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-¿Va en serio?

Frunció el ceño con preocupación y me miró de arriba abajo, preguntándose, seguramente, qué mosca me había picado.

-Sí, si tan parada soy en la vida por lo menos demuéstrame que tú no lo eres.

-Estás loca -resopló y miró hacia los lados-, loca del todo. Además, de seguro no sabes ni bailar.

Sacó su teléfono y puso la linterna, ya casi nos costaba vernos, atardecía más temprano con el cambio de estación.

No respondí nada, prefería guardarme el detalle de que mi madre y yo nos apuntamos a baile durante unos meses después de la muerte de mi padre, un accidente automovilístico.

-Bueno, deberíamos tomarnos el juego en serio e ir a por ellos.

Asintió decidido y salimos de aquella sala de fiestas, lo más posible era que estuviesen todos en el piso de arriba. Por lo que me había ido contando Vincent mientras subíamos las escaleras: era la zona de la mansión más tenebrosa y, por ello, la más descuidada.

Sentía un revoltijo de emociones en mi pecho y estómago, pero ninguna era miedo, solo adrenalina y una revolución de felicidad, era nuevo todo esto, nuevo e interesante.

El suelo crujía más, el pulso se me subía a los oídos, el pasillo de la izquierda del recibidor era estrecho, los marcos de las puertas estaban caídos o temblaban con nuestro paso, algunas entradas estaban abiertas, otras cerradas, muchas ni siquiera tenían puerta: estaban en el suelo.

El papel de la pared se caía a trozos, el silencio era atemorizador, podía escuchar la respiración tensa y lenta de Vincent.

Fue entonces cuando de una de las habitaciones salió una figura negra que gritó como si mil demonios le hubiesen pisado el pie.

Cabía resaltar que clavé mis uñas en el brazo de Vincent, provocando un grito de los dos, el mío de miedo y el suyo de dolor.

-Perdón -susurré y cuando la linterna alumbró a la figura sonreí-. Kristen, casi me matas del susto.

-Esa es la idea -Contestó Margo saliendo del cuarto con gesto malévolo, parecía ser la mente brillante del plan-. Joder, Vincent, si una mansión abandonada y un susto no te dan miedo, ¿qué es lo que temes?

Añadió dirigiéndose a él, que seguía con su característico semblante serio.

-A Kristen callada más de cinco minutos.

La susodicha le dio un codazo y sonrieron ambos.

Me sentía algo apartada en ese aspecto, era la nueva y no tenía la suficiente confianza con ninguno como para hacer ese tipo de bromas y que no me mirasen de manera extraña. Tal vez si la invitación de baile se la hubiese hecho Kristen, él no se hubiese extrañado tanto. Sin embargo, quizá también tenía que ver la esencia de cada persona, por ejemplo, si alguien frío de repente diese abrazos a todo el mundo, la gente se extrañaría y era lógico, pero injusto a la vez, eso solo conseguía que la gente se quedase pegada a un único tipo de personalidad, lo cual, si eras como yo, podía llegar a darte rabia, porque hay veces que quieres dar un abrazo o gastar una broma y el miedo a la reacción de los demás te frena.

-Vamos a por Alice y Caleb, tienen que estar cerca.

Obedecimos a Margo, se notaba que era una chica decidida y una líder natural, ni siquiera a Vincent podía considerarlo de esa manera, él simplemente se quedaba callado y esperaba que le siguiera como si fuese su rebaño.

La búsqueda duró más de veinte minutos, de eso estaba segura, intentábamos encontrarlos pero llegamos a la conclusión de que no estaban ni en el primer piso ni en el segundo. Solo quedaba una opción y esa era el desván.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2020 ⏰

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VINCENT © [NUEVA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora