p r ó l o g o

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P R Ó L O G O

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P R Ó L O G O

La mirada esmeralda se encontraba en una de las paredes del pequeño cuarto en donde se encontraba la rubia, observó sus manos apretando entre sus dedos una moneda dorada

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La mirada esmeralda se encontraba en una de las paredes del pequeño cuarto en donde se encontraba la rubia, observó sus manos apretando entre sus dedos una moneda dorada.
Lo último que recordaba de aquella noche era la sangre que corría en aquella habitación, el llanto de ella y de su madre seguían resonando en sus oídos... esa noche había huido.

Sin evitarlo, volvió a su mente todo.

"—¡Aileen!— el grito de su madre había resonado por todo el lugar, varios hombres habían entrado a su hogar en busca de algo.

Ese algo era aquel collar.

Mamá...— musitó, con un sollozo escapando de su garganta; observó con los ojos desorbitados como uno de los hombres sin dudar sacaba un arma y disparaba a su madre.

La de cabellos rubios sin dudarlo se aproximó a paso rápido a su madre, notando que la mujer escupía sangre y le comenzaba a ser difícil respirar. Apretó con sus manos aquella herida tornando rápidamente en un color carmesí la fina tela de seda de su camiseta. Intentaba evitar que su madre siguiera desangrándose, pero sabía que no podía hacer nada.

Madre...— balbuceo sintiendo como la mujer poco a poco comenzaba a detener su respiración—. No, no, no— negó y con miedo comenzó a ejercer más presión en la herida.

Los orbes de su madre lentamente fueron perdiendo aquel brillo que ella tanto amaba ver, observó atónita como si su alma abandonara aquel cuerpo. Soltó un alarido, era imposible aquello.

Aileen tenía los ojos cristalizados haciendo que todo se viera nublado, soltó lentamente el cuerpo de su madre sintiendo un pitido en sus oídos.

Su madre había muerto... se lamentó profundamente.

¡Deja de hacer más difícil esto!— demando aquel hombre—. Será difícil si no nos entregas lo que queremos, chiquilla— espetó con aquella voz rasposa.

La voz que nunca sacaría de su cabeza, al igual que aquellas facciones. Un hombre que había mandado a asesinar a su madre.

Sabes a lo que venimos...— se burló, sonrío comprensivo y señaló su cuello—... aquel collar—la sonrisa del hombre se borró lentamente—. Quiero ese collar. 

La muchacha cerró los ojos sintiendo lágrimas derramarse por sus mejillas, se encontraba destrozada por su madre. Su única familia había fallecido por el collar que tenía colgando en ese momento.
Levantó la mirada e ignorando las lágrimas que tenía, deshizo aquel nudo que se formaba en su garganta y habló.

Si lo quieres...— señaló—. Ven por el— la voz firme que al final de sus palabras se rompió hizo que el hombre sonriera reconociendo el miedo en la rubia. 

Uno de los hombres que acompañaba al hombre se acercó al reconocer una señal de parte del hombre que había hablado. Con paso lento, pero seguro aquel hombre camino a la ojiverde.

—¿Qué...— el hombre se mostró anonadado al notar unas luces saliendo de aquel collar.

Retrocedió rápidamente y le miraron sorprendidos todos.

Es una maldita bruja...— balbuceo, con los ojos desorbitados. 

En aquel segundo, de aquel collar salieron múltiples luces, más cuales se movieron rápidamente hasta penetrar los cuerpos. Se observaba que múltiples dagas habían atravesado su cuerpo de todos los hombres que se encontraban en el lugar.

La rubia contemplaba todo, se levantó torpemente mirando aquellas figuras, las heridas eran algo que hacían notar que nadie podía sobrevivir aquello; siendo una muerte instantánea."

Reaccionó Alieen, cuando tocó nuevamente aquella moneda se sorprendió al notar como se había doblado por su fuerza.

La soltó y al escuchar aquel tintenear al caer al suelo la moneda, recordó los sonidos que emitieron aquellos cuerpos. 
El sonido en seco al caer al suelo. Sin vida.

Su mirada se tornó de un momento a otro oscura. 

Tal vez había quedado dormida en la misma posición, que al soñar con aquel suceso había despertado exaltada la rubia.
El sudor en su frente hacía que sus cabellos cubrieran su rostro, sin evitarlo las lágrimas bajaron por sus mejillas y cubrió con sus manos su rostro. 

Desde aquel día, había tenido aquella pesadilla por décadas... décadas que ella había vivido sola y teniendo que soportar todo.

Tranquila...— exhalo varias veces, hasta que finalmente el aire entrando a sus pulmones le relajó. Sabía que pronto todo tomaría un rumbo tranquilo.

Esa tarde se iría a Seattle y tal vez sería mejor que todos los lugares en donde había vivido. 

Forks... sería su nuevo comienzo.

 sería su nuevo comienzo

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