Narrador Omnisciente.

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—El auto está esperando por mi afuera —Dice ella bebiendo de golpe el resto de su bebida—. No se preocupen, llegaré en casa sin que mis padres lo descubran.

Sus amigas ríen, salir por la noche a festejar el cumpleaños de una de ellas parecía buena idea, mucho mejor, escaparse de sus casas e ir a una discoteca.

—Mañana es tu primer día en la Universidad ¿Segura que podrás despertarte temprano?

Ella hace un gesto afirmativo con la cabeza, se levanta de un salto del sofá y vuelve a caer en este mareada. La música, el tumulto de gente y las bebidas de más están jugándole una mala racha... en el peor momento.

— ¿Segura que puedes ir sola? Estás muy borracha.

La pelinegra vuelve a asentir, se levanta lentamente y sonríe.

—Si no me voy ahora mis padres llegaran antes de sus turnos y no me encontraran así que ¡Adiós!

Se despide de sus tres amigas sonriente, llena de vida y energía. Ella no debía estar en ese lugar, no cuando alguien la miraba desde lo lejos, expectante , esperando el momento justo para cazar.

La joven camina hacia la salida sin abandonar su sonrisa, al llegar al estacionamiento todo parece normal, gente saliendo y entrando, guardias... nada fuera de lo normal.

—¿Cuál es el Uber que llamé? —Se pregunta llevando una de sus manos a la cabeza. Saca su celular de la cartera pero en ese instante un auto negro se detiene a un costado de ella.

—Señorita —Ella levanta la cabeza—, perdón por la demora.

Niega con la cabeza, guarda el celular en el bolsillo de su jeans y entra al auto, cierra los ojos todavía mareada y cuando los vuelve a abrir se percato de que se quedo dormida unos minutos. Parpadea unos segundos y al mirar por la ventana se percata de que no conoce el lugar.

— ¿Dónde estamos? —Pregunta mirando al hombre, este no responde y vuelve a preguntar.

—Es un atajo.

La joven algo ansiosa analiza la situación, tal vez solo es algo paranoica, niega con la cabeza y mira la ventana. Después de un rato jadea sorprendida.

— ¡Oh! No sabía de este atajo —Dice sorprendida cuando llega a la esquina de su casa—. Puede dejarme aquí, gracias —Rebusca el dinero en su bolso, luego de pagar se baja y comienza a caminar hacia su casa—. Veo que las luces están apagadas, así que llegue justo a tiempo.

Sonriente camina, en eso un auto aparca frente a su casa y ella se detiene cuando ve que sus padres bajan de este y corre a esconderse en una esquina oscura.

—Mierda, menos mal llegué a esconderme justo a tiempo.

—Justo a tiempo —Repite y ella voltea de golpe. En eso recibe un golpe con una varilla de hierro y cae al suelo inconsciente.

Esta vez, el trabajo fue más sencillo para él. Su presa vino a buscarlo, y él la espero con los brazos abiertos.


¡No me toques!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora