CAPÍTULO 23

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La formación del equipo terrestre había sido restaurada, nuevos vehículos arribaron al lugar y con ello armamento para cada soldado, el objetivo seguía priorizándose sin dejarse a la deriva. El general Robertson junto con un grupo de asalto se dirigían de manera imperceptibles hacia la zona donde se encontraban los objetivos delimitados. Algunas de las armas, aún funcionales, eran calibradas durante su trayectoria hacia allí debido al reinicio forzoso después del PEM originado por aquella monstruosa criatura.

-Realicemos un perímetro alrededor de nuestros objetivos y contengámoslos allí -ordenó el general Robertson al equipo con el que se encontraba, no mostrando ninguna consideración respecto a las nuevas órdenes que había recibido, las cuales sin duda llevaría a cabo sin la menor preocupación-. Que el poder de nuestras armas y la galantería de nuestras operaciones neutralicen a esos bastardos -prosiguió- y que después de terminar con todo esto podamos celebrarlo como se merece- al término de esas palabras, energizadas para aquellos quienes se encontraban bajo su mando, se entonó un sonido ahogado empleado para la ocasión procediendo a tomar posición para lo que proseguiría.

Uno de los drones de la corporación arribó al lugar, sobrevolando por todo lo que quedaba de la parte central de la ciudad. De entre edificios caídos su cámara pudo captar el enfrentamiento entre aquel ser y solo uno de los dos nuevos objetivos que tenía la corporación. La batalla resultaba destructiva, mandando escombros por el aire con cada movimiento que el ángel hiciera al atacar a su oponente. También podía divisar al equipo de asalto dirigido por el general Robertson aproximarse a la escena, al igual que el resto del equipo, avanzando por entre los escombros.

La apariencia de quien se encontraba luchando contra el ángel mostraba un serio agotamiento, por lo que el general Robertson había dado señal de detenerse, tenía en cuenta que de seguir de la manera en la que permanecía, aquella persona cedería sin duda alguna, dando la oportunidad a su equipo de realizar la operación directa solo con el objetivo principal, de tal forma que podrían capturar a ambos sin tener que encararlos a la vez. La escena de aquella violenta batalla proseguía bajo la supervisión de aquellos quienes se encontraban tras tan escrupolosa operación. Se encontraban seguros de lo que pasaría, creían que tenían el control y aseguraban tener la victoria en sus manos, disfrutando incluso lo que cruelmente sucedía. Pero todo eso se vendría abajo al presenciar lo que no habían considerado en sus visiones.

El ángel se encontraba por encestar un golpe certero con su cuchilla a quien fuera su oponente por tan largo rato cuando, prácticamente de la nada, reapareció su segundo adversario a varios metros de él con una esfera de energía en una de sus manos, la cual fue lanzada rápidamente en su contra y dirigida justo en el brazo que sostenía tal artefacto destructor, haciendo que el ser, después del impacto, la dejara caer. Arthur, al aparecer nuevamente en tan tempestiva escena, comenzó a dirigir varias de aquella forma de energía liberada de su cuerpo una tras otra mientras su cuerpo aparecía y desaparecía en distintos lugares, todos al azar de tal forma que no le era permitido al ser poder determinar con exactitud la proximidad de cualquiera de los ataques.

El general, al ver aquella ventaja sobre la criatura, dio la señal para reanudar el ataque contra él, y al unísono varias detonaciones se escucharon provenientes desde una parte aún más lejana, se trataba del equipo de francotiradores quienes se habían posicionado alrededor de su objetivo pero a una distancia mayor que la del equipo de asalto, desde dentro de lo que quedaba de los edificios destrozados y con sus armas de energía. Los disparos dieron en su blanco, haciendo que este se estremeciera al recibir nuevamente ataques provenientes de aquellos a los que veía con inferioridad pero que, a pesar de ello, le habían estado molestando desde hacía ya un buen rato evitando con ello que no pudiera lograr su cometido.

Los vehículos armados con aquella torreta de un solo cañón abrieron fuego, provocando un gran ruido ensordecedor para todos los que se encontraran cerca, comenzando a alzarse una gran nube de polvo. El ser parecía entender las maniobras de ataque de su enemigo por lo que, colocando sus alas en posición de defensa, evitaba en gran parte que su cuerpo fuese dañado y en breve, este las extendió y una onda explosiva fue generada, expulsando gran cantidad de escombros al igual que a varios de los soldados que habían permanecido descubiertos al realizar sus disparos.

Los cuerpos de Arthur junto con el de Fred salieron dispersados en direcciones totalmente diferentes. Arthur logró levantarse de inmediato manteniendo fija su mirada en quien seguía siendo su objetivo a derrotar, Fred por el contrario, apenas pudo moverse. Debido a la cantidad de polvo generado y al mal estado en el que se encontraba su cuerpo, la visión de este último era nublada y por pequeños lapsos de tiempo le era provocada una tos que en ocasiones se conjugaba con la expulsión de sangre. Se había percatado que su cuerpo no se recuperaba como en un principio a pesar de esforzarse por concentrar su energía en esta acción.

-Así que estoy en los límites -la sonrisa de Fred resaltaba en su rostro herido, cubierto de polvo y sangre que insistía en permanecer adherida en su piel.

El ángel, sin esperar más, y después de retirar su mirada de su brazo derecho el cual había sido lastimado, llevó su mano izquierda sobre las llamas de un intenso color azul que se localizaba en ambos hombros, manteniéndola allí por breve. Al retirarla, de manera empuñada como si sostuviera algo ahí dentro, la puso sobre su brazo contrario, justo en la armadura que le protegía esa parte. En el proceso, fue arremetido nuevamente por los disparos de las armas de quienes incesantemente habían estado atacándolo, pero esto fue solo por breve debido a que dispuso de su protección como lo había estado haciendo. En poco, su cuerpo se movió violentamente saltando de su posición hacia varios metros de ahí. Al caer creó una bola de energía frente a su cráneo roto y la disparó contra uno de los vehículos blindados, provocando una enorme explosión que lanzó a los soldados que se encontraban muy cerca de este. El brazo del ángel, donde había colocado su mano izquierda, comenzó a hacer un sonido extraño, apenas perceptible y una larga línea de la misma tonalidad de las luces en su cuerpo comenzó a hacerse más intensa hasta desaparecer, después de eso sus únicos tres dedos en su mano se alargaron, colapsando completamente hasta abajo, casi al tiempo en el que la armadura que el brazo tuviese cayera también. Las ahora alargadas extremidades de su brazo parecían extenderse más como si fuesen raíces de un árbol, aumentando en tamaño, y en un parpadeo comenzaron a cobrar vida al moverse estrepitosamente pero apuntando en dirección hacia la formación donde se encontraba el general Robertson quien, sin poder hacer nada ante tan veloz movimiento, calló muerto sobre el destruido asfalto con una perforación sobre su pecho; dos soldados más habían caído con el mismo resultado en su cuerpo. Los demás al ver aquello abrieron fuego sin dudar siquiera un segundo. Los vehículos arremetían con sus torretas pero les resultaba imposible acertar en su blanco, la velocidad a la que se movía era demasiado rápida con lo cual no lograban ponerlo en la mira de sus armas, y ante tal temor y confusión, comenzaron a realizar ráfagas no controladas en un momento de desesperación. Los resultados seguían siendo ineficaces.

El rostro de Arthur se llenó de odio hacia aquel quien con tanta facilidad estaba destruyendo con todos los que lo atacaban. Sintió cierta impotencia pero sus ojos no dejaban de seguir las trayectorias que con tan gran velocidad realizaba aquella criatura. En todo ello, pudo observar el cuerpo de Fred quien apenas podía permanecer en cuclillas. El movimiento de su boca parecía pronunciar algo pero no lograba entender muy bien hasta que le señaló con su mano izquierda lo que tanto había estado gritándole. Arthur volteó su rostro en dirección hacia donde su compañero había señalado. Allí, entre escombros esparcidos, se encontraba la cuchilla que el ángel había empuñado y que tanto poder destructor poseía. Entendió lo que Fred expresaba, usar su propia arma para destruirlo.

Los disparos proyectados se veían impactar en todas direcciones y el campo de energía alrededor del cuerpo de Arthur no brindaba la protección requerida. Debía moverse hasta donde la cuchilla y usarla para destruir a su enemigo tan rápido como fuese posible. Un par de impactos sobre el asfalto se produjeron al momento en el que Arthur procedía a moverse, pero eso no lo detuvo y de inmediato desapareció creando una expulsión de lo que se encontrara en ese lugar. Al surgir justo en el lugar deseado, múltiples disparos fueron dirigidos muy cerca de él y uno de ellos logró darle en su hombro izquierdo, provocando que su cuerpo saliera impulsado hacia atrás, dejándolo casi inmóvil. Como pudo se arrastró hacia aquella gran cuchilla dorada aferrándose a ella. Al lograr incorporarse se dio cuenta de lo pesada que resultaba ser aquella arma, aun así debía actuar, atacar y eliminar de una vez por todas con tan temible ser. Su mano la empuñó y con esfuerzo logró alzarla, colocándola en posición de ataque como si lo que estuviera usando se tratara de alguna espada, y con una mirada que seguía denotando su determinación lanzó su cuerpo hacia adelante, como si fuese a aventarse desde algún lugar alto y en seguida volvió a desaparecer.

El legado: la llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora