Papá está jugando a la borrachera

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—No, mis amores, papá solo está jugando —mintió Anaís por enésimo día consecutivo ante el asombro de sus tres hijos por ver a su padre llegar de madrugada tambaleándose y despertándolos con el barullo que formaba.

—Estoy cansada de que mamá siempre nos quiera ver la cara de imbéciles —bufó Carrietta en una ocasión—. Ese cuento de “papá está jugando” no se lo cree ni el que asó la manteca en la puya.

—Pues yo estoy cansado de que papá nos despierte en lo mejor del sueño —protestó uno de los gemelos, que era muy dormilón.

—¡Démosle una lección a ambos, como lo acordamos con Dégel Junior! —sugirió el otro, en lo cual todos concordaron.

Esa misma tarde, se presentaron en la cantina que Calvera había establecido en el pueblo en vistas de convertir su negocio en una trasnacional; gracias a los poderes del dios azteca al que le servía de recipiente, podía teletransportarse a diario para vigilar sus cuentas. Recibió a los niños con una sonrisa amigable.

—No les vendemos bebidas alcohólicas a los menores de edad —enunció en un tono bromista.

—No vinimos a beber, Calvera-san —explicó Carrietta.

—¡Puaf! ¡Que Zeus me libre de ser un borrachín como papá! —exclamó Stephen con una mueca de asco.

—Queremos que nos hagas un favor, Calvera-san —reveló Damon, entregándole con mucho misterio un frasquito de cristal transparente que contenía un líquido oscuro—. Necesitamos que eches unas gotas de este potente laxante que inventó nuestra tía Alex en cada botella que se tome nuestro padre.

Calvera se echó a reír con maldad y tomó el frasquito, guiñándole un ojo con complicidad a los pequeños.

—Vayan tranquilos, yo me encargo —aceptó.

Esa misma madrugada, Anaís escuchó que tocaban con desesperación la puerta y se apresuró a abrir. Al hacerlo, se encontró a Kardia desmayado en los brazos de Calvera, quien tenía un semblante grave. Los niños salieron de sus habitaciones y se colocaron las manos en las caderas, entrecerrando los ojos mientras miraban acusadoramente a su madre.

—¿Y ahora qué? ¿Papá está “jugando” a la Bella Durmiente? —indagó Carrietta con la ironía filtrándose en cada una de sus palabras.

—¡El desgraciado está que se cae de borracho! —gritó enfurecida Anaís, arrebatando a su marido de los brazos de Calvera y arrastrándolo por el cabello en dirección a la habitación—. ¡Es el colmo que lo hayan tenido que traer cargado! ¡Ya verás, Kardia!

Apenas Anaís hubo desaparecido de su campo visual, los niños y Calvera rompieron a reír a carcajadas.

—¡Tuvo diarreas hasta que se quedó seco! —chilló Calvera, ahogándose de la risa—. Deberían haber visto su cara. ¡No salía del baño!

—Debe estar deshidratado —señaló Carrietta.

—¡Bah! Mañana estará bien —dijo Stephen despreocupadamente—. Nuestra madre es una gallarusa, seguro que lo que le espera cuando despierte con ella será mucho peor.

—Fue un buen escarmiento —apuntó Damon—. Ese no bebe más.

Como lo predijo Stephen, Anaís cogió el cinto apenas vio a su marido abrir los ojos y se la aplicó.

Así, la segunda broma fue consumada.


Y Kardia juró no volver a tocar una botella en lo que le quedaba de vida.










Diccionario
Gallarusa: Dícese de una persona chusma, que acostumbra a tirarse pa'l solar, armar escándalo y decir palabrotas.

Mundo Lost Canvas [Segunda temporada de Atrapadas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora