Alex...
Abrí los ojos, era un viernes nublado, sonreí, amo los días nublados, me levanté de la cama finalmente, arrastrando los pies.
Me vi al espejo, mi cabello se veía perfectamente bien, solo lave mis dientes y mi rostro.
Me cambié con un Jean color negro, unas deportivas Nike de color blanco y una camiseta blanca.
Salí de mi casa, sin antes despedirme de Luna, mi perrita con un beso en su frente. Había salido muy temprano, el amanecer apenas se veía, mis ojos ardían un poco, así que los cerré con fuerza, aliviando un poco el dolor, se me hacía un día algo extraño, algo faltaba...
Después de pensarlo un poco, había dejado los audífonos en casa.
— Maldita sea...
Pensé, me aburro demasiado rápido como para estar sin audífonos, pero no pensaba regresar, ya casi llegaba a la escuela, así que tal vez pida a Ander que me preste los suyos.
Cuando llegué a la escuela, casi no había nadie, así que caminé hasta la cafetería, me serví un café de la máquina, pagué y me senté. Comencé a revisar el inicio de Facebook mientras bebía el café.
Lentamente la cafetería se llenó de personas, vi la hora y mi clase comenzaba en media hora, seguí revisando Facebook, sentí una mano en mi hombro y asumí que era Ander.
— Ander, no vengas a joder tan temprano. — hablé bromeando.
Giré con una sonrisa, está se desvaneció un poco al darme cuenta que quién tomó mi hombro no era Ander, sino Jonathan.
— No se quién coño es Ander, pero da igual. — Tomó asiento a mi lado. — Buenos días — me dijo sonriendo, lo miré y volví a sonreír.
— Igualmente. — Respondí.
— Oye ¿hoy podrás entrenar? — me miró, sentí su mirada tan pesada, me causo un corto escalofrío.
— Ah... si claro,
— Buena, te veo después de clases ¿bien? — Se levantó.
— Si si, ahí estaré. — Respondí.
Jonathan me sonrió de nuevo y caminó hacia su novia quien lo estaba esperando sentada maquillandose, admito que esa sombra color rosado le va bien.
Miré de nuevo mi celular, esperando a que mi clase iniciara, al poco tiempo llegó la persona que ya esperaba, Ander.
— Macho, llegué algo tarde ¿que había de tarea? — revisó su pequeña libreta de tareas.
— Nada nuevo en ti — respondí molestando, provocando un suave golpe en mi brazo.
La clase finalmente comenzó, ambos caminamos a nuestras respectivas aulas. El día transcurrió normal, medio aburrido, nada diferente.
Llegué al gimnasio, donde había acordado para entrenar.
A los cinco minutos llegó el, con una camiseta sin mangas color negro y un short del mismo color.
Dios... no había podido apreciar lo bien que lucen sus brazos.
Moví un poco la cabeza, librandome de esa idea, tenía que enfocarme en el entrenamiento.
— Alex — levantó su mano cuando me encontró con su mirada.
Le sonreí ampliamente, levantandome de mi asiento.
— Bien... ¿listo? — pregunté una vez estuve frente a el.
— Siempre estoy listo — Dejó su mochila en las gradas y comenzamos a entrenar.
Iniciamos con un poco de lucha cuerpo a cuerpo, como lo sospeché, volví a ganarle, quedando el agotado.
Seguimos con la rutina de brazos y espalda. De nuevo, quedó agotado, creí que aguantaría un poco más dada su musculatura.
Finalizamos con rutina de piernas.
— Joder... ya no puedo más... déjame descansar. — Secaba su sudor con una pequeña toalla.
— No llevamos no la mitad — Bromeé.
— No jodas... — Se quejó, respirando muy exaltado.
— Mentira, terminamos ya — reí por verlo tan agotado, yo también lo estaba, pero estaba acostumbrado a esa rutina, así que lo sobrellevé.
— Maravilloso... — se sentó en las gradas, recargandonse y agonizando casi.
Volví a reír.
Dado su cansancio su rostro de torno de un tono rojizo.
Se ve tan tierno, me dieron ganas de acariciarlo.
— ¿qué tanto miras? — habló con los ojos cerrados, salí de mi transe.
— Nada... — espero no estar rojo, joder.
río un poco, yo solo miré a otro lado.
Los días transcurrieron igual, clases, entrenamiento, llegar a casa, comer y dormir. Me aburre la monotonía, necesito un descanso.
Tres semanas después.
Terminamos de entrenar, ambos sudando y cansados.
Jonathan se había acostumbrado ya un poco a la rutina, ya no sufría tanto al entrenar, pero seguía quejándose.
— Bien... terminamos... — anuncié con la voz entrecortada por la rápida respiración.
— Gracias al cielo... estoy muerto... — tomó una botella de agua de su mochila y comenzó a beber de ella. Me mira y me ofrece.
— Gracias... — la tomo un poco tembloroso.
Oh por Dios...
Bebí de la botella y se la regresé.
— Oye ¿irás a la fiesta de mañana? — Era viernes... ¿con que esa era la famosa fiesta?
— Ah... no lo sé, no he sido invitado en realidad.
— ¿No habías entrado al grupo de WhatsApp desde que peleamos? — parece que el tema aún le molesta, miró a otro lado al mencionarlo.
— Lo silencié, no me interesa saber lo que un montón de idiotas hablan y mucho menos si es un grupo de riquillos. — Respondí guardando mi equipo en mi maleta.
— Hey... yo pertenezco a ese grupo — Llevo la mano a su pecho haciéndose el ofendido.
— Lo sé — respondí sarcástico con una sonrisa.
Reímos, ambos terminamos de guardar nuestras cosas y caminamos a la salida.
— Bien... entonces, paso a recogerte el sábado a las 7:00 P.M
¿Qué?
— Ah... no había acep... — Me cayó con un siseo.
— Irás conmigo, no aceptaré un no por respuesta. — me sonrió, con su maldita sonrisa maliciosa que no puedo decirle no.
Nos despedimos y cada uno tomó su camino.
Llegué a casa, Luna estaba acostada en el sofá dormida, se notaba que mis padres habían estado ahí, ya que había comida recién hecha y la puerta de su dormitorio estaba abierta. Suspiré, subí a mi cuarto, ya no hago ejercicio en casa ya que lo hago con Jonathan en la escuela.
Caminé a mi habitación con Luna detrás mío. Abrí mi clóset buscando algo para ponerme para la fiesta, en realidad no tenía ganas de ir pero si Jonathan me quiere ahí, ahí estaré.
Joder... ¿qué me ha hecho este hijo de puta?
Encontré mucha ropa nueva en el clóset.
Gracias, mamá.
Una camisa blanca y un pantalón, ambos "de vestir" zapatos negro, algo básico pero tampoco tan casual.
Me tiré en la cama, dejándome llevar por el sueño, estaba muerto por el entrenamiento, necesito descansar un poco.
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Imperfectamente Perfecto.
RomancePrimer libro de la trilogía "Secretos de un Armario" Relata la historia de Alex, un chico que hasta hace poco era insignificante, hasta que se metió en líos con un tipo de si escuela, ganando una pelea cuerpo a cuerpo contra el, ganándose el cariño...