EL ORÍGEN

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Hoy me encuentro mirando al pasado y contrastando mi vida con el presente, ¿Quién soy?, ¿Cuáles son mis valores?, ¿Que he aprendido?. Y llego a la misma respuesta una y otra vez, si algo he aprendido, si algo me ha hecho ser mejor en esta vida, son los caballos, mi cercanía con ellos me ha hecho transformarme e impregnarme de una serie de cosas que me han servido para superar, construir y avanzar a lo largo de mi vida.

[ANTES] 

Solo se que tengo menos de 5 años, la edad exacta no lo recuerdo, nunca he tenido tan buena memoria respecto a los recuerdos de mi infancia. En ese entonces mi Padre tenía una yegua a la cual soltaba en el campo durante el día para que comiera pasto libremente, y cada tarde al ponerse el sol la iba a buscar para regresarla a casa. Pero una tarde todo cambió, esa vez fue diferente, pues la yegua no regresó sola, venía acompañada de una yegua chilota, peluda y de color café, fue amor a primera vista, el primer amor de mi vida; le insistí a mis Padres que quería quedarme con ella, buscaron días y días a sus dueños pero no los encontraron, hasta entonces tenía la esperanza de poder quedarme con ella si nadie la reclamaba, pero una tarde después de volver de la escuela me percaté de que ya habían encontrado a sus dueños, y la habían regresado a su casa. Me entristecí. Sin embargo, mi Madre, que era una mujer soñadora e incansable, logró convencerlos de venderles la yegua, la compró para mi, y ahí, justo en ese instante, comenzó mi felicidad.

Me sentía en un sueño del que no quería despertar, volvía de la escuela ilusionada con volver a ver a mi yegua, me disfrazaba de princesa y montaba a pelo por las tardes, todo era maravilloso... pero mi sueño se acabó cuando una tarde, al llegar de la escuela me encontré con mi yegua echada en el suelo; allí comenzó a mostrar las dolencias y malos tratos que sufrió durante años en su antiguo hogar, sus patas estaban en tan mal estado que no podía soportar su propio peso y ponerse de pie le era imposible. Le oré a Dios, a los ángeles, les oré mucho, y cada vez que me despedía de ella para ir a la escuela le rogaba al cielo y a las estrellas que cuando yo volviera mi yegua siguiera ahí, viva, que se salvara, que le daría una buena vida. Y ellos escucharon mis plegarias, y ella se esforzó y se puso de pie.

Felicidad.

Desde allí en adelante toda mi vida se transformó en cabalgatas, en caricias, en amor a los caballos, mi yegua me llevaba a los lugares más hermosos con tanta nobleza y espíritu, ahí conocí la felicidad, en los lomos de un caballo... mi niñez y mi adolescencia se resume y se consolida en ella, en mi Clavelina Josefina, el primer amor de mi vida.

Era alegría, ella era toda paz, y un día esa alegría se duplicó, se transformó en otra vida que llevaba en su vientre, mi Clavelina estaba embarazada, en ese entonces yo debo haber tenido unos 14 años, estaba dichosa, solo recuerdo haber deseado que todo saliera bien, que mi yegua estuviese a salvo en el parto, que la cría naciera sana... Dios escuchó mis plegarias otra vez, pero solo por un día; mi yegua parió una hermosa potranquita, sana y despierta, pero mi yegua la rechazó, rechazó a su cría, no la cobijó como hace la Madre naturaleza ni la amamantó, simplemente la rechazó.

Mi dolor y preocupación fueron aumentando por cada hora que esa cría pasaba sin alimentarse, hasta que mis Padres me comentaron que había una opción, traer una Madre sustituta, ya que unos vecinos tenían una yegua recién parida a la cual los perros le habían matado el potrillo; al ver una luz, una posible solución a la desgracia accedí y decidimos intentarlo, y allí la conocí, al segundo amor de mi vida...a mi Paula.

La trajeron con una soga atada al cuello, era color rubio con una mancha blanca en la frente que le llegaba hasta la nariz, era de cuerpo tosco y mirada triste, de Madre que había perdido el tesoro que esperó 11 meses en su vientre...la acercamos suavemente a la potranca, pero ya era tarde, la potranca se encontraba sin fuerzas y ya había pasado muchas horas sin comer y sin recibir el calor de su Madre, lo intentamos, pero un rato después la arroparon con mantas y mi Padre a tomó en brazos, pidiéndome que me despidiera.

No lo entendía, ¿Cómo era posible que toda mi felicidad se esfumara así de rápido?, que la espera de algo tan maravilloso se hubiese desecho en unas pocas horas y me dejara con las manos vacías y el corazón roto. 4 almas femeninas con el corazón roto, mi Madre, Clavelina, Paula y yo.

Y ahí conocí el dolor. Lo que con tanta pasión se ama, con la misma pasión te duele. Y no entendía absolutamente nada, solo recuerdo quedarme de rodillas al lado de la potranca muerta pidiéndole a Dios misericordia, que me sacara este dolor del alma. En ese momento mi Madre me contó un cuento, me dijo que "las almas más hermosas y buenas vienen a este mundo solo por un instante, como las centellas" y ahí lo supe, y así se llamó: "Centella".

Me dediqué a consolar a mi yegua, y a agradecer a mis vecinos por habernos traído a Paula, a quién despedí y le agradecí con un abrazo, no la volví a ver en años, hasta que...

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⏰ Última actualización: Apr 02, 2020 ⏰

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