Me apresuro a llegar a casa, debo cruzar Lyon's Claw un pequeño pueblo olvidado y marginado cuenta con trecientos cincuenta habitantes, está rodeado de naturaleza y la mayoría de las personas que viven aquí son buenas y trabajadoras.
Mi abuelo y yo vivimos en una de las contadas casas de dos plantas que hay en el pueblo, se podría decir que vivimos en los "suburbios" de Lyon, tengo que caminar una hora de la cafetería a la casa. El camino jamás me ha parecido aburrido, debo pasar por la zona comercial al salir de JoJo's.
-Buenas tardes Ángel, salúdame a Aaron- me dice el señor Gibson, mientras me tiende dos manzanas rojas enormes.
-Hola señor Gibson, con gusto le diré- digo con una sonrisa tomando las manzanas que se ven deliciosas.
- ¿Señor Gibson? - sus cejas se levantan mientras se cruza de brazos y endereza su espalda.
-Abuelo Morgan- me sonrojo y le sonrió.
El abuelo Morgan siempre ha sido quien hace reír a mi abuelo, quien se divierte llamándonos perdedores cuando nos gana en el póker y la persona más fanática de las películas de guerra que yo jamás he conocido. El señor Gibson o abuelo Morgan como me pide que lo llame desde que me conoció, es el mejor amigo mi abuelo, se conocen desde adolescentes, han vivido toda clase de cosas, se han acompañado cuando sus corazones han estado rotos.
Como cuando el señor Gibson quedo viudo, el abuelo y yo pasamos una semana viviendo en su casa, vigilándolo todo el tiempo, en ocasiones se encerraba en el baño y no abría la puerta, yo tenía que correr y llamar al abuelo, la única forma de hacerlo salir era poner la película "Buenos días Vietnam". Jugábamos póker, aunque sin chistes o bromas entre él y el abuelo y veíamos películas, fueron días muy difíciles para él y para nosotros, jamás pensé que me iba a doler tano ver a el señor Gibson así de destruido.
El abuelo Morgan me sonríe mientras me guiña un ojo. -Abuelo Morgan- dice mientras me despide con la mano entrando en su tienda de verduras. La tienda de verduras esta a mitad del pueblo, solía administrarla con su esposa, ahora que la señora Gibson no está, su hijo Spencer quien estuvo lejos un largo tiempo decidió volver para estar con su padre y ayudarlo en su negocio.
Realmente nunca he visto al hijo del abuelo Morgan, pienso mientras camino a piso apurado para llega a casa. Paso y algunas de las personas me saludan y sonríen mientras que otras están tan ocupadas viviendo sus vidas que ni se percatan que paso por ahí, todos los días son iguales, sonrió pensando la tranquilidad que me transmite este lugar.
El aire es fresco, y siempre huele a naturaleza lo cual me encanta, aunque me da algo de alergia.
Luego de caminar treinta minutos atravesando el pueblo logro ver la puerta marrón del dulce hogar que compartimos mi abuelo y yo, y no puedo evitar sonreír. Amo llegar a casa y ver al viejo lobo de mar sentado en la sala viendo algún programa de remodelación de autos.
Al llegar a la puerta de la casa bajo la vista al tapete de bienvenido que tenemos en la entrada, limpio mis pies y busco en el bolsillo de mis jeans la llave de mi muy amado hogar.
- ¿Lobo, donde estas? - pregunto entrando del todo en casa, mirando hacia la sala de estar, dándome cuenta que el televisor esta apagado. -Abuelo el señor Gibson te envió algo de comer, si no lo quieres sabes que yo si- digo canturreado, mientras paso por la cocina y me asomo en la pequeña habitación de huéspedes que hay.
Lo escucho toser y camino hacia el patio trasero y allí lo veo. Esta arrodillado con un montón de implementos de jardinería dispersos a su alrededor, su altura hace que además de estar arrodillado tenga que curvar su espalda para poder trabajar con más facilidad, lo veo tomar el palustre y mover la arena en la enorme maseta alargada.
Sonrió y me acerco para tomarlo por sorpresa y salto con cuidado sobre su espalda, haciendo que se tambalee hacia adelante, que haga un sonido de manera ronca y que yo ría mientras me levanto y me siento a su lado. Me mira y me muestra sus dientes en una sonrisa que hace que aparezcan arrugas alrededor de sus hermosos ojos azules. Amo a este hombre con todo lo que soy.
El nombre de mi abuelo es Aaron Grey y es un antiguo miembro de las fuerzas marítimas de Inglaterra, mide un metro ochenta y ocho, su tes es blanca lechosa por lo que sus ojos azul mar resaltan de una manera hermosa, tiene un par de cicatrices producto de la guerra en sus brazos las cuales luego de prestar su servicio decidió tapar con tatuajes, su postura y el modo en el que parece molestarle el desorden prueba aun lleva acuestas su pasado.
-Que tal la cafetería mi ángel? – pregunta mientras señala la bolsa de semillas de rosa que esta mi lado la cual alcanzo para el.
-Igual que siempre Lobo, no mucha gente pero la suficiente para que mía insultara un par de clientes- rio, levantándome y limpiando mis pantalones.
-esa chica de verdad me agrada- dice terminado de poner las semillas en la arena y levantándose para ir por la manguera. -Sabe como darse a respetar- tomando la manguera y comenzando a regar la enorme jardinera.
- ¿Rosas esta vez no? – leo la etiqueta de las semillas. No me olvido que al abuelo le gusta la jardinería. Si no hubiera tenido que ir a prestar el servicio estoy segura que habría sido un grandioso jardinero.
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Hola!
Esto es un borrador así que tendrá errores. Sean buenos.
Espero les guste mucho.
Gracias por leer.
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Dos Vidas (Amor Inesperado libro #1)
Teen Fiction- ¿Cuál fue tu primera impresión de mí? - Pregunta sin despegar sus ojos de mí, expulsando el humo del cigarrillo a través de sus dientes. - Cenizas- Es todo lo que respondo viendo sus ojos un instante y luego viendo al suelo Autumn Saint Joseph...