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Desde la lejanía, lo único que podía reconocerse era una figura femenina que se encontraba apretujada contra la única esquina semiiluminada del lugar

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Desde la lejanía, lo único que podía reconocerse era una figura femenina que se encontraba apretujada contra la única esquina semiiluminada del lugar. Aunque si uno se acercaba lo suficiente podría ser capaz de distinguir que entre los brazos de la adolorida mujer se encontraba una figura más pequeña. Una preciosa niña de cabellos rojos descansaba en una manta sucia y polvorienta mientras la señora hacia todo lo posible porque la pequeña no se despertara y revelara su ubicación.

Las paredes chamuscadas por el incendio daban un aspecto fúnebre, mientras las cenizas de los objetos que habían sido perdidos en el accidente rondaban en el ambiente, complicando la respiración de mujer. Cualquier persona que hubiera conocido aquella casa en todo su esplendor, nunca hubiera creído lo que sus ojos veían. Lo único que quedaba de los peluches de unicornios y los juguetes que la madrina de la niña le había regalado eran memorias, y los colores pasteles de la habitación de la niña ahora eran de un tono casi negro, el único testigo de lo había sucedido allí.

La puerta se entreabrió y hasta la pequeña logró sobresaltarse con el sonido. La mujer la apretujo aun más entre sus delgados brazos mientras cerraba los ojos con temor a lo que sucedería. Tras unos segundos en búsqueda de esa valentía que años atrás la había puesto en la casa de los leones, la mayor de las dos decidió enfrentar lo que había atravesado el umbral de lo que quedaba de la puerta, aunque sin dejar de apretujar a la niña de cabellos rojizos.

— No la tendrán. —vociferó la mujer, intentando que aquella voz que tanto había desgastado con llanto no se quebrara a la mitad de la oración.

La figura encapuchada no respondió, sino que siguió avanzando hacia ellas.

— No. La. Tendrán. —volvió a repetir mientras buscaba su varita en los bolsillos machucados de su abrigo.

Pero, para su mala suerte, su varita había sido extraviada en el incendio que había causado la muerte de su hermana. Y la mujer no pudo hacer otra cosa que enfrentarlo con la mirada mientras se juraba a si misma que antes de que se llevaran a su sobrina, daría la vida por ella. Mientras que protegía a la pequeña con su propio cuerpo, el encapuchado siguió avanzando y, a pesar de sus deseos de lucir fuerte, no pudo evitar cerrar los ojos cuando éste estuvo a escasos centímetros de ella con la varita en alto.

Dejó salir un sollozo y esperó el impacto del hechizo, apretando aún mas a la niña que acababa de empezar a llorar.

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DECEITFUL ↬ draco malfoyWhere stories live. Discover now