ROMA

CAPÍTULO 4. LLÁMAME

Lo conseguí. Costó y sé qué él había tenido que ver, pero logré que la directora diera vía libre a mi proyecto, así que ese lunes no había hecho más que empezar con demasiado buen pie; no me resultaría extraño si se torciesen las cosas. No me consideraba una persona pesimista, pero sí realista y sabía estar con los pies en la tierra, toda buena acción conllevaba otra similar, y si algo se hacía mal el resultado sería pésimo, era mi moral desde bien pequeña, por eso mismo no alcanzaba a comprender por qué Juan había accedido a ayudarme hablando con Isabel, yo no había sido lo que se suele calificar como 'amable' y mi forma de abordarlo aquel día dejó mucho que desear en cuanto a establecer relaciones. Me desconcertaba y quería saber más de él, cómo era lógico, había suscitado en mí un interés poco común.

-No lo sé Elsa, quizás en la manera que tuviste de acorralarlo a la salida del instituto tuvo que ver-dijo Cristina.

Estaba al día de toda mi vida y evidentemente ese capítulo no se lo había saltado.

-No lo acorralé y no le impuse hacerlo.

-No hay quién te entienda, pides un favor, te lo hacen y casi parece que te indignas. Explícame tu sentido.

Estábamos en nuestro bar de siempre, en nuestra mesa, y sentadas de la misma forma. Teníamos nuestras rutinas a pesar de odiarlas y al menos juntas eran menos duras. Cristina llevaba un par de días más callada de lo usual y me podía imaginar sobre qué podía ser. Preguntándole qué le ocurría evitaba profundizar sobre lo que mi cabeza llevaba todo el día divagando y me libraba de reconocer en voz alta que tenía algo de ilusión por 'algo o alguien'.

-Yo nunca he tenido sentido-concedí.

-No hace falta que lo jures.

-¿Qué te pasa? Estás más mordaz que de costumbre.

-Sueles ser tú la de las contestaciones cortantes-respondió con simpleza, no lo decía a modo de ofensa sino cómo constatando una realidad, cosa que a mí de ella no me molestaba.

-Te tengo mal acostumbrada, pero si continuamos hablando de mí tendré que admitir ciertos temas de los que aún no estoy segura.

-Te gusta Juan.

-Y a ti Matías.

El brillo de ojos le delataba y su forma de colocarse el pelo detrás de la oreja cada vez que estaba nerviosa demostraba que había dado en el clavo sin ningún tipo de esfuerzo. A Cristina pocas veces le gustaba una persona, había estado con muchos chicos, pero siempre era ella la despegada, la poco emocional, la que se le acababa el amor antes de tenerlo. De ahí ese nerviosismo, porque con veinticinco años solo había habido una persona que le había gustado y no salió del todo bien.

-No te lo voy a negar, porque hacerlo sería mentirme a mí misma y me gusta ir con la verdad por delante. Siempre me ha parecido un chico 'mono' pero como no nos prestábamos atención mutuamente no pasó a más, pero ahora estar con él tantas horas me tiene confundida.

-¿Dónde quieres que esté el problema?-pregunté pendiente de su reacción.

-No quiero encontrar ningún tipo de problema.

-¿Entonces? Cris, explícate-ni ella misma sabía qué decir así que se tomó su tiempo para distraerse bebiendo su café.

-Me han ofrecido una beca remunerada para Roma. Me iría en abril, nada más presentar el proyecto.

Ese sí era un giro drástico de la historia, uno que ni yo misma podía esperarme. Sabía que Cristina era una muy buena arquitecta y que en el pasado ya le habían ofrecido estudiar un año en Pekín, pero de ahí a que encontrase trabajo era un triunfo enorme para su carrera. Italia no estaba lejos, no tanto como China en su momento y el dolor de corazón que me supuso imaginarme los días sin ella, pero estaba claro que, si en su momento rechazó la oferta asiática por miedo, aquí no haría de menos esta nueva oportunidad por alguien. Ahora entendía su nerviosismo, al margen de admitir que estaba ilusionándose con alguien, temía mi reacción, el cómo decírmelo sin hacerme daño, sin sentirme de repente 'sola'. No le montaría una escena adolescente pidiéndole que no se marchase, eso lo sabíamos ambas, pero no era buena fingiendo una alegría que no podía llegar a sentir por mucho esfuerzo que le pusiese; y aún así, sonreí.