Cap #34

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Simon

–Debo ir con el líder –dice Izzy todavía aturdida después de escuchar que su hermano estaba muerto hasta que alguien quiso lo contrario–. Yo... Regresaré.

Con movimientos torpes, Izzy sale del cuarto y yo me quedo mirando la puerta cerrada.

–Debo irme –antes de poder levantarme, Patrick me detiene–. ¿Qué?

–Tu misión no ha sido completada. Cuando llevemos a los licántropos a Feéra podrás irte, Simon Lewis.

–Tienes todo bajo control, estoy seguro que podrás encargarte desde aquí.

De nuevo intento levantarme, pero la mano firme del hada me lo impide.

–No. Mi rey te dio una tarea y vas a cumplirla.

–¿Es que no entiendes? Mi parabatai regresó a la vida, sé que ustedes no tienen ese lazo, pero es importante, así que ahora mismo voy a salir por esa puerta y si intentas detenerme una vez más, te golpearé en la cara.

Patrick, sin entender español aparentemente, vuelve a detenerme y yo tomo su brazo para jalarlo hacia mí y darle un cabezazo.

–¡Mierda! –sobo mi cabeza y hago una mueca de dolor.

Las hadas son muy cabezas duras.

–Como dije, Simon Lewis. Tú cumplirás...

Me preocupo cuando Patrick no termina su frase. Pensé que estaría apunto de golpearme o tomarme del cuello para hacer más efectiva su amenaza, pero no pensé encontrarme al hada luchando por respirar y arañando los brazos de Gwyn al rededor de su cuello.

–¿Qué haces?

Gwyn me mira como a un idiota antes de jalar a Patrick hacia abajo hasta que ambos terminan en el suelo, lo que el nefilim aprovecha para envolver con sus piernas al caballero que sigue luchando sin ser capaz de soltarse. No pensé que Gwyn fuera tan fuerte para someter a un hada. Y no lo es.
Patrick logra zafar una de sus manos que usa para tomar una pequeña daga en su cinturón y enterrarla en el brazo de Gwyn, pero antes que pueda hacer otra cosa, yo me lanzo contra él y lo golpeo en la cara tantas veces como puedo. Malditas sean las hadas de cabeza dura, pienso fastidiado cuando noto mis nudillos sangrar antes que su nariz.
Veo mi mano dolorida, momento que Patrick aprovecha para empujarme con su rodilla a un lado y ponerse encima de mí.

–Te mataría por tal insolencia, pero mi rey me ordenó protegerte –Patrick saca otra daga de su cinturón. Más de cerca no parece una daga, sino una punta de lanza–. Pero supongo que me perdonará devolverte sin un ojo.

El hada alza la punta de lanza y va a bajarla con decisión, justo cuando una punta similar se entierra en su garganta. La sangre roja del hada me salpica y cierro los ojos por puro reflejo. Cuando el peso desaparece de encima, yo uso mis manos para limpiar el resto del líquido espeso y ver la escena del cuerpo inerte de Patrick siendo recostado con dificultad por Gwyn.
En realidad termina azotándolo cuando el dolor en su brazo le impide dejarlo con delicadeza.

–¿Estás bien?

De nuevo, Gwyn me mira como a un idiota antes de dejarse caer contra la pared y hasta el piso, se cubre la herida con desesperación al mismo tiempo que hace una mueca de dolor.
Saco la estela de un compartimiento a la altura de mi cadera en la armadura para marcarme un iratze en el brazo, una vez terminada, me dirijo a Gwyn, pero él parece tener un ataque de pánico cuando acerco la estela a su estómago descubierto.

–No, estoy bien, no necesito eso –dice mientras se retuerce e intenta alejar la estela como si fuera veneno– ¡No! ¡No quiero una runa, no!

Un mundo de cabeza *Malec*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora