—No sé qué me ocurre contigo.
Sus ojos me observaban, no sabía desde dónde, su voz sonaba como un eco en mi cabeza, la habitación era oscura y escuchaba grillos por todas partes.
Entonces desperté, sudorosa y algo confusa.
Mi mirada fue directamente hacia la ventana de mi habitación, debía de ser tan pronto que ni siquiera había sonado mi alarma. Era fácil distinguir la luz que entraba por la ausencia de cortinas, llevaba todo el verano en esta casa y seguía dándome pereza colocarlas.
Me levanté de la cama y miré el teléfono, solo me quedaban diez minutos de sueño y era mi primer día en el instituto de Green Book, un pueblo enorme que no me había conquistado mucho en esos últimos dos meses.
Me vestí intentando parecer arreglada salí de mi habitación en silencio, mi madre todavía no se había despertado y prefería no perturbar su sueño, era uno de sus pocos días de descanso después de trabajar dos días seguidos toda la noche.
"No sé qué me ocurre contigo"
Era lo que mi cabeza me repetía una y otra vez, el mismo timbre de voz, ese terciopelo que era su tono, el susurro que parecía soplar en mi oído. Mi extraño sueño me perseguía cada noche y seguía sin saber por qué mi cabeza se había obsesionado con esa frase.
Mi yo curiosa solo buscaba información y no aparecían datos que me sirviesen, eso me daba rabia, ¿no que Internet sabía todo?
Dejando de lado todo el rollo mental, comencé a guiarme por google maps para llegar a mi instituto, quedaba cerca pero era un desastre y mi sentido de la orientación estaba en el culo que tampoco tenía.
Qué pesimismo mañanero.
El edificio era enorme y de un color crema, había una parte sostenida por pilares la cual daba lugar a un amplio porche, en esa zona estaba la entrada, enorme y verde.
Cuando me mudé a este pueblo sabia que me iba a incomodar no tener amigos, pero ver a tanta gente junta y yo apartada sin saber muy bien qué hacer me tenía con ganas de morderme las uñas, vicio que me había quitado hacía meses, por cierto.
Entré antes de que sonara la campana y pregunté a un conserje por el aula de historia, con sus indicaciones llegué a la clase y entré, solo había una alumna sentada sobre la horripilante típica mesa verde.
—¿Eres nueva?
Asentí.
—Intuyo que no viene mucha gente nueva a este lugar.
La muchacha era morena y tenía el cabello corto, no era una media melena como la mía, pero a pesar de que no a mucha gente le quedara bien, ella no formaba parte de ese grupo.
Su piel tostada y sus ojos marrón claro hacían un contraste de miedo, imponía que fuese tan atractiva.
—Todos nos conocemos con todos —sonrió y dio un golpecillo a la mesa que tenía al lado—. Siéntate a mi lado, a mi amiga no le va a importar. Soy Kristen.
Me relamí los labios algo incómoda, —Roma, como la ciudad.
Puse mi inexistente trasero en el asiento que me indicó y comenzamos a hablar incluso después de que sonara el timbre y los demás entraran, cosa de la que no me di cuenta hasta que vino, al parecer, la amiga de Kristen, una rubia de ojos azules que tenía la nariz hecha por dioses, pareció extrañada al principio pero no le molestó, se sentó en otra mesa junto a otro chico.
Las clases no parecían tan aburridas, lo que si notaba era que a los profesores no les importaba la vida de los alumnos, incluso diría que tampoco les importaban los propios alumnos, nadie me pidió que me presentase ni mencionaron salvo para pasar lista.
Aquello me tenía aliviada por mi timidez y angustiada porque los susurros de la gente mientras me miraba me ponían nerviosa, sin embargo, todo se hizo más ameno con la compañía de Kristen, era una chica con la que se podía hablar de cualquier tema y sacaba siempre conversación.
Una introvertida y una extrovertida siempre hacen buena combinación.
Cuando llegó el descanso del recreo, comparamos nuestros horarios.
—No me lo puedo creer —dijo alegre—, compartimos todas las clases excepto educación física.
—¿Quiénes?— Dijo una tercera voz, asomando su cabeza a través del hueco que había entre nosotras.
—Nosotras, Alice —Nos señaló—. Ah, ella es Alice, Roma. Roma, Alice.
Era la rubia de la clase de historia.
Sonrió y sus dientes, con una ligera separación entre los paletos, relucieron tanto que pensé en ponerme gafas de sol.
—Encantada— Dijimos al unísono.
—Oye, Roma, si quieres podemos salir esta tarde, te presentaré a unos amigos y así ya tendrás por dónde empezar. Los comienzos son difíciles y quién sabe, puede que conozcas a alguien que te guste, sea chico o chica, yo tengo amistades de todo tipo.
Me dio un codazo y reí.
—Pues me vendría genial, si nos pasamos los números podremos organizarnos mejor.
Ese día, justo ese, fue el comienzo de mi locura.
****
Las introducciones pueden ser pesadas, suele decir mi madre, el punto es que, muchas veces, el principio te prepara para un gran final.
En realidad, mi madre nunca ha dicho eso, pero espero que sea cierto lo que me he inventado y os llegue a resultar interesante esta historia que, para variar, intentaré no dejar incompleta.
Ahora viene lo chido.
-Ro
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VINCENT © [NUEVA]
DiversosPuede que parezca la típica historia de amor tonta entre dos adolescentes. Son jóvenes, en muchos aspectos lo será, pero la naturaleza de ésta viene de un mundo muy especial. Roma sueña con él, él, no se sabe cómo, acaba en sus sueños. Un hilo rojo...