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Jungkook sabe lo que escuchó.

El sudor de Jimin incrementa en cada trazo de piel expuesta, de sus brazos y piernas brotan como una revolución de acuarelas; su aroma pica en todas partes y jura saborear la mancha en sus bermudas de diseñador.

Es distinto a las insinuaciones de un bar, cuando no hay esfuerzos de conocer otra cosa que no sea su polla. Jimin lo conoce, lo está desafiando y a Jungkook le encanta, pierde la cabeza ante esta nueva versión de su hermano. No es un débil y necesitado omega. Él es todo un hombre que sabe lo quiere y está probando si su compañero puede llevarlo.

Y Jungkook puede, ahora mismo puede cumplirle cualquier maldito deseo. Ser rudo, joderlo contra el piso y destrozarlo hasta llorar o ser el hombre lobo más gentil y seguir un cortejo. Él también puede jugar.

— Entonces... —comienza, desinflando cualquier amenaza que su cuerpo hubiera impuesto. Está muy cerca del omega, silbando y bailando a su alrededor— ¿En cuántos de sus sueños he participado, hyung?

Jimin suelta una carcajada seca, parece aburrido. El movimiento de sus cejas expresa lo poco que se encuentra a su altura, pero Jungkook es paciente y no lo apuesta todo al primer round.

— ¿Dije que eras mí sueño? —sacude la mano hacia atrás, todo el gesto destila arrogancia— Las madres hablan, ya sabes, y yo tengo orejas.

— Y dos ojos de halcón —arriba Jungkook— ¿Disfrutó ver de lo qué hablaban? ¿O mí presencia aquí le es insultante? —no se permite tocarlo, pero sí deja que su respiración caliente lo golpee— Lo que ellas no saben es que también me gusta el sexo sucio y Jimin hyung, ¿qué hará usted con esa información?

Lo observa tragar y dejar que los párpados permanezcan cerrados unos cuantos segundos más de lo usual, pero se recompone y ladea la cabeza para enfrentarlo nuevamente:

— ¿Por qué tendría que hacer algo? —ríe, sus ojos brillan con astucia— ¿Qué puedes hacer tú?

— Oh, ya veo, así será —Jungkook usa un giro de ciento ochenta grados para alejarse, asintiendo comprensivo cuando de reojo ve su sonrisa caer. Jimin lo cree rendido sin siquiera intentarlo, tan predecible... Entonces hace rechinar sus botas en un nuevo giro y se lanza al omega. Lo toma de la cintura, lo levanta y lo dejar caer sin ceremonias sobre su propio escritorio— Escuche, hyung. Usted puede ser la mierda presuntuosa que es mientras lo follo de pie con nada más y nada menos que mi saliva y polla, o ser la mierda presuntuosa en nuestras futuras reuniones sin la parte de la cogida. Elija con esa boca demasiado sensual y llena de porquería.

Puede decir que Jimin parece ofendido porque respira furioso contra su nariz, pero Jungkook da otros segundos para procesarlo. Cree que lo hizo bien, lo dejó en el lugar deseado y, cuando el ceño de su cara empieza a disiparse, Jungkook sabe que ha ganado.

— ¿Y cómo tendría que ser para tener tu boca en mi polla, Jungkook?

Lo tiene.

Jungkook lo tira a su cuerpo y Jimin no pierde tiempo de enrollar sus piernas y brazos. Nada más que aire sujeta su trasero y la caliente lengua del alfa ya toca su garganta.

El beso no es amable. Sus dientes chocan unos contra otros, la saliva es abundante, cruza de boca a boca como un caramelo de limón que nadie quiere y los gruñidos son su único idioma de comunicación. Jimin es un omega agresivo y, como Jungkook sospechaba, no puede separar su personalidad del sexo. El desafío sigue latiendo entre sus pechos. Si quiere ganar tiene que hacerlo en el beso, y lo hace. Cazó a su presa y ahora la devora. A partir de aquí, todo lo dejará a merced de sus instintos.

Succiona por un tiempo su lengua y luego usa la suya para dar vueltas dentro. Llega a todos los lugares correctos, saborea bajo y sobre sus encías, sale hacia afuera y da una lamida furiosa que empieza en su mandíbula, cruza la boca y finaliza al morder una mejilla. Jimin aprieta un músculo de su brazo por la bestialidad, pero le encanta si su gemido suelto es algo para decir.

Aullar y, quizás, morder. [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora