Sin saberlo, se había enamorado de él

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Aura llegó por fin a las afueras de Ciudad Arborada. Había sido un viaje de dos días muy duro, pues había una distancia bastante considerable desde ciudad Malvalona, que fue desde donde partió. Durante el camino, tuvo varias batallas con algunos entrenadores y encuentros con pokémon salvajes que le ayudaron a fortalecerse. Además, aquella zona estaba completamente alejada del volcán y el paisaje era muy distinto al de los pueblos y ciudades de Hoenn que ya había visitado. La vegetación era mucho más frondosa y más viva, y las especies de pokémon también eran distintas: más exóticas y variadas. Todo aquello era acompañado por un clima muy veraniego y apetecible para la aventura. Podría jurar que incluso llegó a afectarle a su humor, porque estaba más motivada que nunca por seguir con su aventura.

Pero aquel mini "safari" de vacaciones terminó cuándo llegó al Instituto Meteorológico de Hoenn y descubrió que el Team Aqua se había hecho con el control completo, recluyendo a los jefes de laboratorio y al director en la última planta. Aura, con la ayuda de Combusken y Roselia, luchó contra ellos y consiguió echarlos de las instalaciones. Los trabajadores le agradecieron durante un buen rato que les hubiera ayudado. El tiempo cambió y fuera comenzó a llover. Aura decidió partir ya para que la tormenta no fuera más fuerte y no le pillara de camino. Se despidió de los empleados y salió corriendo del edificio. Pero a la salida, no muy lejos de donde se encontraba, al lado de un puente, vio a dos reclutas del Team Aqua parados junto a un pokémon. 

Aura conforme se iba acercando más a la escena, pudo entender mejor lo que decían.

- Menudo inútil, de verdad que no sirves para nada, alcanzó Aura escuchar decir del recluta más alto. Hizo un gesto con la Pokéball y la tiró al suelo. El otro recluta rió con ganas. Se dieron cuenta de que Aura se acercaba a ellos, y se fueron corriendo, huyendo despavoridos. Aura se acercó a aquel pokémon, que no había visto en su vida. Era un pokémon pez, y parecía estar muy triste. No había visto un pokémon tan triste nunca. Le recordaba a un Magikarp, pero de color marrón. Sus aletas eran azules y sus ojos muy grandes.

Aura no sabía cómo podía haber gente tan mala y que trataran a los pokémon de esa forma. Se acercó al pequeño pokémon, que se encontraba agazapado, y este comenzó a emitir sonidos asustado. Tenía miedo. Y parecía que apenas sabía defenderse, por lo que daba una imagen aún más lamentable. Aura no sabía qué hacer. No quería dejarlo solo. Se intentó acercar al pokémon cuidadosamente, pero este empezó a llorar aún más.

- Déjame aunque sea curarte las heridas, le murmuró Aura.

Aura buscó en su bolsa una baya Aranja y la dejó cerca de él. La lluvia comenzó a caer fuente, por lo que en pocos minutos estaba ya empapada. Pero en ese momento poco le importaba la lluvia. Sacó a Roselia de su pokéball para que el pokémon no se sintiera tan amedrentado por la presencia de un humano. Buscó su pokedex mientras Roselia se intentaba comunicar con él. Roselia le dijo algo al pequeño, pero este seguía aterrorizado mirando la baya Aranja, sin emitir ningún sonido.

- No muerde, le animó con voz suave Aura de broma. Apuntó la cámara de la pokedex hacía el pokémon. Automáticamente, empezó a procesar la forma del pokémon. En la pantalla de su pokédex, apareció el nombre de "Feebas" en grande.

Pero no le dio tiempo a leer más sobre él. Se dio cuenta de que algo le cubría y hacía que no le cayera la lluvia encima. Miró hacía arriba extrañada, y vio a un chico que conocía bastante bien, que le estaba cubriendo con un paraguas y que le miraba también extrañado. 

- ¿Qué haces aquí con esta lluvia?, le preguntó el joven confundido. Era Máximo Peñas, aquel chico al que le tuvo que entregar la carta en la cueva de Ciudad Azuliza. De todas las personas que había en la región de Hoenn y tuvo que cruzarse con él, justamente él, al lado de un Instituto Metereológico en las afueras de la ciudad. El destino quería que se encontrasen, estaba claro. Y no, a Aura no le caía mal aquel tipo, pero le había conocido lo suficiente para saber que era un poco estirado. Era así, Aura había prejuzgado de primeras sin saber cómo era, pero tanta galanteria le sobraba. Le molestaba que alguien pudiera parecer tan perfecto.

Uniendo hilos. HoennchampionshippingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora