmuró Lan Wang Ji.

—¿Y eso qué? Piensan que eres demasiado para mí.—Susurró Wei Ying, limpiándose las lágrimas.

Despacio, Lan Wang Ji se acerco a Wei Ying. Lo abrazó y aunque encontró resistencia, Wei Ying cedió.—Te amo más de lo que nunca amaré. Te convertiste en mi mundo y en el aire que respiro. Sin ti, nada tiene sentido, Wei Ying.

Wei Ying gimoteó, aferrándose a los brazos de su esposo.—Si te vuelves a ir así, me divorcio de ti.

Lan Wang Ji negó. El no podía vivir sin Wei Ying.—Te extrañé.

Cuidadoso de sus movimientos, Lan Wang Ji encontró el camino a los labios de Wei Ying. Los lamió, los mordió y cuando se hincharon, los besó.—Te amo, Wei Ying. Te amaré por siempre.—Susurró.  


¡Sorpresa! ¿Recuerdan que dije que el extra dos era el último? Pues mentí, ese extra siempre tuvo otra parte (la que acaban de leer), pero como me dio flojera terminarlo, sólo publiqué lo que tenía.

Lo escribí hace meses, sólo terminé la escena recién y lo limpié. Espero les guste y ahora sí, ¡historia finalizada!

PD: Amo los celos de Lan Wang Ji y amo escribir desde la perspectiva de él.

mwolf

El águila que enamoró al león [Wangxian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora