Prefacio: Nuestra Primera Vez

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En cuanto sus bragas cayeron, divisé  la belleza de su cuerpo desnudo. Yoshiko cubría sus pechos con sus brazos, mientas desviaba su mirada ante mis ojos que repasaban cada rincón de su cuerpo. Se veía tan linda y tierna, para ser sincera eso me excitaba demasiado. Deseaba hacerlo cuanto antes, pero antes que nada debía animarla.

Me acerque lentamente hacia ella. Con cada paso parecía querer huir, ahora me sentía como una fiera decidida a cazar a su presa. Moví sus brazos con delicadeza develando sus senos perfectos. Inmediatamente, casi por instinto la abrace. Nuestos cuerpos desnudos se juntaron por primera vez. Su piel era tan suave que no deseaba separarme nunca.

Nuestras miradas se cruzaron casi al instante. La cara que puso cuando volteo a verme, no tenía precio. Parecía una niña sorprendida por algún truco de magia. Mis labios la deseaban, y sin darme cuenta ya la estaba besando. No me rechazo, al contrario parecía disfrutarlo mucho más que otras de las tantas veces que juntamos nuestros labios. Mi lengua también se sentía con ganas de jugar, así que empezamos un beso apasionado. Yoshiko se dejó llevar, no tenía intenciones de luchar por el control del beso. Ella sucumbia ante mí, y yo estaba feliz de estar con ella. El beso fue extremadamente largo, hubiera durado mucho más si no necesitáramos respirar.

Decido seguir con los juegos previos, así que dirijo mi mano hacia su intimidad. Puedo sentir la humedad. La acarició con delicadeza, durante un rato. Ella es muy sensible a decir verdad, no tarda mucho en regalarme sus gemidos.

Luego de unos instantes, ella dentiene mi movimiento sujetandome con fuerza. No dice palabra alguna, sin embargo me basta con ver su mirada para saber lo que quiere. Desea ir más lejos.

Inmediatamente vuelvo a excitarme incluso más que antes y sin pensarlo dos veces la empujó a la cama. Cae en una posición tan erotica, que no puedo evitar lanzarme a ella. Nuestros pezones se rozan y ambas sentimos un placer inmenso, no se me ocurre otra cosa más que moverme y seguir con nuestra diversión. Tampoco nos olvidamos de los besos, sexo sin besos es algo que nunca debe hacerse.

Con la pasión y el deseo que tengo a su cuerpo. Vuelvo a ir por su vagina, no sin antes acomodarla un poco. Beso su cuerpo mientras me dirijo a mi destino, parece disfrutalo mucho.
En cuanto mi recorrido termina, abro sus piernas para poder lamerla. Empiezo mi labor despacio, pero sus gemidos me obligan a ir mucho más deprisa. Llego a un punto en el que tengo que poner algo de fuerza para evitar que sus piernas se cierren. Su mente parece rehusarse, pero su cuerpo me pide que siga.

Me detengo bruscamente, Yoshiko reacciona de inmediato para saber el por qué me detuve. Realmente solo pare para ver como reaccionaba. Y asi jugar un poco con ella.

—¿Sucede algo mi amor?—pregunto picaramente.
—N-no, es solo que... —parece pensar en que responder—. Creí que te había pasado algo, ¡solo eso!
—No descuida, creo que ya fue suficiente—pretendí irme pero como esperaba, me detuvo.
—No puedes irte—dijo sin mirarme a los ojos.
—¿Por qué?—pregunté aún sabiendo su respuesta.
—Necesitas acabar con esto—respondió con un notorio sonrojo.

No soporte tanta ternura y volví a lo que estaba. Directamente inserte un dedo, como respuesta escuché un gran gemido. Pronto sentí como mi dedo era succionado ligeramente, su cuerpo me pedía como sea aún más placer. Así que inserte otro dedo, provocando más gemidos.

Su espalda se encurbaba sólo un poco, respondiendo a mis estímulos. Sin embargo esto no era suficiente para que ella llegara al clímax. Así que comencé a lamer su clitoris mientras continuaba con mi trabajo. Sorpresiva mente, se aferra a mí cabeza tirando de mis cabellos. Duele, pero tengo que seguir consintiendola. Mis dedos se introducen en su totalidad, provocando que estos se sientieran mucho mas mojados de repente.

Al sacarlos compruebo mi hipótesis, acababa de romper su himen. Una prueba irrefutable de que aún es virgen, me alegra tanto que me haya escogido para ser su primera vez. Mientras contemplo mis dedos ensangrentados, como si de un instinto se tratara comienzo a lamerlos. Tiene un sabor extraño, pero no puedo negar que me gusta.

Una vez limpios, vuelvo mi a contemplar a mi dulce ángel caido. Esta muy agitada y jadea muy rápido, pero algo me dice que aun no esta del todo satisfecha. Es mas, yo no me divertí nada aún. Tomé sus piernas y las abrí de par en par, y me acerque lo más posible para que nuestras vaginas hicieran contacto. Se sentía extremadamente bien. Vuelvo a moverme aumentando el placer que siento. Me aferro a su pierna derecha y tomó más impulso. Nuestro gemidos suenan muy bien juntos. Parece como si fuéramos dos ángeles cantado melodías hermosas.

—Voy... a terminar—trata de decir mientras intenta controlar sus gemidos.
—Adelante—respondo justo a tiempo para sentir sus fluidos cubriendo mis partes.

No obstante aún no me siento satisfecha, así que sigo moviendome. Me toma un rato terminar, pero al final lo logro. Vuelvo a ver nuestras entrepiernas y un líquido de con un ligero tono rojizo, adorna mi zona. Es mi sangre, realmente no sabía que el himen podría romperse con movimientos tan bruscos.

Veo a mi niña nuevamente, esta completamente cansada como para moverse. Quizás fui demasiado lejos. Acomodo su cabeza en una almohada y la cubro con una sabana. Acaricio su cabeza hasta que finalmente se queda dormida. Muy silenciosamente dejo la cama y voy al baño a tomar una ducha.

Regreso a la cama después de unos minutos, con delicadeza abrazo a Yoshiko por la espalda y me acurruco junto a ella. No me lleva mucho tiempo conciliar el sueño.

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